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Las estrellas que han cambiado la televisión española

Han creado una nueva forma de hacer ficción televisiva, con audiencias millonarias y éxitos incuestionables. Celebramos con Bambú su primera década de triunfos.

De izq. a dcha., Ana Polvorosa, Marta Hazas, Javier Rey, Asier Exteandía, Adrián Lastra, Manuela Velasco, Megan Montaner, Yon González, Amaia Salamanca y Diego Martín. Looks de belleza de Lancôme. / mario sierra

Beatriz García Manso
BEATRIZ GARCÍA MANSO

En Galicia hay una antiquísima tradición de contadores de historias. Mucha culpa la tiene ese clima inclemente que obliga a guarecerse y que ha dado durante siglos grandes narradores. Rara era la familia donde no había un abuelo o una abuela contando cuentos alrededor de los lares, en las noches de invierno. Los tiempos han cambiado y hoy las intrigas y los romances se transmiten de otra manera, pero aquella tradición sigue viva. Gallegos y herederos de ese legado, Teresa Fernández-Valdés y Ramón Campos, fundadores y productores ejecutivos de Bambú Producciones, no son otra cosa que contadores de historias, pero han cambiado el panorama de la ficción televisiva en nuestro país.

Ramón era solo un niño cuando prendió en él la semilla de una creatividad que parece infinita. Mientras rueda una serie, escribe el guion de la siguiente y varias más le rondan la cabeza. A los seis o siete años ya escribía telenovelas. “Mi padre era marino mercante, estaba siempre fuera; mi madre trabajaba y a nosotros nos cuidaba mi tata Maricruz, que era viuda del mar. Y se me quedaron grabadas las series que veía con ella: Hotel, Cristal, Los ricos también lloran… Crecí con esas tramas y me marcaron mucho. Empecé a escribir en un cuaderno diálogos de culebrón: “María Victoria, yo te quiero” y cosas así”, recuerda. Había nacido una vocación.

Ramón Campos, productor ejecutivo de Bambú. / mario sierra

Muchos años después, dedicado ya a su carrera como guionista y productor, su vida se cruzó con la de Teresa en un máster de producción audiovisual. Luego trabajaron juntos en varias series para la televisión gallega, se enamoraron por el camino y juntos dieron el salto a Madrid para producir su primera serie nacional, Desaparecida, que se convirtió en un soplo de aire fresco en la parrilla de 2007.

Aprender de un fracaso

Después de eso decidieron casarse, crear Bambú y seguir rodando historias. La primera fue Guante blanco, que TVE canceló por sus malas cifras de audiencia. “Podríamos decir que nos estrenamos con un fracaso. Nos dejó marcados. Me pasé tres meses viéndola una y otra vez. Quería diseccionarla, analizar qué había fallado, por qué la gente no había querido verla. Tenía claro que, si teníamos otro batacazo, se acabó y eso mi orgullo no podía permitirlo. Así que saqué una lista de conclusiones que pusimos en práctica en la siguiente. Y funcionó”. La siguiente fue Gran Reserva, el primero de muchos éxitos: Bajo sospecha, Gran Hotel, Velvet, Las chicas del cable, Tiempos de Guerra, Traición...

Dos de sus aciertos: un plantel de jóvenes y veteranos, y personajes a medida.

La última ha sido Fariña, que cuenta la historia del narcotráfico en Galicia con pulso de cine negro y sin hacer ni la más mínima concesión comercial: sin romances edulcorados, ni melodramas, ni medias tintas para complacer a todos los públicos. Su éxito ha superado las expectativas. “Bambú fue muy valiente al querer contar esta historia, y al hacerlo así –afirma Javier Rey, que tras dar vida al narco Sito Miñanco, vuelve a ser Mateo en Velvet Colección–. El resultado es una serie que, si viniera empaquetada de Baltimore, sería un fenómeno mundial, como ha sido The Wire. Fariña se ha hecho aquí y no tiene nada que envidiarle a ninguna de las mejores producciones del mundo, que son referentes para millones de espectadores. Creo que va a haber un antes y un después de Fariña”.

