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Gigi y Bella, un imperio llamado Hadid

Bella nunca sonríe, es morena y ‘rebelde’. Gigi encarna el prototipo de dulce rubia californiana. Su madre salía en un reality show de millonarias y ellas, gracias a las redes sociales, se han convertido en las hermanas más famosas, rentables y globales de la moda. Así han construido su imperio las tops.

Gigi (dcha.) y Bella, vestidas de Tommy Hilfiger / d.r.

IXONE DÍAZ

Todo lo que hacen es noticia. Absolutamente todo. Su último selfie sin maquillaje y en ropa interior en Instagram. Su última campaña publicitaria. Su última cena romántica con su último novio. Su última barbacoa con sus últimas amigas famosas, sean Taylor Swift y Kendall Jenner o Emily Ratajkowski y Selena Gómez. Su última (y probablemente ficticia) polémica. Como cuando Gigi se dejó fotografiar con sus axilas sin depilar e inspiró auténticos tratados filosóficos sobre la lucha feminista contemporánea. O la última vez que inspiraron una tendencia, como cuando su hermana pequeña, Bella, se puso un chándal para pasearse por un aeropuerto y la antigualla ochentera volvió a ponerse de moda en cuestión de horas.

Mezcla de socialités y de instagirls, las hermanas Hadid son una auténtica fábrica de titulares con agencia de noticias propia con sede en sus cuentas de Instagram. Así es como se han convertido en dos de las modelos más famosas (y mejor pagadas) del planeta. Además, las Hadid tienen algo obvio que las diferencia de las demás: son dos. Una rubia y la otra morena. Una de belleza más mainstream; la otra, más misteriosa y underground. Una más sonriente la otra más taciturna. La fantasía de cualquier marca y cualquier diseñador. Y así es como están levantando un imperio en plena expansión.

Con 36 y 16 millones de seguidores en Instagram, todo lo que hacen es noticia y se convierte en tendencia.

'Si no eres la chica más encantadora y más trabajadora de la industria, siempre habrá alguien más guapa, más encantadora y más trabajadora que tú'. Ese mantra lo aprendieron de su madre, la exmodelo holandesa Yolanda Hadid. Su padre, el empresario de origen palestino Mohamed Hadid, construía mansiones en Bel-Air y Beverly Hills y se encargó de que no les faltara de nada. Crecieron con un pie en la casa familiar de Malibú y otro en el rancho de Santa Bárbara y tuvieron una infancia típicamente angelina: tardes de playa, instituto con vistas al mar, divorcio (civilizado, eso sí) y elitismo teen. Ni siquiera faltaron los cameos en el reality show en el que su madre ejercía de estrella: ' The real housewifes of Beverly Hills'.

Aunque Gigi hizo su primer anuncio de Guess cuando tenía tres años, tuvo una adolescencia privilegiada, pero relativamente corriente: era la capitana del equipo de voleibol de su instituto y participaba en competiciones de hípica con sus propios caballos. Al terminar sus estudios, se trasladó a Nueva York y empezó a estudiar Psicología Criminal sin demasiada convicción. Poco después de llegar, firmó un contrato con IMG Models ('hogar' de modelos como Alessandra Ambrosio, Amber Valletta o Gisele Bündchen), dejó los estudios y debutó sobre la pasarela de la Semana de la Moda de Nueva York en un desfile de la firma española Desigual.

Gigi, chica Malibú. Es la hermana de rostro amable. Representa el prototipo de belleza californiana: melena rubia, cara angelical y medidas perfectas. MAX MARA / D.R.

Cuatro años después, Gigi es una de las modelos mejor pagadas del mundo (factura más de nueve millones de dólares al año), ha desfilado para todas las grandes firmas de alta costura, acaparado las portadas de todo el planeta y lucido palmito en el inevitable calendario Pirelli o en el archifamoso desfile de Victoria’s Secret. Pero también ha tenido que pagar los consiguientes peajes de la fama planetaria. Le han acusado de una cosa y de la contraria: de tener demasiadas curvas (llegaron incluso a llamarle 'gorda') y de estar demasiado delgada, algo que ella ha achacado a un problema crónico de tiroides. También ha tenido que soportar el escrutinio público de su vida privada. Los paparazzi han documentado todas y cada una de sus relaciones: desde su romance adolescente con Nick Jonas (y más tarde con su hermano Joe), hasta su relación con el cantante británico Zayn Malik, con el que forma la power couple más influyente de la generación de jóvenes millennials.

Imagen radical, top comercial

Y mientras Gigi conquistaba Nueva York, Bella, un año y medio más joven, ejercía de rebelde sin causa en casa. Con 14 años, se teñía el pelo de azul y atravesó la pertinente fase punk; con 17, la arrestaron por conducir borracha. Se quedó un año sin carné, cumplió 25 horas de trabajo comunitario, asistió a 20 reuniones de Alcohólicos Anónimos y, aparentemente, aprendió la lección. Sin embargo, nunca fantaseó con subirse a una pasarela. En cambio, le gustaba cocinar (y llegó a tener su propio blog de gastronomía) y soñaba con participar en unas Olimpiadas como jinete.

Tuvieron una infancia privilegiada en los Ángeles: Tardes de playa, hípica y vestidos de lujo.

Pero con 16 años tuvo que dejar la hípica y cambiar de planes. Como su madre y su hermano Anwar, Bella sufre la enfermedad de Lyme, una dolencia infecciosa crónica provocada por la picadura de una garrapata que produce dolores musculares, fatiga extrema y, en algunos casos, pérdida de las habilidades cognitivas. Quizá por eso, en 2014 tomó un camino que nunca se había planteado.

