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Debra Winger, el regreso de la estrella indomable

Hace 20 años, cuando era una de las actrices más admiradas de la gran pantalla, y una de las más odiadas por compañeros y productores, dio un portazo a Hollywood, harta de su sexismo y de la exigencia de la fama. La televisión acaba de sacarla de su retiro. Vuelve una rebelde.

Debra Winger vuelve de la mano de Netflix. / cordon press.

CARL LEIBAR

Conducía por una carretera de Irlanda cuando paró el coche y tomó la decisión. Lo dejaba. Llevaba años deseando hacerlo, pero el éxito suele ser una adicción que cuesta abandonar. Como reconoció tiempo después en una entrevista al 'New York Magazine', ya no podía soportar a más productores "cerdos" que valoraban a las actrices según su capacidad de ser sexualmente apetecibles, los mismos que le sugerían tomar diuréticos para adelgazar o que siguen desechando el talento femenino cuando comete el ‘error’ de envejecer.

Desapareció con discreción, como quien abandona una fiesta sin despedirse para que nadie intente detenerle. Cambió los platós de elite por las películas independientes y las aulas de la Universidad de Harvard, donde enseñó lo que se necesita para ser tres veces nominada a los Oscar.

Durante 20 años ha disfrutado de un olvido placentero, hasta que después de tanto tiempo, a punto de cumplir los 61 años, ha encontrado un papel por el que le ha merecido la pena regresar a los titulares: la madre de Ashton Kutcher en la serie 'The Ranch', una comedia que ha comenzado a emitir el canal de pago Netflix, en el que abunda una audiencia joven para la que Debra Winger es un nombre por descubrir.

Los primeros desencuentros

Una búsqueda rápida en Google les ayudaría a entender por qué Pauline Kael, crítica tan despiadada como respetada en la industria del cine, la definió como "una de las principales razones para ir a ver películas en la década de los 80". Magnética en la pantalla, intérprete de carácter, devoradora de taquillas. Urban Cowboy (1980) fue el primer atisbo de lo que era capaz con una cámara. Lo confirmó en Oficial y caballero (1982), su primera nominación al Oscar.

Richard Gere era un desagradable muro de ladrillo"

debra winger

Solo alguien con un don es capaz de disimular así la profunda aversión que sentía hacia Richard Gere, su enamorado de ficción, "un desagradable muro de ladrillos" en palabras de Debra, quien nunca se ha mordido la lengua. "Hay mucha gente a la que no caigo bien, por eso no recibo muchas felicitaciones de Navidad –explicaba la actriz a 'The Independent'–. Probablemente hice daño a personas sin necesidad. Fue un error, pero también son cosas que pasan cuando eres joven".

Lo cierto es que en los rodajes resultaba insoportable. Malhablada y colérica, era capaz de provocar instintos homicidas en directores y compañeros de reparto. Shirley MacLaine fue una de sus víctimas durante la filmación de 'La fuerza del cariño' (1983, segunda nominación al Oscar), una conmovedora relación entre una madre y su hija moribunda que se convertía en pelea de gatas en cuanto se apagaban los focos.

Hubo que convencer a la veterana actriz de que no dejara tirada la producción cuando ya estaba a punto de coger un avión y largarse. Winger logró a cambio la complicidad de Jack Nicholson, el otro protagonista, con el que emprendió una gira promocional llena de excesos tras la que tuvo que internarse en rehabilitación. Su personalidad se endurecía a la vez que los medios y el público se entregaban a su talento. Los incidentes se hicieron habituales. El 'set' de 'Todo el mundo gana' (1990) fue un escenario de guerra con Nick Nolte en la otra trinchera.

No resultó mejor la experiencia de trabajar junto a John Malkovich en 'El cielo protector' (1990): desde entonces siempre se ha referido a él como "una modelo de pasarela". También fue aireada su negativa de última hora a protagonizar Ellas dan el golpe (1992) al enterarse de que habían incluido a Madonna en el reparto. Ese carácter rebelde es también consecuencia de una biografía poco convencional. Sus padres eran unos judíos ortodoxos que decidieron emigrar desde Estados Unidos a Israel cuando Debra tenía 16 años.

El resto de su adolescencia la pasó en una comuna agrícola que obligaba a pocos lujos y al trabajo duro, una enseñanza severa que completó en el servicio militar obligatorio en el país. Regresó a América sin tener decidido qué hacer. Desgraciadamente, tuvo mucho tiempo para pensarlo durante los diez meses que estuvo postrada en una cama recuperándose de la parálisis y la ceguera parcial que le provocó un grave accidente de coche.