De izq. a dcha., Aitana Sánchez-Gijón, con vestido de Roberto Cavalli, sandalias de Úrsula Mascaró, joyas de Swarovski y look de belleza de Lancôme. José Sacristán, traje de B Corner para Just One, polo de Hence, y deportivas de New Balance. Concha Velasco, jersey y pantalón de Punto Roma, chaqueta de Zara y zapatos de Gadea. Imanol Arias, traje de B Corner para Just One, camisa de Massimo Dutti, reloj de Bulgari y zapatos de Martinelli. / mario sierra

La ficción española se ha sacudido los complejos y ha dado un paso de gigante hacia las series concebidas con una visión estética y artística. “ La televisión ha cogido el relevo de muchos riesgos creativos que, desgraciadamente, el cine ha dejado de tomar –reflexiona Diego Martín, que lleva años metido en la piel de Enrique Otegui, primero en Velvet y ahora en Velvet Colección–. Muchos guionistas, directores y actores que la consideraban como una segunda división, se encuentran en una carrera para ver quién es el más original, el que hace la serie más potente… La televisión se ha adueñado, no sé si por incomparecencia del cine o por asalto a mano armada, de un sello creativo y de autor”.

¿Cómo lo han hecho? Megan Montaner (Gran Hotel, La Embajada, Velvet) enumera algunos ingredientes de la receta: “El casting, los personajes, la ambientación, el mimo y la pasión que ponen al hacer las cosas... Y creer en lo que hacen, que es la clave de lo que ha conseguido Bambú”.

Para Teresa Fernández-Valdés, “lo que ha marcado la diferencia ha sido tratar la televisión y a su público con muchísimo respeto, intentando que una nueva serie supere siempre a la anterior, contando con los mejores medios, saliendo a rodar a La Rioja, a Santander o a Galicia, que enriquece muchísimo y no es banal, porque tiene mucho que ver con la calidad de la fotografía”.

Imanol Arias interpreta en Velvet Colección a Eduard Godó, un tiburón de los negocios, y hace malabares con su agenda para compaginarlo con Cuéntame y con su regreso al teatro tras 24 años de ausencia (La vida a palos se estrena el 29 de junio en Bilbao y luego viajará a Madrid, Uruguay, Argentina, Chile…). Él es historia viva de un medio en el que debutó hace cerca de cuatro décadas. Recuerda el actor unos inicios brillantes, con series que se rodaban como cine (Fortunata y Jacinta, Anillos de oro, Los gozos y las sombras…). Luego vino la sitcom, con El Maestro o Médico de familia que, sin tener gran calidad, cosecharon muchísimo éxito. Hasta llegar al momento actual, en el que finalmente se han unido calidad y audiencia.

Imanol hace memoria y culmina, divertido: “ Soy un tipo que siempre detestó la televisión. Después de Anillos de oro, me estuve negando 10 años, porque había sobre todo telenovelas y me centré en el cine. Pero yo, que siempre me cuidé mucho de no hacer televisión, he acabado haciendo muchísima. Lo cual quiere decir que, como en otras cosas de mi vida, no tenía ni puta idea”, dice con humor. Rectificar es de sabios y también rendirse a la evidencia de que la pequeña pantalla ya no es la hermana pobre del cine. “Eso se acabó. Ahí tienes a Meryl Streep en Big little lies, o a Anthony Hopkins en Westworld, ¿qué más hace falta? Espero que las salas de cine no desaparezcan, pero podría suceder que dentro de 15 o 20 años ir al cine se haya convertido en una experiencia vintage”, dice Adrián Lastra (Velvet Colección).

