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Agentes literarias: El legado de Carmen Balcells

Ella lo cambió todo. Negoció por sus autores y acabó con los contratros abusivos. Con su carisma y su fiereza se inventó un oficio. El escritor Jorge Carrión nos descubre a las mujeres que han seguido su estela en la industria literaria.

Haz click en la galería para descubrir los libros clásicos de la literatura que debes leer al menos una vez en la vida. (En la imagen la librería La Central, en Barcelona)./vicens giménez

Haz click en la galería para descubrir los libros clásicos de la literatura que debes leer al menos una vez en la vida. (En la imagen la librería La Central, en Barcelona). / vicens giménez

JORGE CARRIÓN

Carmen Balcells me esperaba llorando. Era el 7 de abril de 2015 y, al otro lado de las ventanas de su oficina, en la avenida Diagonal de Barcelona, lucía el sol. Sentada a la mesa de su despacho, vestía uno de los 100 modelos idénticos del uniforme blanco, con botas a juego, con que trataba de disimular la obesidad. Era la cuarta vez que quedábamos. Las tres anteriores me había invitado a comer; ahora venía a entrevistarla, ella misma me había dado cita por correo electrónico. Pero, cuando me vio aparecer por la puerta, me preguntó: "¿Quién eres?".

Fue la última vez que la vi y la primera que me pareció humana. La agente literaria más poderosa del mundo murió cinco meses después, a los 85 años. En la necrológica que le dedicó el diario The New York Times, decían que fue la agente de "los leones literarios" del boom. Su estrellato había empezado con el fenómeno global de Cien años de soledad, a finales de los 60. Para entonces ya había decidido que sus autores más talentosos recibirían un estipendio de la agencia para poder dedicarse solo a escribir.

El boom latinoamericano volvió rentable la fórmula Balcells. Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Nélida Piñón, Camilo José Cela, Julio Cortázar, Isabel Allende, Manuel Vázquez Montalbán (que la llamó "la superagente Balcells" en una novela), Eduardo Mendoza o Rosa Montero fueron algunos de los autores a los que acompañó en el camino hacia el éxito, defendiendo en los contratos sus derechos de autor, que antes de que ella lo cambiara todo siempre beneficiaban a la editorial y perjudicaban al creador.

Porque de eso se ocupa, sobre todo, un agente literario: de negociar. Durante la segunda mitad del siglo XX se consolidó en el mercado de las letras un espacio de intermediación económica independiente de las editoriales, la versión literaria del manager musical, del representante y el marchante. Y aunque el boom latinoamericano no se entiende sin editores como Carlos Barral o Francisco Porrúa, su pervivencia fue posible gracias a Balcells, que logró que sus clientes pudieran dedicarse a escribir toda la vida y no solo durante la estela de un premio o un best-seller. Es decir, Balcells les enseñó a sus escritores que para ser buenos no estaban condenados a ser pobres.

Para Xavi Ayén, autor del libro de referencia sobre el tema, Aquellos años del boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo (RBA), "Carmen Balcells representa, por un lado, la unidad de la literatura hispanoamericana, con Barcelona como capital; y por el otro, la dignidad del oficio de escritor, y la reivindicación de las condiciones económicas necesarias para serlo". Y concluye: "Su carisma es irrepetible".

La tetralogía de "la amiga estupenda", de Elena Ferrante, ha sido clave en mi carrera"

Ella sher

Pero, si Barcelona sigue siendo la ciudad de lengua española con mayor concentración de editores y de agentes, es porque sus figuras emblemáticas han generado escuela; y, además, una escuela abrumadoramente femenina. Carina Pons es ahora el rostro más visible de la agencia Carmen Balcells. Antonia Kerrigan, Mónica Martín, Mercedes Casanovas, María Lynch, Anna Soler-Pont, Sandra Bruna o Silvia Bastos son nombres también importantísimos en el panorama editorial de Barcelona y de la lengua española. Representan a escritores como Ángeles Mastretta, Carlos Ruiz Zafón, Martín Caparrós, María Dueñas o Almudena Grandes, entre otros cientos; solo una minoría de autores hispanoamericanos confían sus derechos a agencias de fuera de Barcelona lideradas por hombres.

