belleza

Bolso, baño y oficina: dónde no guardar jamás tus cremas

Hay una razón por la que el sérum se te estropea siempre, te salen granos en la cara de repente y tu máscara de pestañas no dura ni tres semanas. Estás almacenando mal tus cosméticos. Y esta vez no se trata del cómo (de eso ya hablaremos), sino del dónde. Te lo explicamos todo, no sufras.

Si guardas tus cremas en el baño, empieza a buscarles otro sitio. / @the.skincare.diary

Laura Requejo
LAURA REQUEJO

No te vamos a pedir que te hagas un Marie Kondo con tus coloretes. Tampoco es necesario que revises tu obsesión por los labiales nude. Lo único que tienes que hacer es repensar de nuevo dónde dejas las cosas, por qué lo haces y si estás consiguiendo el objetivo que buscas. Y si ese objetivo es mantener las cremas y tus kits de maquillaje en perfecto estado de conservación, esto es lo que nunca tienes que hacer.

Vamos a ir al grano: ni el baño ni el bolso ni el cajón de la oficina. No deberías convertir ninguno de estos tres sitios en el refugio habitual de tus cosméticos. Da igual que sean los más habituales y los más fáciles. Te vamos a dar las razones por las que lo has estado haciendo mal hasta ahora. Y, te advertimos: ¡algunas dan mucho asco!

En el baño

Sabemos que el espejo es más grande y que te resulta muy cómodo para completar cada día tu ritual de belleza, del desmaquillado al toque final de laca. Pero una cosa es que te arregles en el baño cada mañana y otra muy distinta que mantengas allí todos tus cosméticos.

¿Por qué no deberías hacerlo? Porque es la habitación de tu casa con más gérmenes y bacterias por metro cuadrado. Para empezar, porque es donde está situado el wc. Si la tapa en tu casa está permanentemente abierta, significa que todo lo que pasa por ahí puede acabar en el aire que respiras y depositarse sobre esas brochas que tienes en un cubilete colocado sobre la repisa con el pelo hacia arriba y al aire.

Además, el baño es una estancia con una altísima condensación de humedad, el hábitat ideal para que esas bacterias se reproduzcan, pero también malísimo para la conservación de productos, como las sombras de ojos o los coloretes, que sufren mucho con el vapor de agua. De hecho, si las sometes a un exceso de humedad tienes más posibilidades de que se rompan al utilizarlos.

Tienes que añadir otro hándicap: la calefacción a todo trapo y el aumento de la temperatura que se produce cuando te duchas. Eso afecta a sérums, cremas y leches corporales. Sus fórmulas se disocian por acción del calor. Y los gérmenes que han podido acabar en ese caldo al meter los dedos para aplicártelas van a agradecer ese calorcito también para procrear una gran familia a tu costa. Que no te extrañe luego si la hidratante tiene un color amarillento y huele raro. Por cierto, si sucede, a la basura inmediatamente.

En el neceser del bolso

¿Los llevas perfectamente ordenados en un neceser de tela o plástico que puedes meter en la lavadora y limpiar todas las semanas? Da igual. El mayor problema que tienes aquí es el movimiento constante al que sometes a bases de maquillaje, bálsamos e incluso gloses. Su fórmula se disocia también por culpa de los golpes y el traqueteo al que los estás sometiendo.

Si en lugar de llevarlo todo en un neceser tus esenciales de retoque van perdidos por los bajos fondos de tu bolso, añade otra penalización: hay muchas posibilidades de que las barras de labios se acaben abriendo para arrastrar toda la porquería que viven en el interior de tu maravilloso Chanel.

En la cajón de la oficina

No es tan negativos como los otros dos, desde luego. El mayor problema que te vas a encontrar es que si no guardas el maquillaje compacto ni la máscara de pestañas bajo llave alguien lo utilice sin tu permiso. O que te vean, te lo pidan y no seas capaz de negarte a compartirlo. Deberías decir que no porque las bacterias y gérmenes que habitan en los rostros se adhieren a las esponjas de maquillaje cada vez que las pasas por la piel. Y si son las tuyas ya tienes un problema, pero si encima pertenecen a otra persona, peor.

Eso bacilos de más son los que luego se incorporan al bioma de tu piel, esto es, la flora bacteriana que mantiene el equilibrio en tu barrera de protección natural. Y cuando la responsable del acné (la Propionibacterium acnes) crece por encima de las otras, se produce un brote de granos al más puro estilo adolescente. La próxima vez que te suceda, piensa si has compartido tus cosméticos con alguien e intenta limpiarlos (te explicaremos cómo hacerlo en breve, no te preocupes).

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