Entre dos generaciones

Uno de los aciertos de Bambú es un plantel de actores en el que jóvenes y veteranos suman fuerzas, y unos personajes creados a medida para aprovechar el talento de cada uno, trabajados con mimo por el equipo de dirección –con Carlos Sedes a la cabeza– para perfeccionar, como en el cine y el teatro, cada emoción. “Su mérito es que no siguen las modas, sino que arriesgan y hacen apuestas. Y valoran el trabajo de los actores, siempre te dan espacio para crear”, cuenta Marta Hazas (Gran Hotel, Velvet y Velvet Colección).

Asier Etxeandía habla con pasión de Raúl de la Riva, su alter ego en Velvet Colección. “ Me gustan los personajes que parecen una cosa y son otra, porque aborrezco los prejuicios. No me gusta la gente que te clasifica nada más verte, porque nadie sabe la tormenta que uno vive. Él parece déspota, estirado y egocéntrico, pero es un enamorado del arte, un sensible de cojones. Es un romántico, un Lord Byron”.

A Etxeandía no le cuesta admitir que los primeros días temía enfrentarse en la grabación a José Sacristán, un referente para él. “La gente no tiene ni idea de cuál es la profesión de actor, solo ven al famoso, palabra que aborrezco. Lo importante no es quién eres, es lo que haces y eso me lo ha enseñado gente como Pepe Sacristán, que lleva años, ama su profesión y tiene una filosofía de vida que nos da la medida de lo que es un actor”.

Por el contrario, a Yon González (Las chicas del cable, Gran Hotel, Bajo sospecha…), que se ha medido con Concha Velasco, Lluis Homar o Ángela Molina, eso no le asusta. “Tener enfrente a alguien con mucho oficio es la manera de crecer. Hacer una secuencia no es una competición para ver quién se luce más. Pensar así es fatal. Se trata de que yo pongo un escalón, el compañero otro, yo el siguiente y así llegamos al objetivo”.

En Bambú, las mujeres están presentes, delante y detrás de la cámara.

Por mucho que todos coincidan en citar a José Sacristán como maestro, al actor, que a sus 80 años ha sumado Velvet y Tiempos de Guerra a un curriculum que supera el centenar de títulos, no le gusta dar consejos. “ La renovación es formidable, hay una generación de actores excepcional”, afirma tajante, y explica que la historia de la cultura se mueve porque el talento va renovándose, aunque él no piensa jubilarse: “Porque mi trabajo da sentido a mi vida. Y, sobre todo, porque el motivo fundamental por el que me dedico a esto es porque es un juego. Si es cultura o si es arte, vaya usted a saber, pero sin duda es juego. El del niño que quiere ser el pirata, el gánster, el mosquetero… Yo echo mano del crío que fui cada vez que me pongo ante una cámara o me subo a un escenario. Pobre de aquel que pierda de vista, ignore o descuide al crío que fue”.

Tampoco Concha Velasco es de contar batallitas. Aunque dice que sus compañeros con frecuencia le tiran de la lengua, porque saben que podría relatar muchas y muy jugosas. “Son todos estupendos. Yo fui protagonista muy pronto y eso significa que respeto mucho a la gente joven. No tengo envidia ni nostalgia; yo ya he hecho lo que ellos están haciendo, ya me he acostado con el galán joven y el señor mayor, y ahora estoy donde tengo que estar”. Que es en el papel de doña Carmen en Las chicas del Cable y abarrotando los teatros con El funeral, escrita y dirigida por su hijo Manuel. Y, aunque malinterpretando sus palabras, se ha publicado que se retiraba, de eso nada. “¿Tú crees que soy tonta? Solo soy vieja, que tengo 78 años, pero siempre he sido lista. ¿Cómo voy a irme con los papeles estupendos que me escriben? ¿ Cómo voy a decir que no a Las chicas del cable, que se ve en 190 países, con la productora considerada en este momento como una de las más importantes del mundo y donde me cuidan y me quieren? Sería tonta, ¿no?”.

