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Perros: 6, Gallinas: 0

Era bajito, de pelo hirsuto y paticorto. Pero me robó el corazón...

Perros y gallinas / Maite Niebla

Pina Graus
PINA GRAUS

Era bajito, de pelo hirsuto y paticorto. Pero me robó el corazón. El flechazo fue mutuo. Me miró con sus ojos castaños y, de un salto, se acomodó a mi lado. Antes que él hubo otros, por supuesto, pero, en el amor, el primero no es el más importante, sino el último. El primero en cuestión apareció una noche lluviosa, empapado y con la mirada perdida. Le puse un plato y una alfombrilla cerca del fuego y, como nunca llegó a secarse del todo, le llamé Húmedo.

Luego vino Mun: un alaska-malamute que aullaba a la Luna y dormía tan feliz sobre la nieve. El problema es que, además de aullar, tenía fijación por mis gallinas y las ovejas del vecino. Todavía recuerdo aquella conversación con el dueño de un par de corderos que mandó al más allá ovejuno. En realidad eran corderos prenavideños, con lo cual yo defendí a mi perro (la mejor defensa es un buen ataque), argumentando que Mun solo se había encargado del trabajo sucio, librando a mi vecino de la penosa tarea de explicar a los niños por qué había pasado a cuchillo a los preciosos corderillos con los que jugaban en el jardín.

Intentar que dejara de dar caza a las gallinas tampoco fue fácil. Terminé por comprar kikas, unas pequeñas gallinas voladoras que por lo menos tenían la oportunidad de, en caso de peligro inminente, levantar el vuelo. Disfrutaba a la puesta de sol contemplando el enorme tilo con sus siluetas recortadas sobre el horizonte. Dado que tenían alas, el riesgo era elevado y un día salieron volando y desaparecieron en el horizonte.

Tiempo después llegó Max. Alguien lo dejó caer detrás de la tapia del jardín de una vecina. En ese momento, yo tenía perros: seis (gallinas: cero). Pero, al verlo, pensé: " Donde ladran seis, ladran siete". Con el tiempo, se volvió un acróbata que saltaba vallas de dos metros. De color negro y raza indefinida, nunca me arrepentí de haberle acogido.

Además de Max, estaban las perras. Kuni, una alaska-malamute que un día decidió que necesitaba exclusividad. Eligió como dueño a un artista local amigo mío, que se paseaba con ella sentada en el asiento del copiloto. Quedaban Picia, la bóxer, y sus hijas, Taba y Tula, resultado de los desafueros de su madre con el Zorrillo.

Los perros no viven tanto como quisiéramos, se fueron yendo. Quedábamos Bufalino, Microgata y yo cuando llegó Dina. Había aparecido apaleada y tirada en una escombrera. Nos la trajimos. Dina (de dinosauria) es fantástica y algo bruta. Triplica a Bufalin en tamaño, así que no le ha quedado más remedio que aprender a correr en zig-zag. Al llegar, ladraba a las vacas, a los pájaros, al cartero y a las cigüeñas. Con paciencia y cariño va aprendiendo. Y Bufalino, aunque celosillo, está feliz. Dina no solo ladra: también ronca y por la noche la casa retumba. Al oírla, pienso, ¿será que estoy loca? Sí: loca por ellos.

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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