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Isabella Rossellini, 40 años de trabajo y amor

Han pasado cuatro décadas desde que la hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini comenzó su carrera como actriz, una disciplina en la que no solo encontró su vocación, también a algunas de sus parejas.

BEATRIZ GONZÁLEZ

De ella han dicho que es la rebelde de Hollywood, una rara avis en la industria del cine que no duda en ir contra las normas cuando considera que estas no son válidas. Por eso hace gala de su edad y de sus arrugas cuando la mayoría de sus colegas procura esconderlas con bisturí. Heredó esa personalidad combativa de dos maestros, sus padres, Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, que tampoco se plegaron a las exigencias de su época. El amor entre la actriz y el director nació en un de rodaje, y también en eso su hija seguiría sus pasos: conoció a sus parejas en el entorno profesional, combinando inquietudes laborales y romances a lo largo de cuatro décadas que han dado mucho de sí.

Tras pasar la infancia en Roma, Isabella dejó la capital italiana por Nueva York para comenzar a ganarse la vida por si misma. Allí se instaló con apenas 19 años y quiso ser periodista. Uno de sus primeros trabajos en la gran manzana fue un espacio de entrevistas y reportajes para la RAI junto al actor Roberto Benigni. Pero e l cine la reclamaba, y a pesar de su resistencia acabó rindiéndose a los encantos del séptimo arte. La leyenda que la acompañaba por ser hija de dos mitos del cine pesaba demasiado. Fue así como en 1976 comenzó una carrera de la mano de su madre, la estrella de la película de Vicente Minelli A matter of time, que en España se estrenó como Nina.

En ella, Rossellini interpretaba a una monja que cuidaba del personaje de Ingrid Bergman, una anciana condesa que había tenido una vida apasionante. La ficción no distaba mucho de la realidad: la vida de la actriz sueca también fue apasionante. Igual que la infancia de sus hijos, que crecieron bajo los focos. Isabella ha contado en varias ocasiones que cuando era una niña pensaba que sus padres eran famosos por ser padres.

El camino hacia el cine

Y como en su cabeza todo padre y madre gozaba de fama por el mero hecho de tener hijos, no era consciente de estar creciendo en una familia especial. Pero lo cierto es que todas las conversaciones en casa giraban en torno al cine, y ella y sus hermanos se acostumbraron a ver los rodajes como un escenario natural. Aunque en aquel tiempo aun no lo sabía, el cine y la interpretación ya nunca dejarían de ser parte de su vida. A pesar de que siempre había escuchado a su padre decir que la carrera del actor era muy dura, probó suerte con 'Nina', de la que ahora se cumplen 40 años, por pura diversión.

Yo quería ser periodista, no actriz, pero no pude resistirme a los Taviani"

Para Rossellini fue una especie de experimento que no la apartó de su vocación periodística. Siguió empeñada en contar la realidad de otros hasta que, tres años más tarde, los hermanos Taviani le propusieron un papel en 'Il Pratto'. Entonces cayó nuevamente en las redes del séptimo arte y ya nunca volvería a oponerse a sus encantos. "Yo quería ser periodista, no actriz, pero no pude resistirme a los Taviani, mis directores preferidos", recuerda Rossellini.

Su interpretación en Il Pratto le valió el premio Nastri D’Argento a la mejor actriz revelación en los 80, tras lo que repitió experiencia con la película Il Pap’occhio, una sátira sobre el Vaticano que no tuvo buenas críticas, pero aumentó su fama. Para entonces, la hija de Bergman ya se había convencido de que la interpretación era su mundo. El cine no solo estaba cambiando el rumbo profesional de Isabella.

En aquella época acababa de conocer al director Martin Scorsese y cuentan que a ambos les bastaron apenas unos minutos para enamorarse. A pesar de que la experiencia del director con el matrimonio no era buena –ya se había divorciado en dos ocasiones–, quiso intentarlo una tercera vez con Isabella y se casaron cuando ella tenía 27 años y él, 37. La relación no duró más de tres años en los que hubo tanto amor apasionado como épocas turbulentas, pero la actriz sigue recordándola con cariño. Las cosas no fueron fáciles entre otros motivos por las adicciones del director, que lo llevaron al borde de la muerte.

Tampoco ayudó el carácter de Scorsese, que según amigos cercanos a la pareja exasperaba a Isabella. La actriz contó en su biografía, Some of me, que su entonces marido se levantaba maldiciendo cada mañana, algo que le ayudaba a "tomar fuerzas para salir de la cama y afrontar un nuevo día".

Según ella, el mal carácter de Scorsese era el motor de su actividad creadora. Aunque pueda parecerlo, no había acritud en sus palabras. A pesar de estar basada en el mal genio, esa creatividad resultaba irresistible para la actriz según confesaría ella misma. "Me atrajo su mente viva, curiosa, divertida, interesante", manifestó décadas después de su divorcio, tras lo que añadió que no creía que fuera la única a la que esas cualidades le atrajeran.

"De hecho, Marty (Martin Scorsese) ha estado casado en cinco ocasiones, así que ahí tienes la prueba", comentaba. Tras el divorcio, las ofertas para continuar con una carrera que parecía estar despegando llegaban con cuentagotas.

De Scorsese me atrajo su mente viva, curiosa, divertida, interesante"

De nuevo sin proponérselo, su vida profesional tomó otro camino. Ocurrió cuando una amiga le presentó al fotógrafo publicitario Bruce Weber. Él pensó que sería perfecta como modelo, y a Isabella le pareció divertido prestarse a una sesión de fotos. La sorpresa llegó cuando Weber hizo llegar esas fotos a la revista Vogue y su rostro acabó siendo portada. La vida de la actriz daría un giro radical a partir de entonces, cuando Lancôme la eligió como modelo de sus campañas para los siguientes 14 años. "Fue la forma más fácil de convertirse en multimillonaria después de ganar la lotería", diría la actriz, que en este tiempo ha sido fotografiada por Richard Avedon, Annie Leibovitz, Helmut Newton y otros pesos pesados de la fotografía.

