Vago pero feliz

De una vida tranquila también se saca la felicidad.

Edurne Uriarte
EDURNE URIARTE

Antonio Cassano es un futbolista italiano que juega en el Sampdoria y que iba para gran estrella pero se quedó a mitad de camino. Porque, acaba de reconocerlo en una entrevista, él siempre fue muy perezoso, aunque, añade, es feliz y eso es lo que cuenta. Y este chico vago pero feliz ha captado mi simpatía a pesar de situarse en las antípodas de algunos de mis valores. O precisamente por ello, porque entiendo una parte de su diferencia, y, sobre todo, por su sinceridad para reconocer lo que casi nadie se atreve a confesar.

Yo, que admiro el trabajo duro, la disciplina, la voluntad férrea para alcanzar objetivos, la capacidad de sacrificio, el afán de superación, la lucha contra las adversidades, y que soy fan de Cristiano Ronaldo por todas esas cualidades además de por mi madridismo, sonrío, sin embargo, ante la sorprendente confesión de Cassano. Porque también me inclino ante la valentía, y la valentía empieza por reconocer las propias decisiones y errores, por ejemplo, la realidad de que, casi siempre, la responsabilidad es de uno mismo y no de los demás.

En esa entrevista, Cassano confiesa que se dio cuenta demasiado tarde de que el error era suyo y no de sus entrenadores, por rebelarse con los exigentes y por "echarse la siesta" con los suaves. En contra de esa tendencia a culpar a los demás de todo aquello que nos sale mal o no conseguimos.

Esa mentira que tantas veces nos contamos a nosotros mismos, otro fue el culpable, convive con la idea políticamente correcta de que hay que trabajar duro y rechazar la pereza. Por lo que no solo nos engañamos sino que rara vez confesamos tendencia alguna hacia la vagancia. Lo de Cassano es por eso rompedor, "soy perezoso y nunca he hecho nada para dar lo mejor de mi rendimiento". Vago pero valiente.

Y, he aquí la diferencia que me resulta tan interesante, vago pero feliz. Porque es cierto, hay diferentes maneras de buscar la felicidad y no necesariamente deben pasar por una vida de objetivos, disciplina y duro trabajo. Ni siquiera cuando has nacido con un talento especial como Cassano, descubierto por un ojeador a los cinco años en las calles de Bari. Renunciar a desarrollarlo es parte de nuestra libertad aunque yo no comparta esa decisión.

Una de las veces en que más me impresionó mi hijo fue cuando, apenas un adolescente, me dijo con una impactante profundidad: "Yo no quiero tener tu vida". Y no era una forma de protesta hacia una madre trabajadora de la que reclamaba más atención, era la proclamación de una filosofía vital. Frente a mi vida frenética, disciplinada, llena de objetivos y ajena al relax, él, me dijo, deseaba una vida tranquila y sencilla. Y no repliqué, yo que tengo respuestas para casi todo. Simplemente, lo respeté y lo acepté, porque hay maneras diferentes de ser feliz.

19 de febrero-20 de marzo

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