Barcelona es nombre de mujer

Sher se ha hecho muy conocida gracias a su apuesta por autores emergentes españoles -Sergio del Molino, Aixa de la Cruz, Juan Gómez Bárcena o Jon Bilbao-, y por ser la persona de confianza en España y América Latina de varios sellos italianos, entre ellos Edizioni E/O, que ha gestionado los superventas de la escritora Elena Ferrante.

Ella Sher. / vicens giménez

Ella Sher, The Ella Sher Literaty Agency:

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    ¿Cuál ha sido su libro más importante?: La tetralogía de La amiga estupenda, de Elena Ferrante. Pero cada libro es importante.

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    ¿Qué se necesita para ser agente?: Cierta diplomacia para negociar, saber meterse en la piel de los autores y entender a los editores. Una pizca de relaciones públicas siempre ayuda.

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    ¿En qué ha cambiado la profesión?: Nuestros bolsos ya no van cargados con manuscritos. Los textos caben en una tablet y puedes leer en cualquier lugar del mundo. La inmediatez ayuda, pero también aumenta el flujo de trabajo y, por lo tanto, los niveles de estrés.

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    La negociación más difícil...: Vender un libro de un autor español que ya había comprado un editor italiano y que no se llegó a publicar. Pensaba que sería imposible volver a venderlo en Italia. Lo logramos tres años después.

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    ¿Los autores se quejan demasiado?: Los míos se quejan poco y por eso nos entendemos... ¡Es broma! Se quejan cuando hay que hacerlo.

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    ¿Qué tiene Barcelona que seduce a la industria editorial?: Una efervescencia y una complicidad entre autores, editores y agentes imposible en otras partes del mundo.

Llegó a Barcelona en 2005 y entró en la agencia de Guillermo Schavelzon porque en su currículum daba fe de su trabajo en el departamento de derechos de la prestigiosa editorial Adelphi de Milán: "Entré allí a los 18 años -dice con humildad-, mientras comenzaba Historia del Arte. En la biblioteca, ordenando los libros que llegaban, entendí qué diferencia había entre que un título hubiera sido publicado por la editorial Gallimard o por Seuil. Fue una escuela de vida".

María Lynch. / vicens giménez

María Lynch, Casanovas & Lynch Agencia Literaria

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    Hablemos de sus comienzos...: Empecé de chica para todo en la agencia mientras esperaba una beca para hacer el doctorado (¡en Biología!). Muy pronto me di cuenta de que me apasionaba el trabajo y acá sigo.

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    ¿Cuál ha sido el libro más importantes de su carrera?: ¡Esa es una pregunta imposible para una agente! La forma de las ruinas, de Juan Gabriel Vásquez, porque participé en su proceso de gestación. Memoria por correspondencia, de Emma Reyes, de una artista colombiana casi desconocida, porque aprendí que hay libros que pueden saltarse todas las barreras y llegar a los lectores contra todo pronóstico.

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    ¿Y el autor?: Diría que Javier Marías. Fue el primer autor consagrado que me agradeció mi trabajo, y he aprendido mucho trabajando con sus obras. También Juan Gabriel Vásquez, el primer autor que fiché, con su primera novela.

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    ¿Qué habilidades requiere este trabajo?: Ser entusiasta de los autores y saber transmitirlo; estar dispuesta a entregar mucho tiempo a un trabajo que a menudo invade la vida personal. Identificar necesidades de un lado y del otro; tener gusto y criterio propios; ser creativa.

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    ¿Cuál fue su negociación más difícil?: Deshacer un contrato de una autora con una editorial, para escribir una obra. Tuve que convencer al editor de que aceptara que la autora recomprara los derechos. Por suerte, salió bien.

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    ¿Cómo se aprende este oficio?: Como casi todos, ejerciendo. A menudo te encuentras en situaciones sin precedentes, y tienes que ser creativo.

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    ¿Por qué es tan atractiva Barcelona para el sector editorial?: Ha sido una ciudad muy abierta, dinámica, con un gran aprecio por la cultura. Aún vivimos un poco de esa apertura de los años 70, que ejerció de imán para muchos autores. Además, los catalanes son emprendedores.

