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“He visto a mucha gente sufrir, por eso me empeño en alegrar a los demás”

Si tuviésemos que asociar su imagen a una fundación, sería a Inocente, Inocente, con la que colabora desde hace 21 años, pero trabaja en más proyectos solidarios.

"Estoy muy agradecido al mundo solidario" / elio valderrama

ANA GARCÍA LOZANO

Voy de camino y todavía no puedo creer que vayamos a encontrarnos. Llevamos meses intentado cuadrar agendas. Él pasa toda la semana en Sevilla, al frente del programa 'La tarde aquí y ahora', de Canal Sur. Además, una caída del caballo le tiene, desde hace días, unido a dos muletas. Así que no nos queda otra que vernos un sábado. El lugar, el que él ha elegido: el hotel Puerta de Madrid.

  • Corazón Juan, ¡cuánto nos ha costado quedar! Yo que le tenía por un hombre fácil… Juan y Medio Y lo soy, de verdad, muy facilón. Han sido las circunstancias.

  • C. La vida va muy deprisa, aunque siempre hay tiempo para la solidaridad… J. M. Yo estoy muy agradecido al mundo solidario, porque fui empresario muy joven y, enseguida, me fue bien. Empecé de figurante, sin diálogo, sin frase, haciendo bulto… Me apasiona cómo ha discurrido mi carrera, porque, a fuerza de ir progresando en la vida, se te abren posibles caminos que tomar y tuve la inmensa suerte de que en el mío se cruzó gente que me mostró la cara menos amable de la vida. Yo pertenecía a una familia sin problemas, sin necesidades económicas, sin enfermos

  • C. Y, ¿cómo tomó contacto con el mundo solidario? J. M. De repente, un día me dijeron: "Oye, ¿me acompañas?". Creo que podría haberme desviado, quizá, a una vida mas disoluta, a depender de la bebida, a consumir droga que no lo he hecho en la vida– a pelearme… Pero, de repente, tuve la suerte de que mi cabeza hizo clic y me quedé asombrado de que, con lo egoísta que en general soy, como todo ser humano, descubrí que había un mundo paralelo con el cual, por mis circunstancias, no había tenido contacto y que me mostró una parte de la vida increíble. Creí que, en principio, era yo el que hacía cosas por esas otras personas, que es el pensamiento primario: "Soy tan guay que, como salgo en la tele, voy allí y soy supersolidario, porque dedico mi tiempo"

Abajo, en una visita a su tío Pepe, hermano de su padre, persona que le crió. / elio valderrama

Al principio creía que era yo el que hacía cosas por esas personas. Y en asbsoluto"

  • C. Pero no... J. M. ¡Qué va! Me di cuenta de que no, en absoluto. He conseguido incorporarlo a mi vida y ya no lo hago por ellos. Como soy egoísta, repito, lo hago por mí. Me produce tal alegría, tal sensación de sentirme útil el hecho de que ellos sepan que están acompañados, que alguien les dedica su tiempo, su esfuerzo…

  • C. Personas a las que pone nombre y cara. J. M. Es fantástico, porque he tenido la posibilidad de conocer al enfermo de espina bífida que ahora está casado y con hijos, a la muchacha con síndrome de Down que trabaja en el Parlamento de Toledo… Porque han pasado muchos años desde que hicimos, por ejemplo, el teléfono del menor, el banco de médula

  • C. El programa que presenta tiene un componente solidario. J. M. Sí, ese punto solidario que me permite ir a cualquier pueblo de Andalucía. Se han formado parejas gracias al programa. Enterramos y casamos a gente. Es un contacto con la vida que pasa, sobre todo, por estar por los demás. Mi existencia es infinitamente más rica y me permite dormir con la conciencia un poquito más tranquila.

  • C. Yo sé de un proyecto que tenía hace unos años de construir una residencia para los mayores en su tierra, Lúcar, Almería… J. M. Ya está hecha, a falta de dos habitaciones: una, para que los ancianos residentes que salen de una operación, si no tienen quién les cuide, puedan dormir en la residencia; otra para la peluquería, para que venga un peluquero del pueblo de al lado y las personas mayores no tengan que desplazarse para cortarse el pelo. Ya están hechas las cocinas, los dormitorios, todo...

