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Orden... y concierto

Un fantasma recorre Instagram: el orden más obsesivo (casi TOC) es capaz de producir un placer incomprable en algunas personas y un desgarrador sentimiento de culpa en otras. ¿Dudas existenciales? Dime como tienes tu armario y te diré quien eres

mariekondo, sweetbookobsession, shelfjoy, shelfjoy, annimint. Algunos de los perfiles de los fanáticos del orden en las redes sociales muestran estanterías con los libros ordenados siguiendo los colores del arcoíris, cómo guardar la ropa o diferentes formas de exponer los más variados objetos. / d.r.

SILVIA TORRES

Una vez al año suelo llamar a una amiga, una de esas heroínas anticaos, y la dejo a solas con mi armario mientras salgo a la calle a disfrutar de su último día de entropía (lo más lejos posible). Cuando vuelva a casa, sé que nada habrá quedado de mi endémico desorden. Los jerséis estarán perfectamente ordenados por gamas de grises y de blancos. Mis pantalones estarán colgados en perfecta simetría de perchas, que ella compra idénticas porque la diversidad (de perchas, se entiende) le pone "de los nervios". Y los cajones, perfectamente alineados, habrán conseguido, por fin, cerrar del todo.

Like, like, like

Pero algo más hará mi amiga, como punto final a su obra: fotos. Fotos en las que mi armario parece una maqueta, un casa de muñecas, un lugar sagrado que da miedo profanar. Sé que durante un par de días viviré con miedo a "revolver" en mi armario. Pero se también que luego se me pasará. No me someto más de dos veces al año a esta terapia de choque.

Cuando se va, mi amiga sube la foto cenital de mi armario a Instagram con el hashtag #konmari y me etiqueta. Un día después, mi armario impoluto ha conseguido 12.765 likes. Es una pena que ya la foto tenga poco o nada que ver con la realidad. En Instagram, el personal comenta extasiado la perfecta alineación de mis cosas: "¿Qué pusiste antes, los pantalones de cinturilla o los de goma?", "¿Los calcetines van doblados o hechos bola?", "¿Cuánto tiempo te ha tomado? A mí, tres semanas", me dice una que inmediatamente cuelga la foto del suyo histéricamente estructurado.

Bajo el hashtag #konmari se agrupan los seguidores de Marie Kondo, la estrella planetaria del orden, una ilustre desconocida hasta que publicó La Magia del orden (Aguilar, 2015). De su libro se vendieron más de tres millones de ejemplares en todo el mundo, 100.000 de su edición en castellano, y la japonesa de 35 años entró en la lista de las 100 personas más influyentes de la revista Time.

El asunto es que hemos llegado a 2017 obsesionados con el orden. Todo empezó con las listas. ¿Recuerdan cuando, allá por 2013, nos apasionamos con los blogs dedicados a hacerlas? Según parece, la ilusión del orden -y una lista no es más que eso- nos hace sentir más seguros en un mundo cada vez más difícil de controlar. Shaun Usher, autor del libro Listas memorables (Ed. Salamandra, 2015), que compila todo tipo de series, desde los 10 mandamientos hasta el diario de vocablos del cantante Nick Cave, reconoce que "las listas existen como contrapeso kármico a la naturaleza caótica del mundo y como elemento compensatorio a la tendencia humana de perder el tiempo".

En Instagram abundan los shelfies: una contracción de selfie y sheld (estantería)

Desde entonces, todo ha ido a peor. Si das una vuelta por Instagram, encontrarás a muchos adictos de la vida organizada. Toda una fauna que se autodenomina las shelfie queens -entiéndase shelfie como una contracción de dos palabras inglesas, una seguro que la conoces, selfie, la otra es shelf (estantería)- y sus cuentas de Instagram consisten en fotos de librerías y armarios impolutos, de cajones simétricamente distribuidos y de zapateros ordenados por fecha de fabricación del calzado.

Dulce obsesión

Las shelfie queens viven en un mundo perfectamente ordenado, limpio y fotografiable desde todos sus ángulos. Por si no fuera suficiente, puedes leer los comentarios de sus seguidores a cada foto. Todos promueven métodos improbables para ordenar (aún más). En torno a la cuenta japonesa @annimint (25.500 seguidores:) se agolpan adolescentes de todo el mundo para admirar su destreza en colocar milimétricamente un universo de libros manga y accesorios de papelería en color rosa chicle.

