A Charlene se le termina el 'contrato': 5º aniversario de su boda con Alberto de Mónaco

"La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?". Con estos versos de Rubén Darío podría resumirse la vida de Charlene Wittstock desde el día que se casó con Alberto de Mónaco. Fue el 1 de julio de 2011, y a pesar de la pompa y los fastos de su boda, no vimos ni un ápice de la felicidad y emoción que se le presupone a una novia.

En Mujerhoy.com seguimos el enlace en directo, y Charlene fue una novia elegantísima con el diseño de Armani que lució, pero también fue una novia seria, correcta y contenida. Charlene fue una novia triste, sin brillo en los ojos a pesar de sus lágrimas. Había que sonreír e intentó mostrar una sonrisa, pero parecía que nada más lo hacía por obligación, igual que su beso vacío de pasión con su nuevo esposo. Por contrato.

Porque hay miradas que hablan por sí solas...

La flamante nadadora se convirtió en princesa por sorpresa... y por contrato. La semana previa a la boda, Charlene Wittstock tuvo que firmar un acuerdo prematrimonial por el cual se comprometía a estar al menos cinco años casada con Alberto de Mónaco y, además, dar en ese tiempo un heredero al Principado.

Esos cinco años de contrato 'de amor' se acaban de cumplir, y Charlene podría llevarse el título de 'trabajadora del lustro' en Mónaco: se ha 'portado bien' y no ha dado ningún escándalo, ha ejercido de esposa ejemplar en cada aparición, ha respetado los plazos matrimoniales y, por si fuera poco, ha dado un heredero y un 'reserva', pues la pareja tiene gemelos.

Eso sí, Charlene puede llevarse el título de 'empleada ejemplar' en el Principado, pero no se llevará ni el Oscar ni la Palma de Oro, porque su rostro sigue siendo la viva imagen de la tristeza:

Qué hará ahora Charlene, ¿seguirá con su matrimonio por contrato, o por fin sonreirá?