  • C. ¿Sigue ocurriendo que durante el horario de emisión de su programa, las urgencias de los centros de salud disminuyen hasta en un 95%? J. M. No es exactamente así. Es que en el botón de teleasistencia se produce una caída brutal cuando está el programa en antena, porque las personas mayores están menos pendientes de su dolencia. Durante la emisión no se acuerdan de que les duele algo. Yo pensé que me lo decían por halagar, hasta que se presentó la consejera y me enseñó los estudios de teleasistencia, donde se veía la curva normal. Durante las horas de programa, esa curva bajaba o se mantenía plana y en cuanto acababa la emisión, subía de nuevo.

  • C. La gente mayor le ha dado mucho, pero también los niños… Y si asociamos su imagen a una causa solidaria concreta, esa es la de la Fundación Inocente, Inocente, a la que lleva ligado desde el principio. J. M. 21 años, nada menos.

Durante mi programa se produce una caída brutal en el botón de la teleasistencia"

  • C. Me gustaría recordar que la Fundación lleva más de 20 años recaudando fondos para ayudar a distintas entidades que dedican su esfuerzo a los más inocentes, los niños con problemas físicos, psíquicos, de marginación o exclusión social. ¿Qué le aporta? J. M. Yo no había visto nunca un niño con parálisis cerebral. No sabía que alguien pudiera ser tan dependiente de un tercero. Entonces, pensé en ese tercero y en que también necesitaba vacaciones, tenía que descansar y empezamos a plantearnos quedarnos con los niños una semana o 15 días, para que los padres pudieran hacer un viaje, resolver asuntos, respirar, en definitiva… Comenzamos también a alquilar pisos para la gente que tiene a sus hijos en tratamiento oncológico durante mucho tiempo. Luego llegó la Fundación Ronald McDonald, la Fundación Aladina, con las que también he colaborado…

  • C. Pero aquella fue su primera toma de contacto. J. M. Es cuando me di cuenta de que todo lo demás es absolutamente secundario, son fuegos artificiales, es vacuo, inconsistente, no me aporta nada. Me enamoré de Aberasturi, que me llevó a las cárceles… Bueno, Andrés es otra historia...

"Se han formado parejas gracias al programa" / elio valderrama

  • C. Se emociona, recordando J. M. Es que casi no puedo seguir, porque me acuerdo de cosas brutales que he vivido con él… He visto a mucha gente sufrir, pero eso me da fuerza. Por eso este empeño mío en alegrar a los demás, porque hay gente ahí fuera que lo necesita, que está en una mesa camilla esperando que llegue el programa, que no se puede mover por la artrosis, que le queda poca vida, con testimonios que te parten el corazón y, a lo mejor, una risa les distrae un momento, una broma, un requiebro… Me recuerda a las pantallas de las videoconsolas, donde, cuando vas perdiendo, puedes coger esa bolsa que brilla para ir consiguiendo vidas… Yo voy recuperando vida con estas cosas. Ya lo decía Benedetti: "Hay que defender la alegría. ¿Desde qué frontera? Desde cualquiera"

  • C. ¿Alguna alegría concreta y reciente? J. M. Cuando organizas una estructura que permite que un bloque entero de ancianos reciba visitas en la enfermedad. Eso es increíble.

  • C. ¿Cómo lo hace? J. M. Buscando voluntarios para turnarnos para atender a estas personas que no tienen familia y hay que darles de comer, de beber… Decirles que mañana volvemos, que si necesitan algo, que lo digan… Eso hace que esa gente ya no se vea completamente sola. Quizá son pequeños detalles, pero creo que es una cuestión de estar siempre alerta.

  • C. Es que la solidaridad debería empezar por uno mismo, pero al menos, por lo más cercano. J. M. Claro, si me voy al cinturón de miseria que hay alrededor de Lima, ya sé que se necesita ayuda, pero no hace falta eso. No me gusta la gente que solo tiene escrúpulos de puertas para afuera.

  • C. ¿Qué le motiva? J. M. Nada de lo que verdad me interesa lo puedo comprar: ni la salud ni la simpatía ni que te quieran ni que amanezca ni que anochezca… Dices: "Para qué me voy a complicar la vida en este mundo artificial si lo bueno está ahí fuera. Si además te enseñan el desamparo de mucha gente, la ausencia de cariño, el maltrato… ¿para qué voy a potenciar otra cosa, si así soy razonablemente feliz?"

  • C. ¿Lo es? J. M. Como decía Serrat, no soy feliz, pero estoy satisfecho. Para ser feliz hay que tener más presupuesto, ¿no crees?

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