Se mudó a Nueva York, teóricamente para estudiar fotografía, pero terminó fichando por la misma agencia de su hermana y poco después estaba subida a las mismas pasarelas. Sin embargo, en cuestión de meses Bella dejó de ser 'la hermana de' o ' la morena de las Hadid' para construir una carrera propia. En apenas dos años, ha desfilado para diseñadores como Balmain, Chanel, Givenchy o Diane von Fürstenberg, se ha convertido en uno de los ángeles alados de Victoria’s Secret, colecciona portadas, contratos publicitarios y es una profesional de las alfombras rojas. Y es ambiciosa. Tanto, que habla sin sonrojo de ganar un Oscar, aunque jamás ha pisado una clase de interpretación y su única experiencia documentada es haber protagonizado un videoclip del cantante The Weeknd, con el que salió una temporada.

Bella, el lado oscuro. Vivió una adolescencia de estilo punk y algunos problemas con la ley. Su estética es más alternativa y su carácter, oscuro y taciturno. OSCAR DE LA RENTA / D.R.

Pero a sus 21 años, Bella lleva su ritmo: la enfermedad que padece le obliga a limitar sus compromisos y, en ocasiones, a suspender o aplazar sus sesiones de fotos cuando el agotamiento se apodera de ella. 'Cuando tenía 16 o 17 años, salía por la noche, pero ahora soy como una abuela. A veces salgo, pero prefiero trabajar al cien por cien, porque apenas tengo energía suficiente para terminar el día', ha contado.

Cómplices, no rivales

Sobre la pasarela y frente al objetivo de los fotógrafos, son completamente diferentes. Gigi es el paradigma de la ' chica Malibú': melena rubia, belleza angelical, medidas perfectas. Bella, cuya belleza muchos insisten en comparar con la de Jennifer Lawrence o Laetitia Casta, es más alternativa y misteriosa. Y pese a todo, siempre han sido inseparables, de esas hermanas que terminan las frases de la otra. Han contado que se pelean, sí, pero por cosas intrascendentes. El típico 'no me cojas ese vestido', 'no vuelvas a ponerte mis botas'. ' Es mi mejor amiga y la amo a muerte –ha dicho Bella de Gigi–. Ha pasado por todo lo que estoy pasando yo, porque llegó antes a este negocio. Poder llamarla y escuchar sus consejos es genial. Si estoy triste, la llamo e inmediatamente me siento mejor. Es increíble. La quiero'.

Y, aunque a veces compiten por los mismos contratos, juran y perjuran que entre ellas no existen celos. ' Hay trabajo de sobra para las dos. No hay razón para enfadarnos o competir entre nosotras. Si ella consigue un contratro, bien por ella. Somos familia, así podrá comprarme un par de zapatos', replica Bella. Y tienen razón: si ella es imagen de Nike, Gigi representa a Reebok. Y si Gigi promociona Maybelline, la pequeña tiene un contrato con la línea de maquillaje de Dior. Todo queda en casa.

La reinvención de las supermodelos

Y así su imperio crece cada día. Con cada nueva campaña y con cada nuevo desfile. O, mejor dicho, cada hora. Con cada nuevo follower. Gigi tiene 37,5 millones de seguidores (y subiendo) en Instagram; su hermana supera los 16 millones. Y, poco a poco, su negocio se está diversificando: Gigi ya comercializa con mucho éxito su propia línea de ropa de la mano de Tommy Hilfiger (esta primavera presentará su cuarta colección) y diseña joyas para la marca francesa Messika; Bella ha debutado diseñando ropa y accesorios para la firma más underground Chrome Hearts.

Hijas de un palestino, son musulmanas y critican la política migratoria de Trump.

Pero las Hadid no solo son moda. En la era de las modelos instagrammers, ser y ejercer de influencer también es un requisito y una responsabilidad. Y eso implica promocionar las marcas que te pagan, pero también alimentar una imagen pública, una posición política, defender una causa justa o concienciar, como ha hecho Bella, sobre los peligros del bullying. Quizá por eso, han criticado a Donald Trump y se manifestaron en Nueva York contra la prohibición de entrada de ciudadanos de siete países musulmanes en Estados Unidos.

Es un asunto que les toca de cerca: su padre fue un refugiado palestino que, después de vivir en un campo de refugiados sirio, llegó con su familia a Estados Unidos cuando era niño. ' Estoy orgullosa de ser musulmana', dijo Bella en una entrevista, rompiendo el penúltimo tabú y confesando que de pequeñas respetaban el Ramadán y siguen sintiendo una profunda conexión con la cultura y las tradiciones islámicas.

Las Hadid son la demostración de un cambio de paradigma en el mundo de la moda. Mientras las tops de los 90 se hicieron famosas por no levantarse de la cama por menos de 10.000 dólares, modelos como ellas y Kendall Jenner o Karlie Kloss han reinventado la profesión con la complicidad de las redes sociales. Ahora, 10.000 likes o 10.000 nuevos followers valen mucho más. Aunque para conseguirlos tengan que hacerse selfies antes de salir de la cama, con el pelo revuelto y el maquilleje corrido. Las Hadid lo han convertido en un arte. Uno muy rentable sobre el que están construyendo su omnipresente imperio.

21 de marzo-19 de abril

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