Las ballenas y la zanahoria

Entre las muchas carencias espirituales que padecemos hoy en día, está esa imposibilidad de saber leer, en la naturaleza que tenemos en torno, una extraordinaria dádiva de gracia que se manifiesta merced a la gratuidad de su propia belleza...

SUSANA TAMAZO

Entre las muchas carencias espirituales que padecemos hoy en día, está esa imposibilidad de saber leer, en la naturaleza que tenemos en torno, una extraordinaria dádiva de gracia que se manifiesta merced a la gratuidad de su propia belleza. Abrumados como estamos ante el impresionante poder de todo lo que está vivo y escapa a nuestro ámbito y a nuestra comprensión, hemos decidido reducir incluso la creación a una ideología rígida. Todos nosotros queremos salvar el planeta (una actitud más que justa), pero, en el fondo, no sabemos realmente por qué debemos hacerlo.

Me viene a la cabeza, en estos momentos, cierta visita que recibí de una periodista que se encontraba muy involucrada en cuestiones ecologistas. Cuando le enseñé el jardín de mi casa, apenas dejó sin pisotear ninguna de las plantas que, en aquel momento, estaban naciendo tímidamente. Continuaba hablando con furor y, cuando le advertí: "¡Cuidado con mis zanahorias!", ni siquiera bajó la vista ni, por supuesto, se le ocurrió levantar el pie. Con la mirada fija en el horizonte, continuó hablándome, impertérrita, sobre las grandes amenazas que penden sobre las ballenas. ¡Defendía las ballenas al mismo tiempo que aplastaba las zanahorias!

Cuántas veces, absortos en una idea fija, somos incapaces de percibir la realidad que tenemos delante de nuestras narices. La realidad está reclamando nuestra atención de manera constante. Sin embargo, no alcanzamos a escuchar su voz, siempre débil y humilde. Tenemos tantas cosas que hacer que no nos podemos permitir el lujo de perder el tiempo. Y, sin embargo, ¿no es acaso el hecho de prestar atención a todo lo que vive, a todo lo que crece a nuestro alrededor, como si fuéramos una madre ansiosa por prestarle cuidados, lo que podría ser la cura de todos nuestros males?

21 de marzo-19 de abril

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Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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