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“Nunca me ha pesado el apellido”

Pertenece a la cuarta generación de una de las sagas de oftalmólogos más importantes del mundo. Una profesión con la que se siente realizada y que le permite realizar una labor social maravillosa.

Elena Barraquer nos explica su labor humanitaria. / Pere larrègula

ANDRÉS GUERRA

La doctora Elena Barraquer (Barcelona, 1954) encabeza, con su hermano Rafael, la cuarta generación de la saga de oftalmólogos más importante del mundo. Su clínica es una referencia internacional en la que adinerados jeques árabes se codean con parados. Todos son atendidos.

Su niña mimada es la Fundación Barraquer, que creó su padre vendiendo el penúltimo Mercedes-Benz 540K, regalo de un príncipe egipcio y del que solo se fabricaron tres. Hoy su equipo opera alrededor de 3.000 personas al año en países del Tercer Mundo. Lo hace porque disfruta ayudando a los demás. Y Elena, que opera cantando 'rock', es una mujer a quien le encanta disfrutar.

  • Corazón Enhorabuena, acaba de recibir, de manos de el Rey Felipe VI, el Premio Codespa en categoría de Pyme Solidaria por su lucha contra la ceguera en España y en países en vía de desarrollo. No es la primera vez que se ven, ¿verdad? Elena Barraquer Conocí a Su Majestad de niño, cuando él debía tener ocho o nueve años, porque mi padre operó a don Juan de cataratas y el dr. Muíños, de desprendimiento de retina. No creo que él se acuerde, pero vinieron los tres hermanos a visitar a mi abuelo y, el día de San Juan, se celebró una comida a la que vinieron los reyes Juan Carlos y Sofía. Debió ser en el 77. A Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, la operó de cataratas mi abuelo Ignacio.

  • Corazón Un rey, un premio Nobel, un presidente, ¿cambian ante un médico? ¿Se vuelven frágiles? Elena Barraquer Hay de todo. Personas muy famosas que son divos y otros que son tan normales como cualquiera. Y gente muy sencilla que, en ocasiones de estrés, se crece. No veo mucha diferencia entre las clases sociales; sí en tener o no educación. Y eso no depende de la clase social.

  • Corazón El profesor Joaquín Barraquer, su padre, falleció a finales de agosto pasado. ¿Cómo lo recuerda? Elena Barraquer Como un buen padre. Me parezco mucho a él y mi madre. Algunas buenas amistades me lo recuerdan con ciertos gestos. Yo misma lo noto. Cuando recibí el premio Codespa, dije: "Como hubiese dicho mi padre, es algo que nos empuja a seguir por el campo de la superación con paz, seguridad y amor", una de sus frases favoritas. Lo echamos de menos.

  • Corazón Y de su abuelo Ignacio heredó la pasión por los animales. Elena Barraquer Él tenía un pequeño zoo en esta terraza en el que había un puma, dos chimpancés, muchas aves… Antes no teníamos las técnicas actuales para captar la agudeza visual, así que, cuando mi abuelo tenía dudas sobre si certificar o no la incapacidad de un paciente, pasaba consulta con el puma. Si el cliente se sobresaltaba, ¡es que veía más de lo que decía!

  • Corazón Ser la cuarta, con su hermano Rafael, de la más prestigiosa saga de la oftalmología en Europa, ¿es un orgullo o un peso? Elena Barraquer Nunca ha sido un peso. Cuando decidí estudiar Medicina y hacerme oftalmólogo, las mujeres éramos un 25 % en las facultades. La responsabilidad caía sobre mi hermano y pocos esperaban que fuese a trabajar como médico. Muchas amigas de mi generación estudiaron una carrera que nunca ejercieron. Nunca fue un peso, siempre me sentí libre de hacer lo que desease.

  • Corazón Sin embargo, nació y creció en la clínica, donde vivían sus padres y sus abuelos. Veía operar a su padre y a su abuelo. ¿Estaba casi destinada a ser oftalmóloga? Elena Barraquer Siempre he disfrutado de todo lo que hago. Creo que es una actitud. Mi hermana, Mariana, también creció en la clínica con nosotros pero ella es pintora. Salíamos del cole, veníamos a hacer los deberes y teníamos un cuarto de jugar dentro de la clínica, sobre el piso en que ellos vivían. Lo pasábamos muy bien.

