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Ellas crean

María Gracia Chiuri se ha convertido en la primera mujer al frente de la dirección creativa de una de las grandes "Maisons": Christian Dior.

Ellas crean / IMAXTREE

GUILLERMO ESPINOSA

A mediados de junio de este año, la "maison" Dior anunciaba la incorporación de Maria Grazia Chiuri como directora creativa de la firma. La italiana venía a ocupar el hueco dejado durante algunos meses por Raf Simons y, más importante aún, ponía de manifiesto un detalle histórico: nunca antes una mujer había encauzado el estilo de la célebre casa por la que pasaron, entre otros, Yves Saint Laurent, Gianfranco Ferré o John Galliano.

El hecho de hacer historia tampoco es nuevo para Chiuri: en el difícil relevo de Valentino Garavani al mando de su propia firma (2008), se llevó el puesto junto a Pier Paolo Piccioli, su compañero de armas durante más de 20 años. Juntos lograron devolverle a dicha casa el estatus que tenía en los buenos tiempos del maestro, convertir en un éxito su línea de complementos y hasta relanzar su bastante olvidada línea masculina. Sidney Toledano, presidente de Christian Dior, alababa así el talento de Chiuri en una entrevista a WWD: "Es una persona directa, precisa y pragmática y posee una visión de la mujer "sensual y poética", como era el caso del propio Christian Dior".

En el momento de elaboración de este reportaje, aún no había presentado su primera colección en París. Aunque hay quien intuye por dónde irán los tiros. "Si con Raf Simons Dior se había trasladado al primer plano de la vanguardia, ahora parece que tiende hacia una costura femenina, más romántica, menos marciana, más cercana", analiza María Arcas, investigadora y "coolhunter" para Undernews Comunicación.

"El público joven está sobreinformado, actúa como un "neo homo videns": conocen muchas imágenes, pero acumulan pocas vivencias; consumen mucha iconografía, pero tienen pocas experiencias. No parece que este cambio vaya orientado a ellos, desde luego, sino a la clienta de siempre", señala. Una clienta que parece ir decantando el mercado hacia una corriente estética que está dominando la moda de estos dos últimos años: un romanticismo puro, soñador y algo extraño, cargado de referencias culturales, pero que no las eleva a algo tan conceptual que resulte inalcanzable o demasiado abstracto. Eso es lo que ha hecho Chiuri en Valentino y lo que le ha dado tan buenos resultados económicos.

Parejas bien compenetradas

El perfil de Chiuri es particularmente interesante para entender el permanente juego de sillas creativas del volátil mundo de la moda: primero porque, aunque ahora vuele en solitario, con ella y Piccioli se abrió la veda para la contratación de binomios hombre-mujer, constatación bicéfala de las nuevas y equilibradas normas de conducta en las empresas de moda. Ellos alumbraron el camino para otras parejas, como Carol Lim y Humberto León en Kenzo o Laura Kim y Fernando García en Oscar de la Renta, en un hecho que apenas tenía referentes previos, salvo los dúos generalmente masculinos que montaban su propia firma: Dolce&Gabbana o Viktor&Rolf.

La aparición de estas parejas, jóvenes y emprendedoras, ha sido también un revulsivo. Lim y León, por ejemplo, son los artífices de Open Ceremony, la cadena de tiendas que, desde Manhattan y en apenas un lustro, ha conquistado a la industria. Y al frente de Kenzo desde 2011, han llevado la marca a sus antiguos estatus de vanguardia, anotándose otros grandes éxitos en el mundo del "branding", como poner a Kenzo en el mapa de los "fashion films".

Lo de Laura Kim y Fernando García en Oscar de la Renta es casi un regreso anunciado: tras pasar 15 años (ella) y seis años (él) trabajando para la firma, decidieron irse y fundar su propia marca, Monse. El éxito inmediato de sus propuestas entre las "celebrities" norteamericanas hizo que les llamaran de nuevo, pero ahora como jefes.

