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Birgitte Nyborg y las servidumbres del poder

¿Te imaginas una serie que muestre la estrecha relación de la política con los medios de comunicación? En Dinamarca ya la tienen.

Sydse Babett encarna a Birgitte Nyborg en Borgen. / D.R.

La clave para entender a Birgitte Nyborg, primera mujer ministra de la historia de Dinamarca, es por supuesto su moño. En casa aparece siempre a medio peinarse, por la mañana, ocupada entre el desayuno y los niños; o con el pelo suelto, por la noche, la copa de vino tinto en la mano, en el dormitorio tratando de resucitar la vida sexual con su marido. Durante su infinita jornada laboral, en cambio, su cabeza, su personalidad, su ejercicio del poder no se entienden sin ese peinado que culmina en un moño impecable, terriblemente simbólico. Un moño tenso como solo lo es la política al más alto nivel.

El pelo tenso, sujeto por horquillas, significa la tirante vida familiar, sometida a la presión del cargo: su hijo de ocho años que ha vuelto a orinarse en la cama desde que su madre pasa muchas menos horas en casa que en Borgen (así se conoce al Palacio de Christianborg, la Moncloa danesa); su marido desatendido que, en la primera temporada, ha empezado a fijarse en sus alumnas más solícitas y atractivas.

Si me afectaran personalmente todos los casos de personas que conozco, no podría ser primera ministra

Birgitte Nyborg

Pero sobre todo simboliza la tensión de la vida institucional: todas esas traciones y servidumbres, todas esas fintas y todos esos rodeos para sortear lo honesto, lo correcto, la verdad. Gobernar un país es mentir, manipular, trabajar más horas que un reloj, avanzar y retroceder, sentir en tu cabeza, constantemente, que decenas de personas y de intereses tiran de ti hacia direcciones contradictorias. El moño está quieto, pero al mismo tiempo gira en espiral, como está quieto pero produce vértigo el cañón de una pistola en la nuca.

En Mountolive, la tercera parte de su magistral Cuarteto de Alejandría, Lawrence Durrell analiza la despersonalización que es implícita a la posesión del poder. Los otros dejan de verte como a un ser humano: no eres más que un cargo y ciertos favores posibles o promesas. Ese es el tema de Borgen. Birgitte, que llega a su puesto en minoría política y siempre estará en minoría íntima.

Ella, cada vez menos individuo, más Estado. Ella, cada vez más sola. Ella, cada vez más convencida de que es cierta esta cita de Maquiavelo que abre uno de los capítulos: "Un príncipe siempre tiene una razón legítima para incumplir una promesa". Ella, sin poderse soltar el pelo, presa de toda esas toneladas cúbicas de tensión, de esa espiral o vorágine de poder que progresivamente la constituye.

Borgen (Movistar+)

Borgen es una serie de la televisión pública danesa que reconstruye el ascenso de Birgitte Nyborg (Sydse Babett), que se convierte en la primera mujer en dirigir el país.

La política se muestra en su estrecha relación con los medios de comunicación. Aunque los nombres de los partidos y de los medios sean ficticios, cualquier espectador danés puede reconocer los referentes reales. ¿Se imaginan una serie parecida en Televisión Española?

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