  • Corazón Se especializó en EEUU, primero en el National Eye Institute de Bethesda (Maryland), luego en el John Hopkins y en el Sinai Hospital de Baltimore. ¿Fue difícil adaptarse a la mentalidad norteamericana? Elena Barraquer Fue muy fácil. Soy muy adaptable y me encanta viajar y conocer cosas nuevas; me encantó la experiencia. Mi padre estaba en un congreso y el director del National Eye le ofreció una beca para estudiantes extranjeros y no me lo pensé. Aunque al principio me pasó alguna cosa con el inglés que… (risas).

  • Corazón ¡Cuénteme! Elena Barraquer En inglés hay muchas palabras con doble sentido, por ejemplo, to screw, que es atornillar y, también, acostarse con alguien. Yo venía de estudiar francés, así que cursé un intensivo de dos semanas nada más llegar. Cuando comencé la universidad aun tenía lagunas, claro. Un día compré unas estanterías para mi nuevo apartamento y esa noche me quedé colocándolas hasta las tantas. Dormí poco. Al día siguiente, en el laboratorio, me preguntaron qué me pasaba y contesté que me había pasado toda la noche 'screwing'. ¡No veas las risas! Y yo repuse "¿No me creéis? ¡64 screws!". Y como las risas no cesaban y yo no entendía nada, acabé de arreglarlo: "¡Mirad, mirad, si hasta tengo callos en las manos!" (risas). Me hice muy popular

  • Corazón ¿Fue traviesa de joven o aplicada? Elena Barraquer Fui traviesa, aunque no suspendía, también es cierto. Un mes antes de exámenes me encerraba a estudiar. Mi hermana estudiaba Arquitectura y nos atrincherábamos con grandes termos de té toda la noche. Pero fui muy juerguista. Había una discoteca en Barcelona que se llamaba Metamorfosis y yo me iba a bailar hasta las 3 de la mañana. Eso sí, a las 8 estaba en pie para ir a la facultad.

Cuando opero pongo 'rock' y les canto a mis pacientes"

  • Corazón Lleva en el Centro de Oftalmología Barraquer desde finales de 2002. El resto de su vida lo ha pasado fuera de España. Elena Barraquer Viví en EE.UU. once años especializándome, investigando… De allí me fui a Italia, porque me casé con un señor italiano que es también oftalmólogo y abrimos una consulta. Cuando mis hijos eran pequeños trataba de adaptar mis horarios a los suyos, naturalmente.

  • Corazón Hoy es directora ejecutiva de la Fundación Barraquer. En 2015 viajaron a Blangladés, República Dominicana y 15 países de África para operar a pacientes sin recursos. ¿Cómo son esas agotadoras jornadas de cirugía intensiva? Elena Barraquer No son agotadoras. Agota o fastidia cuando no hay pacientes para operar, cuando los encargados –autoridades de mando intermedio– no han sabido hacer el trámite y no tienes los 50 pacientes diarios que esperas. No viajas allí, con el gasto que implica, dejando de atender a pacientes en Barcelona, para operar solo a diez o 20 pacientes. A esas personas les devuelves la vista y, a veces, la vida, naturalmente, pero duele pensar que podrían haber sido muchos más. Hoy nuestra Fundación opera en esos viajes de 2.500 a 3.000 cataratas, más que muchas clínicas privadas de España.

  • Corazón ¿Ha pensado alguna vez si el mayúsculo ejemplo de sus antecesores la empujó a hacer algo grande, algo como trabajar en el tercer mundo con su fundación? Elena Barraquer Probablemente. No creo que para demostrar nada, ojo, porque mi primer viaje fue casi por casualidad: la ONG SOS Infancia quería un oftalmólogo para visitar a unos niños en el sur de Senegal. Allí comprobé la necesidad que había y lo demás vino rodado. No busqué algo diferente, pero me enganchó y me encanta. En Barcelona disfruto operando, pero si yo tengo fiebre y me quedo en cama, los pacientes no quedan desatendidos. Nos los repartimos con los demás doctores. Allí sé que soy su única posibilidad para que puedan ver.

  • Corazón ¿Cómo son sus pacientes de esos países africanos? Elena Barraquer Los subsaharianos son distintos a los marroquíes y argelinos, que al ser mediterráneos son más expresivos. En Senegal también lo son, te están dando las gracias efusivamente antes de destaparles el ojo. En la isla de Ivo, en Mozambique, me llamaban ‘la gran diosa blanca que devuelve luz’.

  • Corazón Pero nunca se lo ha creído, ¿no? Elena Barraquer ¡No, por Dios! Es solo que he tenido la suerte de tener estas manos y haber aprendido un oficio con el que puedo ayudar a la gente. Tengo vocación de médico: mira, en la cínica para este jueves tengo programadas 23 cataratas. Me encanta trabajar y ayudar. Sobre todo cuando son niños. Y en África nos necesitan mucho.