El poder de un bolso

Otra realidad soslayada del mercado, que también ejemplifica Maria Grazia Chiuri a la perfección, es el peso cada vez mayor se ha convertido en el gran pedazo del pastel en el negocio que tiene el diseño de complementos (zapatos y bolsos a la cabeza) en las mentes de los consejeros delegados que están al frente de los grandes grupos de moda. Las colecciones tanto de alta costura como de "prêt-à-porter" son la guinda mediática de unas cuentas que, logradas mayoritariamente por la venta de complementos y las licencias de perfumería, mantienen a flote los balances anuales de las firmas.

Chiuri y Piccioli estuvieron al frente de los complementos de Valentino ocho años antes de convertirse en sus cabezas visibles. Julia Haart, la flamante nueva directora creativa de La Perla (una compañía que paulatinamente ha ido ampliando su producción desde la lencería y el baño hasta el "loungewear"), representa como nadie esta tendencia.

Haart, exitosa empresaria y diseñadora de una marca de calzado de lujo bajo su propio nombre, llevaba en La Perla dos temporadas realizando precisamente sus complementos. Su perfil autodidacta tampoco encaja del todo con otra supuesta "regla" del oficio: una formación férrea, años de preparación en escuelas internacionales, experiencia demostrada dentro de las "maisons"...

"El predomino de mujeres en la universidad es claro. En nuestra escuela es probable que alcance el 80% y en algunos cursos, el 90%. Esto es también un fenómeno actual. Pero esta educación reglada es un factor importante. Creo que ahora lo que los CEO buscan en los diseñadores que contratan es un hecho cuantificable: su conocimiento y capacidad para aprehender la esencia de las firmas para las que van a trabajar. No es género, es talento y conocimiento", señala Manuel Blanco, director de una de las más prestigiosas escuelas de moda de nuestro país, el CSDMM de la Universidad Politécnica de Madrid.

Pero esta tendencia no es nueva. Mujeres creadoras ha habido desde los orígenes del diseño, tanto en lo artesanal como en lo industrial. En los tiempos en que triunfaban Jean Patou o Paul Poiret, a principios del siglo XX, también lo hacían Madeleine Vionnet, Jeanne Lanvin o Elsa Schiaparelli. Coco Chanel competía abiertamente con Christian Dior. Y Jill Sander, Vivienne Westwood o Donna Karan, representando las antítesis en sus propuestas, fueron coetáneas de Yves Saint-Laurent, Gianfranco Ferré o Valentino.

Todavía hoy, muchas mujeres defienden los nombres de las marcas que crearon o ayudaron a crear, o que forman parte de su patrimonio familiar: Miuccia Prada, Gaia Trussardi, Donatella Versace, Consuelo Castiglioni con Marni... Incluso ocurre lo mismo aquí, en España: desde Teresa Helbig o Amaya Arzuaga a Ana Locking o la recientemente reincorporada tras recuperar el control de su marca Sybilla. Aunque es verdad que son pocos los casos de mujeres que hayan accedido a la dirección creativa de la firma de otros.

También en los despachos

Como directoras financieras podemos mencionar también algún caso: Ginette Spanier, que dirigió Balmain de 1947 a 1976; o Caroline Brown, que hoy es CEO de Donna Karan. Aunque otras han tenido menos suerte: la heredera de la recientemente fallecida Sonia Rykiel, su hija Nathalie, que llegó a convertirse en directora creativa y CEO de la firma creada por su madre, ha ido perdiendo poder en el seno de la empresa, tras venderla a un grupo hongkonés para afianzar su internacionalización, y hoy es sólo consultora de la empresa.

"Vivimos un momento de empoderamiento femenino. y la moda no es una excepción"

Brenda chávez

"Globalmente, vivimos un momento de empoderamiento femenino donde las mujeres reclaman su lugar, demuestran su talento, tienen mucho que decir y aportar dice la periodista de moda e investigadora Brenda Chávez, autora de "El libro rojo del estilo" (Península). Pero aún muchos hombres lideran todo tipo de empresas e instituciones, y algunos imponen sus barreras, que no se terminan de vencer. La moda no es una excepción; durante años ha estado sometida a una visión masculina de los negocios, aunque afortunadamente cada vez hay más mujeres que no desean verse a través de ese prisma, sino del suyo propio. Queda mucho que recorrer para que estos ejemplos no se queden en meras excepciones".