Hay libros que se saltan todas las barreras y llegan a los lectores contra todo pronóstico".

María Lycnh

Con Schavelzon descubrió la Feria de Fráncfort, un máster intensivo para cualquier profesional del mundo editorial. Luego entró en la agencia de Sandra Bruna, y pronto la llamaron para dirigir el departamento de derechos internacionales de RBA: "Cuando llegué, vi que no iba a tener a nadie a mi cargo y fue muy duro. Pero tuve la suerte de gestionar el fenómeno de La Catedral del Mar, de Ildefonso Falcones, que me abrió muchas puertas. De pronto, todo el mundo sabía quién era yo".

En 2010, Sher decidió crear una agencia. Su primer autor fue Marc Pastor, de cuya novela La mala mujer (RBA) ya había vendido derechos en el extranjero. A Del Molino, el autor de La España vacía (Turner), lo fichó antes de que escribiera La hora violeta. Entre sus autoras destaca a Rosa Ribas y, por ser la que ha publicado más recientemente, a Katixa Aguirre, "que escribe en euskera y se ha traducido a sí misma". Saca del bolso un ejemplar de Los turistas desganados y me lo regala.

Acaba de irse el último grupo de jóvenes italianos con sus portátiles bajo el brazo. Ahora trabaja en Barcelona gente de todo el mundo, pero en los 60, cuando se instalaron García Márquez, Vargas Llosa o Donoso, para estar cerca de Balcells, lo normal era que los escritores latinoamericanos optaran por París. También en eso fue pionera la agente.

Nuestra mujer en La Habana

Para ser agente gas de ser versátil, flexible, pasional, tener don de gentes y memoria".

Sandra bruna.

La persona que animó a Ella Sher a probar suerte en Barcelona fue Paula Canal, entonces persona de confianza del emblemático editor Jorge Herralde, desde el departamento de derechos de la editorial Anagrama. Un tiempo después, Canal tomó una decisión sin precedentes: dejó Anagrama y se fue a trabajar para Indent Agency, con sede en Nueva York, desde La Habana. Así que Paula teletrabaja. Y responde en pocos minutos a mis preguntas vía chat: "Me dedico a buscar a autores, para apoyarlos y asesorarlos, y tratar de vender su obra a la mayor cantidad posible de idiomas y de modos de explotación (cine, audiolibro...)".

Desde la capital caribeña, tiene una visión de América Latina muy optimista: "Me parece una mina, un continente enorme donde apenas hay agencias. Casi todos los autores pasan por agencias españolas, y solo tras tener éxito en sus países".

Una realidad internacional

La profesión de agente literario no solo tiene fuerte representación femenina en España. Marly Russof en Nueva York, Andrea Brown en San Francisco, Jacinta di Mase en Melbourne o Renuka Chatterjee en Nueva Delhi son algunos de los nombres más destacados del ámbito anglosajón.

Sandra Bruna. / vicens giménez

Sandra Bruna, Sandra Bruna Agencia Literaria:

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    ¿Cómo empezó su carrera?: Desde abajo. A los 18 años, hacía de chica para todo en la agencia de Mercedes Casanovas. Fui haciendo distintas tareas hasta llevar la venta de derechos de los representados extranjeros.

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    ¿Una agente es sobre todo una lectora voraz?: Sí, pero también mucho más que eso. Hay que amar los libros y estar dispuesto a echarle muchas horas: es un trabajo vocacional.

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    ¿Algún libro ha marcado un punto de inflexión en su carrera?: La catedral del mar. Y tener autores como Care Santos, Francesc Miralles o Alejandro Palomas, que empezaron conmigo, y ahora están arriba, me llena de orgullo.

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    ¿Qué cualidades tiene una buena agente?: Has de ser versátil, flexible, pasional, tener don de gentes y memoria, saber leer y valorar cosas que no son de tu agrado y, por encima de todo ser muy honesta con los clientes: autores y editores.

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    ¿Cuál es el secreto de una negociación?: Hay que tener muy en cuenta quién es el autor y a quién se lo estás vendiendo y dónde. Pura estrategia.