De manera que asumió su revelada vocación por el arte dramático con el genio y la convicción de un buldócer capaz de llevarse por delante cualquier obstáculo… al menos durante un tiempo. En concreto 15 años, hasta que se encontró en aquella carretera irlandesa e hizo balance para concluir que era el momento de pasar página. Ella misma confiesa que fue un milagro haber sobrevivido a esa época, engullida por los deberes del estrellato y dominada por su propio carácter, enfrentándose con él a un sexismo endémico en Hollywood. Cumplidos los 40, miró a su alrededor y solo vio a actrices diez años más jóvenes, o que al menos lo aparentaban. "Michelle Pfeiffer y yo tenemos más o menos la misma edad –declaraba a 'New York Magazine' en 2001–. Empezamos juntas en este negocio y ahora resulta que parece mi hermana pequeña. ¿Qué le ha pasado?"

Su último legado a la gran industria fue una película ensalzada por la crítica, Tierras de penumbra (1993, la tercera nominación al Oscar) y otra de recaudación multimillonaria, 'Olvídate de París' (1995). "Sí, se puede decir que me largué, pero no dejé de actuar aquí y allá, y sobre todo me dediqué a criar a tres niños".

No le ha ido mal en el papel de pareja y madre, aunque por el camino quedaron algunos romances que ocuparon páginas de prensa. Su relación con el político Bob Kerrey salió a la luz cuando los espectadores de Oficial y caballero llenaban las salas para soñar con amores imposibles. Este lo era: una actriz todavía meritoria y un futuro candidato a la Casa Blanca. Su historia se siguió con tanto interés como la de ficción, esperando el mismo final feliz. No lo hubo. "Estaba loca por él. Intenté unir dos mundos muy distintos y no pude", confesó la actriz.

Robert Redford encontró en ella un breve consuelo para el divorcio de su primera mujer. Apenas fueron unos meses, hasta que Debra le abandonó para casarse con el también actor Timothy Hutton (1986). Tardaron cuatro años en darse cuenta de que lo único que tenían en común era su hijo, Noah. Después de eso la actriz tachó el amor de su lista de asuntos pendientes. «Decidí vivir sola convencida de que estar con alguien en realidad no me ayudaba en nada», recordaba en el 'New York Magazine'. Pero algunos propósitos son tan frágiles que se rompen con una mirada. Bastó eso para convertir a Arliss Howard, actor y representante, en el hombre de su vida.

De hecho, en él halló la razón para dar un portazo a Hollywood. Se compraron una granja en el estado de Nueva York, donde Noah y el hijo que Howard tuvo de una relación anterior pudieron crecer sin la estridencia de la fama. Luego tuvieron al pequeño Babe. Han sido 20 años de paz durante los que ha ido construyendo una imagen de vieja gloria indómita, dispuesta a ejercer de conciencia feminista del cine en cuanto le ofrecieran la oportunidad.

El resurgir de la rebelde

Su amiga Rossana Arquette se la dio cuando le propuso hacer juntas el documental Buscando a Debra Winger, donde hasta 36 actrices denuncian la dictadura de la edad en el cine. La historia de Debra es su referente, un modelo de insumisión ante la industria y los prejuicios culturales.

Cuando te haces mayor lo mejor es vivir con menos espejos"

"Cuando te haces mayor lo mejor es vivir con menos espejos –defiende en el documental–. Esa ha sido una de las razones para hacer menos películas: tener que pasar cada mañana dos horas frente al espejo. ¿A quién no le deprime eso? Venga chicas, no hay que tener miedo de mostrar la edad. Decidlo en alto: es estupendo cumplir años".

Durante todo este tiempo ha esperado un personaje a su medida. Y le ha llegado esa oportunidad. Según afirma, la serie 'The Ranch' no es un intento de reivindicarse, sino solo una manera de volver a disfrutar de la interpretación.

"En su día tuve que currármelo mucho para lograr la atención de la prensa. Hoy basta con que salgas del coche sin ropa interior y con los fotógrafos de frente", decía en 'The Independent'. En su caso, la mejor campaña de publicidad ha sido el anuncio de su regreso y el deseo de muchos de que Hollywood aun pueda encontrar un lugar para esta rebelde que, según dijo una vez, nunca se acostaría con nadie para lograr un papel, pero que lo haría para poder largarse de un trabajo que no le guste.

21 de marzo-19 de abril

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