En 1997, una jovencísima Stella McCartney, casi recién salida de sus estudios en la Central Saint Martins, fue contratada como cabeza creativa de una marca adquirida en 1985 por el grupo Richmond: Chloé, la firma fundada en los años 50 por Gaby Aghion, diseñadora que, se dice, inventó el término "prêt-à-porter". McCartney estuvo al frente de la firma hasta 2001, cuando el grupo Gucci le ofreció sacar su propia firma.

Podemos decir que fue una pionera contemporánea pero, sin restarle méritos, quizá sea más importante recordar que McCartney se trajo consigo, como primera asistente, a la que luego sería su sucesora al frente de la firma: Phoebe Philo. Dotada de un instinto especial para el diseño, Philo transformó Chloé en la esencia misma de la feminidad. Su mezcla de lo chic y lo intelectual, de lo frívolo y lo profundo, revertida en una sucesión constante de hallazgos en patrones, cortes, caídas y tratamiento de los tejidos, la convirtió en una máquina de crear tendencias. Y de convertir en oro todo lo que tocaba. En los cinco años que trabajó en la firma, la ubicó donde no había estado desde los años 70. Todas sus ideas se veían pronto transferidas no solo a la calle, también a otras firmas.

Laura Kim para Oscar d ela Renta. / IMAXTREE

Cuando la esencia es el estilo

El caso de Philo es muy relevante porque, tras abandonar la casa decidida a tomarse un respiro y concentrarse en su maternidad, en apenas tres años se vio reclamada de nuevo por la industria. Esta vez por el grupo LVMH, para que se hiciera cargo de otra marca necesitada urgentemente de feminidad, chic y prendas con alma que respirasen tranquilidad, calma, elegancia: Céline. Puso sus condiciones, la primera trabajar desde Londres. Y el grupo aceptó. Lo nunca visto.

Philo ha convertido la marca en un referente internacional del buen gusto... hasta para el malo: el siempre excesivamente "fashionista" rapero Kanye West la menciona en sus canciones, suponemos que por lo que tiene su toque de inalcanzable, de corona del saber estar y vestir, del estilo en esencia pura que, gracias a ella, ahora se puede comprar (y no por un módico precio). Es significativa la manera en que Chloé, por ejemplo, ha convertido casi en insignia no publicitada que sus creativas sean mujeres: a Philo le sucedió, tras un fallido paréntesis con Paulo Melim Andersson, la que era su primera asistente, Hannah MacGibbon, que llegaba de Valentino.

Hoy, la firma está comandada por otra británica, Clare Waight Keller, en una prolongación que no tiene parangón dentro de la industria: casi 15 años de creación femenina continuada y de éxito. Waight Keller tiene a su favor un currículum de vértigo. Tom Ford la puso al frente del diseño de Gucci (bajo sus órdenes), a la misma altura que sus compañeros Lorenzo Costa y Christopher Bailey. En 2005 fichó como directora creativa de Pringle of Scotland, una antigua marca que se vio obligada a refundar y reflotar desde la base, en cierta medida gracias a su conocimiento de la lana y el punto (se especializó, precisamente, por la Royal Academy de Londres).

El caso de Philo, o el de Chloé, podrían ser el patrón en el que fijarnos para los demás. Pongamos por ejemplo a Frida Giannini: diseñadora de "prêt-à-porter" para Fendi, cumplió su sueño al suceder al mismísimo Tom Ford al frente de Gucci en 2005. Ya era la diseñadora de sus complementos desde 2002, y fue adquiriendo capas de poder paulatinamente, hasta llegar a decidir el aspecto general de las tiendas y sus campañas publicitarias.