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    ¿Se quejan mucho los autores?: Se quejan. Pero en el mundo editorial es normal que haya cosas que mejorar. Si la queja es constructiva, todos aprendemos.

En el entorno francófono, en cambio, la figura del agente no es tan importante. Las editoriales asumen una relación directa con el autor y la venta al extranjero de los derechos por las traducciones. Sophie Savary decidió dedicarse a representar autores hace cuatro años, cuando cerró su librería: " Mis amigos españoles me dijeron que se me daría bien el oficio; yo ni sabía que existiera". La apertura de agencias es un fenómeno reciente, sobre todo de los últimos cinco años, "cuando se han abierto algunas como la mía, dirigidas por mujeres".

Estudiaba en El Cairo y me traje varios libros de autoras egipcias para publicar. Así empecé"

Anna soler-pont

Sí encontramos agencias poderosas, en cambio, en Alemania. ¿Qué hay que tener para dedicarse a esa profesión? ¿Por qué son tantas las mujeres que destacan en ella? Se lo pregunto a Nicole Witt, cuya agencia se encuentra a pocos pasos de la sede de la feria del libro de Fráncfort. Y me responde: "Más allá de conocimientos de literatura, contratos, administración, mercados e idiomas, hace falta mucha disciplina, empatía, capacidad de networking y diplomacia, para intermediar entre partes que tienen metas compartidas pero no intereses idénticos. Hay quien asume que estas características son más pronunciadas en las mujeres".

Anna Soler-Pont. / vicens giménez

Anna Soler-Pont, Pontas. International literary &film agency:

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    ¿Cómo se convirtió en agente literaria?: En una estancia en El Cairo, mientras estudiaba Filología Árabe, el Nobel Naguib Mahfouz me introdujo en su círculo literario. Varias escritoras me pidieron que regresara a Barcelona con sus novelas. Al llegar a casa, cogí las Páginas Amarillas y empecé a llamar a editoriales para que se las publicaran.

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    ¿Basta con amar la literatura?: En absoluto. Debemos asegurar la mejor gestión de los derechos de los representados, el control de sus royalties, la estrategia editorial, los contratos... También hay que mantener la visibilidad de los autores cuando las editoriales dan por terminada la promoción: redes sociales, festivales...

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    ¿Qué título ha sido clave en su carrera?: Citaré cinco, uno por quinquenio: Mujer en punto cero, de Nawal al-Saadawi; El halcón, de Yasar Kemal; El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson; El guardián invisible, de Dolores Redondo; y También esto pasará, de Milena Busquets.

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    ¿Qué es lo más duro de este trabajo?: Hay que saber alternar horas de concentración y silencio con otras de actividad social. Y hay que hablar y escribir en tres o cuatro lenguas.

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    En un horizonte marcado por internet y la autopublicación, ¿la figura de la agente pierde o gana peso?: Gana. Al menos, para los autores que quieren profesionalizar su carrera.

Su maestra, Ray-Güde Mertin, fue la fundadora de Mertin Literary Agency, la empresa que ahora dirige Witt: " De ella aprendí que tengo que combinar la pasión con la paciencia, para que lleguen las ediciones, las traducciones o las adaptaciones. También me enseñó a defender los intereses de los autores sin prescindir de una buena relación con los editores, y que la pionera en esto fue la famosa Carmen Balcells". Mertin, profesora universitaria experta en literatura en portugués, se formó en Barcelona y en Berlín, y fundó la agencia en los años 80, siguiendo el ejemplo de la superagente catalana.

Entre la edición y la prescripción

En un horizonte marcado por internet y la autopublicación, le digo a Witt, ¿a qué retos se enfrentarán los agentes literarios? Ella lo tiene claro: "Habrá que defender el concepto de derechos de autor para no perder a los productores de contenidos serios y originales; debemos acostumbrarnos a que, en la red, las contribuciones no sean gratis; no pueden producirse sin costes, si queremos que sean de calidad. Y ten en cuenta que la mayoría de los autores aún anhelan ser publicados en una editorial de prestigio". Por todo eso, concluye, por la necesidad de la intermediación, de la edición y de la prescripción, "estoy convencida de que nuestro papel será cada vez más importante".

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