El último testigo

Samuel Willenberg, el último superviviente de Treblinka

JULIA NAVARRO Madrid

Se llamaba Samuel Willenberg y hace un mes su nombre apenas ocupo unas líneas en algún periódico para dar noticia de su fallecimiento. Era pintor y escultor pero, en realidad, pocos saben quién fue. Willenberg tenía una historia que hace estremecer. Comprenderán por qué si les digo que era el último superviviente de Treblinka, el último testigo hasta que murió en Israel.

No sé si ustedes han visitado un campo de exterminio. Si lo han hecho, no hace falta explicar que es una de las experiencias más estremecedoras a las que uno se puede enfrentar. Treblinka es el nombre de una aldea situada no muy lejos de Varsovia, la capital de Polonia. Allí los nazis levantaron un campo de exterminio, donde asesinaron a 800.000 personas.

No me resigno a pasar por alto su desaparición

Cuando uno llega, siente que se le encoge el alma. El guía te explica que ahora es un memorial y señala en un mapa dónde estaban las cámaras de gas, los hornos crematorios, los barracones de los presos... Luego, según vas dejando que la mirada repose en cada rincón, no puedes evitar escuchar, en medio del silencio, los murmullos de quienes allí sufrieron la peor de las pesadillas.

En Treblinka fueron asesinados la mayor parte de los judíos del gueto de Varsovia. Allí les llevaban para trabajar en una mina de grava. Muchos murieron de hambre, otros no sobrevivieron a las torturas. Cuando las cámaras de gas no daban más de sí, se les fusilaba. La zona de extermino estaba separada del resto del campo por una alambrada. Al camino que recorrían los presos fue llamado por los jefes nazis "la calle del cielo". Una ironía repleta de crueldad.

Samuel Willenberg llego allí con 20 años y sobrevivió. Incluso participó en la rebelión y fuga organizada por un grupo de prisioneros. Los nazis intentaron destruir el campo en los últimos días de la guerra ante la llegada inminente de las tropas soviéticas.

Cuando terminó la guerra, Willenberg se dedicó a ayudar a los niños judíos supervivientes que habían perdido a sus familias. También escribió un libro estremecedor, Sobreviviendo a Treblinka, y protagonizó un documental titulado 'El último testigo', en el que relata cómo era vivir en el infierno. Sobrevivió, sí, y dedicó su vida a la pintura y la escultura. En sus obras siempre afloraba la tragedia del Holocausto.

No me resigno a pasar por alto su desaparición. Les diré por qué. Hace unos años asistí a la presentación de un magnifico libro de Diego Carcedo, 'Un español frente al Holocausto'. En él relata la historia de Ángel Sanz-Briz, cónsul de España en Budapest, que salvó la vida de muchos judíos.

A la presentación acudieron dos hermanos judíos húngaros. Eran ya muy ancianos. Uno, casi con lágrimas, nos dijo que, cuando desaparecieran los últimos supervivientes de los campos, las generaciones venideras podrían olvidar o no creer la magnitud del Holocausto. Y pidió a todos los que estábamos allí que intentáramos que no se perdiera la memoria de lo sucedido. Por eso he escrito este artículo sobre Samuel Willenberg, el último testigo de Treblinka.

21 de marzo-19 de abril

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