Las mismas atribuciones que Ford, pero girando poderosamente la imagen a otra tipología femenina: acabó con la superficialidad sexual y discotequera que Tom Ford le había dado a la firma, y la volvió mucho más cercana a su identidad original. Giannini se convirtió, en solo un par de años, en la mujer más poderosa del mundo de la moda. Pero en 2014 dejó la firma italiana y no ha entrado en el juego de sillas de los diseñadores. Aunque este silencio pueda suponer, como en el caso de Phoebe Philo, un simple paréntesis antes de lanzarse a la reconquista de su posición internacional.

Escrito en el ADN

Si hay una firma que representa todo lo que el lujo puede dar de sí, esa es, sin ninguna duda, Hermès; la marca francesa lleva unos principios genéticos casi inalterados desde sus orígenes o, al menos desde mediados del siglo XX (por no pecar de exagerados) y basa todo su entramado en la máxima de no llamar nunca la atención, de no resultar excesiva, ni llamativa, sino todo lo contrario, de resultar siempre 8 discreta... incluso cuando se anima a diseñar, por ejemplo, el interior de un coche o el de un helicóptero.

La decana del lujo internacional, una firma familiar aún hoy aunque el resto de conglomerados del lujo ha intentado, siempre fallidamente, adquirirla, tiene un registro que a muchos todavía les sorprende. Ella sí que lleva en sus orígenes, casi en el ADN de marca, la confianza en las mujeres al frente de la dirección creativa de diferentes sectores de su firma, que van en la actualidad de la marroquinería a la joyería, pasando por los complementos y la moda para hombre y mujer.

Maria Grazia Chiuri para Dior. / imaxtree

En la lista de sus históricas diseñadoras se encuentran Lola Prusac (que se encargó de diseñar su primera colección femenina en 1929, amén de muchos bolsos de la época), Catherine de Karolyi (que creó su línea de prêt-à-porter en el año 1967), Nicole de Vesian (que es la responsable de infinidad de sus diseños textiles y hoy en día se ha convertido en una afamadísima creadora de jardines) o Véronique Nichanian, que lleva desde nada menos que ¡1987! al frente de sus líneas masculinas. Lo suyo es una honrosa excepción.

¿A la sombra?

Si a principios del siglo XXI el diseñador, llámese Hedi Slimane o John Galliano, se había convertido en la nueva "rock star", omnipresente en los medios y a veces vinculado a pequeños escándalos, una nueva generación parece abominar de todo esto. Son los diseñadores discretos. A esta categoría, sin duda, pertenece la belga Nadège Vanhee-Cybulski, la última creadora que ha llegado a Hermès en 2014, hoy directora creativa de sus líneas femeninas.

Entre ellas no hay "rock stars" de la moda ni adictas al escándalo: prefieren la discreción.

Formada a la sombra de Martin Margiela (que también fue director creativo de la firma) y en Céline, Nadège lleva ya una década -tiene 38 años-siendo considerada una de las profesionales más sofisticadas, elegantes y apreciadas del ramo, antes incluso de ser fichada por Hermès, que valoró su estilo neutro, cómodo y atemporal. Según ella misma, su jefe, el máximo responsable creativo de la casa, Pierre-Alexis Dumas (hijo del CEO, tatara-tatara-nieto del fundador y el hombre que ha duplicado el valor actual de la firma), le dio carta blanca. "Lo único que me pidió era verse gratamente sorprendido", dice.

Y la crítica ha aplaudido sus trabajos, en especial la colección que presentó el pasado julio en París, de la que Suzy Menkes alabó "las prendas angulosas, pero con movimiento; dinámicas a la vez que cómodas para la mujer. La colección que nosotros, los espectadores, ya sabíamos que tenía dentro". Nadège ha reconocido, en alguna de las muy escasas entrevistas que concede, que en Hermès todo parece "conducido como si se tratara de una orquesta".

La reflexión que se extrae, viendo lo duraderas que son generalmente las colaboraciones en la casa, es que algo hay en esta "moda piano" así se ha definido a la labor de esta "maison", por comparación con las indicaciones para tocar una partitura de forma leve y pausada, precisamente, que lleva indiscutiblemente al éxito. Y en esto, por una vez, la presencia de mujeres a la cabeza parece que tiene mucho que ver. ¿Se darán cuenta esos otros que suspiran por llegar a dónde están ellos?

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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