Abrirse al encuentro

Para organizar un encuentro, hace falta ponerse de acuerdo, fijar una hora y un lugar...

SUSANA TAMARO

Cualquier cita (de trabajo, con el médico, por puro placer) sigue esta regla tan sencilla. Pero hay también otros tipos de encuentro (esos que anuncian una gran amistad, o un amor, o una nueva apertura de la mente y el corazón) que suelen tener lugar de un modo aparentemente casual. De repente, nos sentimos tocados por esos ojos, ese rostro; y, al observarlos, no nos cabe ninguna duda de que ese rostro y esos ojos no nos dejan en absoluto indiferentes. Desde ese mismo instante, no vamos a pensar en otra cosa que en cómo podremos mantener una relación con esa persona.

En un mundo en el que todos viven ya con los auriculares pegados a los oídos y la vista puesta continuamente en una pantalla brillante, cada vez es más difícil que, en la mansedumbre de un día cualquiera, surja la gracia extraordinaria de un encuentro. El autismo electrónico nos reduce a todos a vestir una suerte de escafandra invisible. La realidad se ha convertido en eso que cada uno vive en el interior de su propia armadura, algo que, a la postre, solo nos aboca a una bulimia de encuentros virtuales. Y estos no son más que un simulacro de los verdaderos encuentros. ¿Qué clase de encuentro es ese que no nos remueve nada por dentro porque no nos exige mirar a los ojos del otro?

Llega un momento en que sentimos un vacío en nuestras vidas. Algo o alguien nos falta. No sabemos qué rostro tiene, pero una parte esencial de nosotros nos hace intuir que su presencia es necesaria. Hay una sombra de nostalgia en el fondo de cada uno de nuestros actos. Nos vamos a dormir, pero nuestro corazón queda en suspenso, en alerta, bien despierto. Ignoramos si nos llamará con fuerza por nuestro nombre o si nuestras miradas se acabarán cruzando entre la multitud. Ignoramos cómo seremos capaces de adivinar que esos ojos son los suyos. Los ojos que nos andaban buscando. Los ojos que nosotros andábamos buscando.

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

¿Qué me deparan los astros?