Por su parte, la inglesa Emily Sweet que está detrás de la cuenta @sweetbookobsession acumula 17.800 de seguidores. Sus fotos están dedicadas a mostrar su biblioteca ordenada según los colores del arcoíris y mezclando libros leídos y a medio leer, y series de televisión completas o a medio terminar. Su obsesión es que todo, absolutamente todo, quede dispuesto siguiendo el orden cromático del arcoíris. No me pregunten por qué. Cuando lo consigue, cuelga la foto y da información al respecto: "Hacer esto me ha tomado cinco horas".

La buena noticia es que Emily aprovecha para recomendar libros y contar sus últimas lecturas. Contra todo pronóstico, en su cuenta se habla de orden pero también de literatura impresa en papel. La chica también colecciona ediciones de sus obras preferidas. La foto con su ejemplar número 30 de Orgullo y Prejuicio causó revuelo entre sus seguidores: 1.600 likes para un libro cuya tapa está ilustrada con... ¡libros alineados!

Nunca antes en Instagram y Pinterest se habían publicado tantas fotos de armarios organizados, habitaciones despejadas, neveras milimétricamente ordenadas (por los colores de las tarteras). Al parecer Kondo, que ya tiene otro libro en el mercado -La felicidad después del orden (Aguilar, 2016)- nos ha convencido de tesis como: "Cuando tu habitación está limpia y despejada, no te queda otra opción que examinarte por dentro". O la argentina María Gallay, que en su libro El poder del orden. Una terapia contra el caos (Planeta, 2017), dice que "tu casa puede ser el refugio al que volver cada día y no la pesadilla que nunca termina".

A medida que va quedando claro que se avecinan años caóticos para la raza humana -algo que el advenimiento de Donald Trump y el descubrimiento de los exoplanetas no ha hecho más que confirmar- crece el número de fanáticos del orden: si no puedes controlar tu vida, controla al menos tu armario o tu biblioteca. Por eso hay en Instagram cientos de cuentas consagradas enteramente a documentar todo el proceso (y a reproducir infinitas conversaciones sobre el asunto). Paradoja: algo totalmente irrelevante hace un par de años, como el orden acapara ahora la atención de la generación más distraída de la historia.

La novedad es que estas labores antes se mantenían en la intimidad, pero ahora se airean en las redes sociales, causan admiración y se seducen a miles de diletantes. Ordenar es moderno y algunas gurús del asunto aseguran que genera un intenso placer... casi sexual. Incluso se habla del "organismo" -un orgasmo que se consigue cuando se alcanza la cúspide del orden-. Esta periodista jamás lo ha experimentado. Quizás se trate de eso que ahora está en todas partes y que el mentalmente desordenado presidente de Estados Unidos ha dado en llamar fake news (noticias falsas).

Gurús de una obsesión (muy documentada)

Es la lideresa del orden mundial gracias a su método, konmarie, que siguen con pasión millones de personas. Sus fotos de Instagram están dedicadas a demostrar la superioridad de este frente a cualquier filosofía de autoyuda y, por si fuera poco, bajo la etiqueta #konmari se agrupan las fotos de hordas de escrupulosos que intentan aplicar sus enseñanzas. En su cuenta podemos encontrar desde una nevera hasta un cajón de calcetines milimétricamente dolados y alineados. Todo es susceptible a la organización.

Su creadora se llama Nicoly y vive en Brasil. Dice que es una booklover [amante de los libros]; y su cuenta es, según sus propias palabras, un bookstagram. Recomienda libros que ordena en pilas perfectas equilibradas y que son por sí mismas objetos de decoración.

En su cuenta se define como otakú, un término popular que en Japón se aplica a las personas con aficiones obsesivas, sobre todo en el universo manga. Sus fotos son un loa al rosa chicle y a la organización simétrica de todo tipo de libros, bolis, papelería o merchandising de las historietas mangas.

Una variedad de bibliotecas y estanterías perfectas te reconciliaran con la especie humana. Volverás a creer en el futuro cuando encuentras a tantas personas interesadas por los libros y por almacenarlos (y enseñarlos) del mejor modo posible.

Su dueña es la inglesa Emily Sweet, lectora de profesión. Su pasión, más bien obsesión, es ordenar librerías siguiendo las tonalidades del arcoíris. Cueste lo que cueste. Su cuenta es una sucesión de fotos de estanterías repletas de libros, pero ordenadas en un degradado cromático perfecto. Over the rainbow...

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