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Manal Sharif, la activista saudí que desafió las reglas

Un vídeo en Youtube la convirtió en el símbolo de una de las reivindicaciones de las mujeres en Arabia Saudí. Allí, la prohibición de conducir las discrimina e, incluso, cuesta vidas

La activista saudí Manal Sharif. / antón goiri

ANA SANTOS

Conocer a Manal Al Sharif es tirar abajo un montón de prejuicios. Cualquiera que conozca la dura realidad de las mujeres saudíes podría esperar encontrarse a una mujer más bien apocada, pero Manal echa por tierra cualquier tópico. Viste pantalón vaquero y lleva el pelo suelto. ¿El velo? A veces se lo pone y a veces se lo quita. "Tanto que te obliguen a cubrirte, como ocurre en mi país, como que te obliguen a quitarte el hiyab, es una imposición. La religión es algo muy personal; se debería respetar la libertad individual", dirá más tarde. Manal estrecha la mano con firmeza y explica a la maquilladora cómo quiere que le pinte los ojos. Lo mismo que hará después con el fotógrafo antes de contar, en buen inglés y con contundencia, cómo se ha convertido en una "activista accidental".

Arabia Saudí, gobernado por una monarquía absoluta y una férrea doctrina musulmana, es el único país del mundo donde las mujeres no pueden conducir. Hasta 2011, Manal Al Sharif era solo una anónima saudí, ingeniera informática de profesión y madre de un hijo, que cuestionaba esta norma en privado pero la acataba en público. Hasta que el 21 de mayo decidió subirse a un coche con una amiga, grabarse al volante por las calles de La Meca -mientras afirmaba "queremos cambiar este país"- y colgar el vídeo en Youtube. En poco tiempo, recibió 700.000 visitas. Fue arrestada y salió de la cárcel nueve días después tras comprometerse a no reincidir.

Pero la "batalla" ya había comenzado. "Estaba enfadada. Llevaba toda mi vida cumpliendo una lista de cosas que no puedes hacer sin permiso de tu guardián, que normalmente es tu padre, marido o hermano: estudiar, casarme, viajar, hacer deporte, alquilar una casa, operarme, acudir a la justicia. Hasta que te das cuenta de que no es Dios el que te exige todo eso, sino una sociedad patriarcal en la que las mujeres solo somos objetos en manos de los hombres y nos tratan como a niños. La situación se hizo insoportable, me sentía desgraciada y asumí que si quería ser libre no bastaba con quejarme", agrega con rabia contenida.

Liberadas en la red

Manal visitó recientemente Madrid, invitada por Youtube, para explicar el decisivo papel que juega esta web en su lucha por la igualdad. Más allá de recetas de cocina, bailes y El Rubius y compañía, una plataforma como esta también puede contribuir a cambiar el mundo. "Hace 20 años, ya hubo un grupo de mujeres que se atrevió a conducir y sufrió horribles represalias, pero como no hubo testigos no ocurrió nada -cuenta Al Sharif-. Es fundamental que se nos vea protestar, y las redes sociales son nuestra herramienta para que esas reivindicaciones se propaguen.

Gracias a ese vídeo en el que se me reconocía y pronunciaba mi nombre, las mujeres de Arabia Saudí tienen hoy más esperanza". Ese vídeo también fue el germen de #Women2Drive, un colectivo que, desde entonces, ha movilizado a cientos de mujeres para que se congreguen en lugares públicos y se atrevan a conducir. Aunque el Gobierno saudí sigue sin permitírselo -curiosamente no hay ninguna ley que lo prohíba pero mantiene que el porcentaje de violaciones, hijos ilegítimos o abuso de drogas es mayor en los estados en los que las mujeres conducen-, ha optado por hacer la vista gorda.

Profesores de plasma

En un país donde las mujeres tienen prohibido vivir libremente, pudiera parecer que estar vetadas al volante es el menor de sus males, pero las consecuencias de esta limitación van más allá de lo obvio. "En Arabia Saudí no hay transporte público, por lo tanto, dependemos de un hombre para acudir al lugar de trabajo. O si no, tenemos que contratar a un chófer que, muchas veces, gana más que nosotras o, simplemente, no nos lo podemos permitir. Esto explica que el 60% de los estudiantes universitarios saudíes sean mujeres, pero apenas entre el 11 y el 13% trabaje después -argumenta Manal-. Por no hablar del riesgo que eso supone, porque muchas mueren en accidentes de coche porque no les queda otra alternativa que dejar que les lleven niños de apenas 10 años que no saben conducir".

Manal conduciendo, en el vídeo que subió a Youtube y se hizo viral. / antón goiri

"Muchos de los chóferes que llevan a las mujeres son niños de apenas 10 años".

La total segregación por sexos que impera en los espacios públicos -incluso existe un órgano policial que vela por la "promoción de la virtud y la prevención del vicio"-, agrava esta dificultad para acceder a un empleo. "Las empresas no quieren contratarnos porque deben acondicionar instalaciones completamente separadas y nosotras no podemos recibir o dar instrucciones directamente a un hombre. Incluso en la universidad vemos a los profesores por una pantalla de televisión. ¡Es demasiado!".

Ella tuvo que renunciar a su trabajo en Aramco, la compañía estatal de petróleo, tras la campaña que sufrió por saltarse las normas. Fue acusada en la prensa de traidora y prostituta, su hijo Aboody fue maltratado en el colegio y su familia -"muy tradicional y conservadora", cuenta- también sufrió acoso. "A pesar de todo, estoy orgullosa de ser saudí y hago esto porque amo a mi país", dice. Pero, aunque continúa pasando temporadas allí, reside actualmente en Dubái junto a su segundo marido, brasileño, y sus dos hijos. Ellos, que han aprendido que nunca deben revelar quién es su madre, también reciben otros mensajes. "Siempre les digo: "Cuestionad las reglas, pero nunca a vosotros mismos".

¿Cambios reales?

En 2013, el rey Abdalá (fallecido hace dos años) emitió un decreto que permitía que el 20% de los miembros del Consejo de la Shura, el órgano consultivo del país, estuviera formado por miembros femeninos "con plenos derechos y obligaciones". Incluso permitió que las ciudadanas votaran en las elecciones municipales de 2015. Unas decisiones cuestionadas por la autoridad religiosa, aplaudidas por muchos hombres y observadas con escepticismo por las activistas. "Algo está cambiando, pero son avances más simbólicos que reales -reflexiona Manal-. Lo que necesitamos es que se nos permita trabajar en igualdad de condiciones, eso sí que sería un auténtico cambio".

Desafiando las reglas en el deporte y las redes

  • En 2012, el Comité Olímpico Internacional anunciaba que dos mujeres atletas saudíes participarían, por primera vez en unas Olimpiadas. Toda una revolución si se tiene en cuenta que en Arabia Saudí las mujeres no pueden hacer deporte. Ni casi nada más. Por eso es tan importante la labor de Al Sharif y otras activistas como la escritora y periodista Maha Akeel o la empresaria Lina K. Almaeena, que cuenta con medio millón de seguidores en Twitter -el reino saudí es, sintomáticamente, el país donde más se usa esta red social- es esposa de un sobrino del rey y ha desafiado a su familia al declarar que "llevar velo es una elección y solo Dios puede juzgarnos" o que "la prohibición de conducir no es una tradición, sino un tabú promovido por gente estrecha de miras".

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