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Mascotas, por Julia Navarro

!Qué guapos son los cachorros! Parecen juguetes. Sí, eso parecen, pero no lo son...

Niño con perro en Navidad. / getty

Julia Navarro
JULIA NAVARRO

!Qué guapos son los cachorros! Parecen juguetes. Sí, eso parecen, pero no lo son. Dirán ustedes que ya lo saben, pero me voy a permitir una vez más recordárselo en estas fechas, porque son muchos los niños que piden a Papá Noel o a los Reyes Magos que les traigan un cachorro. Y son muchos los padres que, sin pensárselo demasiado, les complacen regalándoselo.

Sí, en Navidad es cuando más perros se compran; y en verano, cuando más se abandonan. Por eso quiero hacer una llamada de atención a los adultos para que no sucumban a la petición de sus hijos sin estar seguros del compromiso que implica tener un perro o un gato. Son seres vivos, no juguetes. Tienen hígado, estómago, ojos... y sienten. Sí, sienten, exactamente igual que usted y que yo.

Si a usted le dan una patada en la espinilla, le dolerá; y si alguien le da una patada a un perro, le duele igual. Si usted tiene una gastroenteritis, lo pasará fatal; si su perro tiene gastroenteritis, lo pasará igualmente mal. Si a usted le abandona su pareja, se llevará un disgusto morrocotudo; pero si usted, cuando llegue el verano, se tiene que ir de vacaciones y no saber qué hacer con el perro y opta por abandonarlo, su perro sufrirá; y no solo eso, es que no comprenderá qué ha hecho para merecer ese castigo.

Lo he escrito en muchas ocasiones: el grado de civilización de una nación también se mide por cómo trata a los animales. Desde luego, nuestro país deja mucho que desear al respecto. Hay fiestas populares que son lisa y llanamente una vergüenza, porque están dedicadas a maltratar a algún animal, ya sea una vaquilla o una cabra.

Pero vuelvo,, aquí y ahora, a estas navidades en que tantos y tantos niños escribirán en su carta a los Reyes Magos que lo que quieren es un perro. Tener un animal en casa cambia la vida. Tendrá usted que tener paciencia y no enfadarse cuando su cachorro mordisquee las patas de las sillas, o se haga con sus zapatillas y no las quiera soltar, o se coma un juguete de su hijo. Y, claro, hasta que crezca y aprenda, tendrá que aguantar estoicamente que el cachorro se haga sus necesidades en casa. No es que lo haga para fastidiarle a usted, es que al principio será demasiado pequeño para sacarle a la calle; y, además, es algo que, poco a poco, tiene que aprender.

Es decir, que si a usted no le gustan los animales, si no es capaz de sentir que un perro es uno más en la familia y que, por tanto, tiene obligaciones y deberes para con él –el primero, quererle; luego, alimentarle, sacarle a hacer sus necesidades, llevarle al veterinario, darle la comida adecuada, mantenerle limpio...–, entonces absténgase de dar el capricho a su niño.

¡Ah! Otra recomendación: si le gustan los animales y decide que está más que dispuesto a tener uno en casa, no olvide que hay muchas instituciones que tienen perros que han sido abandonados por sus dueños desalmados y que esperan una segunda oportunidad. Pues eso.

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