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Piper Chapman, un rostro en la multitud

Heroínas en serie: "Soy tan mona... Mira lo mona que soy".

Taylor Schilling interpreta a Piper en Orange is the new black. / D.R.

JORGE CARRIÓN Madrid

Los títulos de crédito nunca engañan y los de Orange is the new black dejan muy claro que en esa serie no hay lugar para una protagonista. "Recuerda sus nombres", dice la canción, mientras se suceden caras de un montón de etnias, sin que ninguna tenga más importancia que las demás.

Por eso cuando nos presentaron a Piper Chapman tan rubia, tan mona, tan educada, en prisión por haberse dejado engatusar por una narcotraficante y haber transportado dinero sucio, nos quedó claro que su centralidad no podía durar demasiado. En efecto: se fue diluyendo. Y a su alrededor emergieron mujeres mucho más duras, mucho más poliédricas, que construyen el gran personaje colectivo que propone esta agridulce ficción.

La ambigüedad es el gran rasgo de Chapman, por eso nos cuesta tanto empatizar con ella

La ambigüedad es el gran rasgo de Chapman, por eso nos cuesta tanto empatizar con ella. No es del todo heterosexual ni del todo homosexual. Se rebela contra las injusticias, pero jamás lleva su rebeldía hasta las últimas consecuencias. Es buena persona, pero tiene arrebatos canallas.

Es la repelente de la clase, la listilla, la tonta, la soplona. Su belleza se va apagando a medida que se suceden las temporadas, en Litchfield, esa cárcel de mínima seguridad en que absolutamente todo se extingue paulatinamente, cada vez más moralmente feo.

Si fue en algún momento la protagonista de Orange is the new black es porque entra en ese mundo y nos brinda su punto de vista. Si no existiera un libro de memorias con el mismo título, si Piper Chapman no fuera el alter ego ficcional de Piper Kerman, la serie habría sido coral desde el principio.

De ese modo, una de las viejas estrategias narrativas, el uso de un personaje que llega a un nuevo mundo, cuyas reglas y miserias va descubriendo al tiempo que lo hacemos nosotros, sus espectadores, se confundió en este caso con la apuesta fuerte por una protagonista. Por suerte, no lo fue. Porque Piper, como acaba de verse en la cuarta temporada, donde se convierte en la parodia de la matona que no puede ser, no tiene suficiente maldad ni magnetismo para llevar una obra de ficción a sus espaldas.

Su disolución entre otros personajes mucho más poderosos nos ha revelado su condición. Mona, educada, medianamente culta: somos nosotros. El espectador medio de clase media, universitario y un poco viajado, de esta segunda década del siglo XXI. Piper eres tú, piénsalo. Tú tampoco serías protagonista en una cárcel.

Orange is the new black (Netflix)

Es una tragicomedia de Jenji Kohan, protagonizada por Taylor Schilling en el rol de Piper Chapman. Narra el día a día de una prisión de mujeres de baja seguridad, dividida en grupo étnicos y gestionada por una corporación privada.

Jorge Carrión es autor de Teleshakespeare (Errata Naturae).

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