Atracción por los directores

En esta etapa en que se ganó la vida exclusivamente como modelo se enamoró del que se convertiría en su segundo marido y también padre de su hija Elettra. Jon Wiedman era modelo ocasional y aspirante a director, además de estudiante de Arquitectura, cuando se conocieron en una sesión de fotos para Calvin Klein.

El flechazo fue instantáneo y duró tres años. Cuando el amor se acabó, se separaron amistosamente e Isabella, que acababa de cumplir 33 años, pensó que había llegado el momento de retomar la interpretación. El director Taylor Hackford quería que saliera en 'Noches Blancas', y ella aceptó apareciendo junto a Helen Mirren y Mijaíl Barýshnikov, con quien la prensa le adjudicó un romance. Ambos negaron esa relación. Sin embargo, unos meses más tarde el amor sí llegó de verdad a la vida de Isabella Rossellini.

Y al mismo tiempo, su carrera como actriz despegó definitivamente. Durante un descanso del casting para la película Terciopelo Azul, el director David Lynch se acercó a la mesa en la que estaba comiendo Isabella. Le dijo que se parecía mucho a la hija de Ingrid Bergman. El amigo que le acompañaba le aclaró que se trataba de Rossellini, la hija de Bergman, y Lynch le pidió disculpas.

Lynch, su verdadero amor

Al día siguiente, el director de casting vio la prueba de Rossellini y le dio el papel. La actriz no defraudó: interpretó a Dorothy Vallens, una cantante obsesiva y sadomasoquista que le valió el Independent Spirit Award unos meses más tarde. La película, convertida en uno de los filmes más emblemáticos de finales de los 80, fue un éxito absoluto, aunque también levantó polémica por su explícito contenido de violencia sexual.

"Era una película fuerte que fue un escándalo en algunos sitios. Incluso las monjas de mi colegio me escribieron para decirme que rezaban por mí y ofrecían misas por mi salvación después de lo que habían oído de la película. Fue una experiencia desagradable para mí, pero me alegro de que a partir de ella se reconociera a David Lynch como un director con mundo propio", diría sobre la película que la convirtió en actriz de culto para el cine independiente.

Durante el rodaje, ella y David Lynch comenzaron a salir y todo marchó sobre ruedas durante un tiempo. Después del filme, Rossellini interpretó a su madre en una serie de televisión y participó en cinco películas más antes de rodar 'Corazón Salvaje' de nuevo a las órdenes de su compañero David Lynch. Esa película marcó el fin de su relación. Aunque se presentaron juntos al estreno, el director la abandonó unos días después. Al parecer, la distancia durante los rodajes en los que no trabajaban juntos y las obsesiones de Lynch acabaron con una relación que sus íntimos describieron como tormentosa.

" David está obsesionado con la obsesión", diría la actriz después de que saliera a la luz una de las extrañas fobias del director, en esta ocasión a los olores de la cocina. Rossellini nunca ocultó que para ella esa ruptura fue un duro golpe. Según diría la actriz, esta fue su "relación más significativa". Años más tarde confesaría que necesitó la ayuda de un terapeuta para superarlo: "David fue el gran amor de mi vida. Creía que él pensaba lo mismo de mí, pero obviamente estaba equivocada", dijo a Die Zeit. Durante los siguientes cuatro años, la intérpete siguió compatibilizando sus papeles en el cine con su carrera como modelo, pero se tomó un descanso en lo referente al amor.

Aquel tiempo le sirvió para reflexionar acerca de su fascinación por los grandes directores. Para la actriz, esa atracción estaba relacionada con su padre, a quien idolatraba cuando era niña. "Martin y David son parecidos»" dijo en una ocasión refiriéndose a Scorsese y Lynch. "Los hombres de mi vida son visionarios, un poco como mi padre. Me siento muy inspirada por ellos, impresionada por su presencia".

Sin embargo, su siguiente pareja no fue otro director sino un actor. La carrera de la intérprete continuaba viento en popa cuando llegó al rodaje de Amor Inmortal y conoció a su compañero de reparto Gary Oldman. La película contaba el romance entre Beethoven y la condesa húngara Anna Marie Erbody, y los actores se enamoraron. Llegaron a hacer planes de futuro e Isabella declaró que algún día se casarían, pero ninguno de los dos quería correr. "Necesitamos tiempo porque hay una familia por integrar, por eso nos lo estamos tomado con calma", dijo la actriz en una entrevista. Se refería a que Oldman era padre de un hijo y ella, de dos –además de su hija Elettra, Rossellini es madre de Roberto, a quien adoptó en solitario–. Poco después de esas declaraciones, Oldman ingresaba en una clínica de rehabilitación para alcohólicos donde conoció a otra mujer y la relación se terminó.

Los amores discretos

No fue la última de sus parejas conocidas. Después mantuvo una relación con Gregory Mosher, director y productor teatral, que acabó tan discretamente como comenzó. "Me he emparejado y he trabajado con personalidades fuertes, me atraen", diría años después. De la última conocida hace ya algo más de 15 años, y asegura que lleva tanto tiempo viviendo sola que no sabe si podría compartir su espacio. "Muchas veces voy al cine o a un museo sola", decía recientemente al diario 'The Telegraph'.

"Está bien, aunque sería bonito poder tener a alguien con quien compartir la experiencia. Pero no sé si necesitas un marido para eso", sentenciaba la actriz, que parece seguir una de las frases preferidas de su madre: "Sé tú mismo. El mundo rinde culto a la originalidad".

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