  • Corazón ¿Qué supone operar a un niño? Elena Barraquer Quizá te da más satisfacción porque tienen toda una vida por delante y les facilitas que puedan ir al colegio, aprender a leer y conseguir algo para su futuro, que ya lo tienen bastante crudo. Hace un par de años tuvimos una paciente de 15 años en Angola que, además de cataratas, era hipermétrope. La operamos de ambos ojos ¡y cómo corría por los pasillos de la clínica! Un niño de Bangladés al que devolvimos la vista no sabía que haría en cuanto saliera del hospital. Ni siquiera tenía amigos, porque no podía salir de casa: si no ves, en según qué países te puedes caer a una zanja e incluso comerte un animal salvaje. O atropellarte un coche, como nos pasó en Dakar. Era un viernes por la tarde, el anestesista llamó a su casa para informar de los trámites del visado –en casos muy complicados nos traemos al paciente– y la familia pensaba que estaba con nosotros. Nunca llegó a casa; la había atropellado un coche saliendo del hospital.

  • Corazón ¿Qué tipo de dolencia es la más frecuente? Elena Barraquer Estamos especializados en cataratas. También hay mucho glaucoma en África, pero este necesita un seguimiento más estricto y difícil de llevar. La malnutrición y la fuerte luz solar aumentan los casos. Y además, no hay tecnología ni oftalmólogos. Hace dos años en Mozambique había cinco para todo el país. En estos dos años nos hemos encargado de entrenar a tres MIR de último año, ahora hay alguno más.

  • Corazón Su abuelo Ignacio dejó dicho: «Que ningún paciente quede desatendido por no tener dinero». ¿En qué consistía ese mandato? Elena Barraquer Mi abuelo creó un servicio de dispensario en 1941. Él atendía en el hospital de San Pablo y tenía su clínica. Como no quería que ningún paciente quedase desatendido, en aquella época había literalmente dos puertas: la de consulta privada y la de dispensario u obra social. Si una persona tenía que operarse y no disponía de recursos, debía traer un "certificado de pobreza" y con eso accedían a los mismos servicios que quien venía de Arabia Saudí cargado de petróleo.

  • Corazón ¿Funciona hoy este servicio? Elena Barraquer Sí, sí, desde luego. A través del dispensario llegan personas humildes y el paciente solo se hace cargo del coste de material, instrumentista, anestesista y quirófano. El oftalmólogo no cobra. Y si aun así no llegan a poder pagar este precio, nuestro asistente social estudia si la Fundación les financia toda la operación. No conozco ninguna otra clínica privada en Europa que ofrezca este servicio.

  • Corazón Una clínica en que los doctores van numerados. Elena Barraquer La idea se le ocurrió a mi abuelo Ignacio para evitar duplicidades, al ser una saga familiar, vio que podrían coincidir varios doctores con el mismo apellido. Mi abuelo era el I y hoy lo ocupa mi hermano, Rafael; mi padre era el III y su tío José Ignacio el II, que ahora ocupa el doctor Álvarez de Toledo. Mi número es el XIX. Aunque hace años me dieron la opción de optar a un numero mas bajo, siempre me ha gustado el XIX por cómo se escribe en números romanos.

  • Corazón Tiene dos hijos: Rodrigo y Stefano. El primero es productor musical y ‘Dj’; el segundo iba para médico pero… Elena Barraquer Stefano dejó la Medicina, ¡pero está muy contento! No era la suyo; estuvo cuatro años estudiando Medicina en Croacia pero finalmente volvió y ahora estudia Periodismo. También hace de DJ con un tipo de música distinta a la que le gusta a su hermano. Para Rodrigo, la música es su pasión: compone, va a clases y pincha.

  • Corazón Se ha divorciado dos veces. ¿Cuesta aguantar su ritmo? Elena Barraquer Es posible (risas). Yo reconozco que no soy fácil. Tengo mucho carácter, necesito mi espacio y soy tremendamente independiente. Pero estoy muy contenta sola, tengo muchos amigos y mucha gente que me quiere. No pocos días escojo quedarme en casa sola y tranquila para desconectar.

  • Corazón Y desconecta con... Elena Barraquer Viendo películas con mis hijos, jugando en el iPad, al trivial, paseando con mi perro, comiendo sushi y leyendo novelas. Ojo, nada espeso sino de evasión; por ejemplo, 50 sombras de Grey, aunque los leí en diagonal (risas). Y me encanta la música. Cuando opero, pongo mi lista de Spotify con rock y le canto a mis pacientes. A ellos también les gusta. Se relajan más.

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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