Teresa Fernández-Valdés, productora ejecutiva de Bambú Producciones, con vestido de Marella y brazalete de Daniel Espinosa. El look de belleza es de Lancôme. / mario sierra

Teresa y Ramón acaban de regresar de Los Ángeles donde han asistido a la feria internacional en la que los grandes estudios presentan sus capítulos piloto. Allí han acompañado a Eva Longoria, que se enamoró de la serie Gran Hotel y ahora producen juntos la versión americana. “ En el extranjero se respeta mucho la ficción española. El boom en su día de Gran Hotel, ahora de Velvet, La casa de papel o Las chicas del cable hace que los productores miren cada vez más hacia aquí”, cuenta Ramón.

De hecho, uno de los hitos de los 10 años de Bambú fue el estreno de Las chicas del cable, la primera serie española producida para Netflix, una ventana a 300 millones de espectadores en todo el mundo. Ana Polvorosa, una de sus protagonistas, se enorgullece de una historia sin fronteras: “Es una serie que aborda el tema de la mujer en todas sus facetas: sexual, laboral, familiar… Mi personaje es una mujer transgénero que me fascinó, por el reto como actriz y la necesidad de normalizar algo que sigue siendo tabú. ¡Ostras que riesgo, pero qué riesgo tan necesario!”

De Hollywood a Cannes

Sus próximas apuestas: "Alcàsser", el pop de los 60 y un thiller erótico.

Porque el éxito de Bambú se mide en audiencias pero también en reconocimiento internacional. Teresa fue elegida en 2016 una de los cinco showrunners más influyentes de Europa por la revista The Hollywood Reporter. El pasado año, Forbes la incluyó en la lista de las mujeres más poderosas de nuestro país y en mayo fue la primera española en recibir la medalla de honor en el MIPTV de Cannes, el mayor mercado de contenidos para televisión. “El mundo audiovisual sigue siendo de hombres, sobre todo en los cargos directivos; no te encuentras a muchas mujeres liderando sus propias productoras. Aunque mi carrera ha sido siempre compartida con Ramón, estos reconocimientos hacen más visible y ponen en valor la presencia femenina y ayudan a establecer referentes para las chicas jóvenes”.

Las mujeres han estado muy presentes en la historia de Bambú. Gracias a esa alma gallega y matriarcal que reivindica de manera consciente el valor femenino, delante y detrás de las cámaras. Y eso, se nota. Amaia Salamanca se reconoce bambuizada: “Han contado conmigo incluso durante mis embarazos. He pasado dos en Velvet y uno en La embajada y siempre me lo han puesto fácil. Debería de ser así en todas partes, pero la realidad suele ser otra y eso lo valoro mucho”.

Y un proyecto tras otro, con contadas excepciones, parecen empeñados en dar prioridad a los puntos de vista femeninos. Aitana Sanchez-Gijón adelanta que en la segunda temporada de Velvet Colección su personaje regresa de Cuba. “Para doña Blanca, el trabajo ha sido siempre lo primero. Cuando tiene una aventura con un jovencito, le dice: “No te equivoques, esto es solo sexo”. Son importantes los papeles de mujeres que toman las riendas de sus vidas y luchan por su lugar en el mundo”.

Otra sorpresa será el regreso de Cristina Otegui ( Manuela Velasco). “Espero tener una carrera muy larga, pero sé que habrá pocos papeles como este. Cristina empezó siendo una persona luminosa, pero lo que le fue pasando le hizo primero estar deprimida, luego amargada, luego querer morirse y, al final, el dolor se convirtió en un odio destructivo. No puedo estar más agradecida por estos personajes tan complejos, que te hacen plantearte muchas cosas”.

Bambú celebra su décimo aniversario augurando un futuro en el que habrá cada vez más creadores con talento y mejores contenidos, nacerán nuevos géneros, lenguajes y propuestas. Ellos adelantan algunas de las suyas, como Alcàsser, una serie documental sobre el asesinato de las tres niñas que pretende dar respuesta a muchas preguntas abiertas en torno al caso; estrenarán 45 revoluciones (Antena 3), sobre la explosión del pop en España en los años 60; y llegará Instinto a Movistar+, un thriller erótico protagonizado por Mario Casas. Pero esa ya será otra historia.

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