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Naomi Klein: "Donald Trump no es un accidente político, es una consecuencia lógica"

Casi dos décadas después de publicar el manifiesto antiglobalización No Logo, la autora canadiense sigue en primera fila de la lucha contra el capitalismo indiscriminado.

La activista y escritora, Naomi Klein. / kourosh keshiri

MARCO LÓPEZ

Cuando Naomi Klein publica un libro, no deja a nadie indiferente. Azote de grandes corporaciones, esta activista, escritora y directora de documentales parece poner siempre la mira en los grandes problemas que afectan a nuestras democracias. Ya en 1999 se daba a conocer con 'No Logo' –para muchos, un auténtico manifiesto de los movimientos altermundialistas–, en el que denunciaba los abusos de las multinacionales que habían abandonado el cuidado del producto en favor de la marca, generando con ello una cultura orientada al consumo indiscriminado.

Klein fue la primera intelectual en darse cuenta de cómo las marcas explotaban el sentimiento humano de pertenencia. Es decir, que detrás de cada consumidor latía el anhelo de la tribu. "Cuando los chavales hacían cola toda la noche para comprarse unas zapatillas Nike de 250 dólares, no eran exactamente las zapatillas lo que iban a comprar –escribía– compraban la idea de 'Just Do It' y el sueño de Michael Jordan. Cuando sus padres compraban ordenadores Apple, traían a casa el pedacito de una visión profundamente optimista del futuro". Además, claro, de poner el dedo en la llaga de nuestra sensibilidad al exponer cómo estas industrias estaban sostenidas por la explotación de trabajadores del tercer mundo.

Más de la mitad de los congresistas de Trump no creen en el cambio climático".

Naomi Klein

Ocho años más tarde, Klein publicó otro bestseller: 'La doctrina del shock' (Paidós), un libro donde examinaba cómo las guerras y los desastres naturales han sido usados por el poder como pretexto para imponer medidas de libre mercado a sociedades aturdidas. El libro fue llevado al cine por Michael Winterbottom en 2009 en forma de documental. Klein lo explicaba así: "La historia del neoliberalismo es una historia de shocks que son explotados para aplicar políticas muy impopulares, en benefi cio de las grandes corporaciones. Ya sea bajo la cobertura de una crisis o aprovechando un desastre natural, como pasó tras el huracán Katrina". En su siguiente libro, Esto lo cambia todo (Paidós), advertía de que estábamos camino de la devastación ecológica, denunciando que, de unos años a esta parte, "en Estados Unidos, los grupos de presión del petróleo y el carbón y, cada vez más, los multimillonarios ultraconservadores, gastan 920 millones de euros al año para frenar cualquier esfuerzo por limitar las emisiones contaminantes. Actualmente, más de la mitad de los congresistas republicanos niegan el cambio climático".

Cóctel exótico

El encuentro con Klein se produce a mediodía, en el minimalista del hotel Gallery de Barcelona. El tour europeo de su nuevo libro, Decir no no basta (Paidós), la obliga a jornadas maratonianas. Antes de nuestra cita, ha tenido un encuentro con el exministro de Economía griego Yanis Varoufakis y por la tarde le espera un debate con Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona. Aun así, no pierde la sonrisa, pero está cansada y la dosifica. Con su último libro, Klein ha vuelto a hacer eso que se le da tan bien: situarnos al borde del abismo y sembrar, a la vez, cierta esperanza. La tesis del libro retoma el hilo de la doctrina del shock para prevenirnos de que las cosas están yendo a peor. La escritora cree que "el extremismo no es un hecho aberrante, sino un cóctel tóxico de nuestros tiempos". Y se pregunta por qué hubo un momento en que las petroleras y los banqueros parecían estar amilanados y a la defensiva, pero ya no.

Para Klein, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no es el resultado de un accidente, sino la consecuencia lógica de la deriva que han ido tomando la política y la economía desde los años 80 y 90. El magnate inmobiliario se habría valido de las estrategias que ya utilizaba como empresario, un modelo de negocio centrado en el branding. Así que él mismo ha terminado por ser la encarnación del presidente como marca.

La gente necesita experiencias, por pequeñas que sean, que demuestren que hay alternativas".

Naomi Klein

Y no solo eso, para Klein, Trump combina la lógica publicitaria con una permanente producción de shocks, que buscan mantener a todo el mundo en un constante estado de expectación y desconcierto. "No es que se aproveche de shocks externos, él mismo es el shock y cada 10 minutos crea uno nuevo –afirma Klein–. Creo que él sabe que es un showman y que puede distraer a la gente. Esa ha sido siempre la historia de su negocio, el show Trump. Distraía a sus inversores y banqueros, a sus inquilinos, a sus clientes, para que no se percataran de la falta de solidez de su negocio." Así, mientras perdemos el tiempo preocupándonos por su última declaración en Twitter, Trump "promueve políticas que están sistemáticamente desplazando la riqueza de abajo a arriba. De este modo, no atendemos a las preguntas cruciales: ¿que están haciendo con mi Seguridad Social? ¿Bajarán el salario mínimo...?".

¿Una nueva crisis?

"Con la actual dinámica de desregulación del mercado financiero –asegura pesimista– es muy posible que vuelva a haber una crisis económica. No digo que Trump y su administración lo estén buscando, pero no están preocupados por ello, porque sacan pingües beneficios y porque saben que quien al final va a pagar todo es el contribuyente". En su opinión, ahora las corporaciones ya no necesitan políticos mediadores. De hecho, les han despedido, y son ellas las que gobiernan directamente. No es casual que gran parte de la Administración del presidente provenga de Goldman Sachs, el gran grupo de inversión que protagonizó la crisis del 2008.

Cada 10 minutos Trump crea un nuevo shock: él mismo es el shock. Es un showman y nos distrae".

Naomi Klein

"Se ha rodeado de algunos de los mayores especuladores. Hombres que se han aprovechado de la crisis financiera para ganar miles de millones, como Wilbur Ross el "rey de la bancarrota", ahora secretario de Comercio. "Y los que no –concluye la escritora– son generales. Una peligrosa combinación". La pregunta es, entonces, ¿qué podemos hacer? El título del libro propone un punto de partida. No basta con decir no, necesitamos poder plantear una alternativa. "El gran triunfo de la ideología actual es hacer creer a la gente que no hay alternativa", reconoce Klein. Frente a ello, confía en el estímulo de las nuevas generaciones. Plantea que el cinismo y la esperanza, en las sociedades, son cíclicos; y que la generación actual le tiene mucha menos fobia a la política.

Siendo hija de una pareja de estadounidense que fueron activistas contra la guerra de Vietnam, Naomi Klein ha vivido desde niña la política como un compromiso personal y quizás por ello sigue confiando sin dudar en los movimientos sociales. Contra la xenofobia, el cambio climático, en favor de los derechos civiles... "Es esperanzador ver cómo empoderan a la gente; aprendiendo a tratar de otra forma a los refugiados o proponiendo sacar fuera del mercado los servicios esenciales, como la energía o el agua, para tratarlos como un bien común", reflexiona.

El extremismo es un cóctel tóxico de nuestros tiempos, no un hecho aberrante".

N. Klein

Descalabros medioambientales

¿Es eso suficiente?, le pregunto. "No, no lo es, pero sí es un punto de partida para una agenda alternativa", responde. Ella y su esposo, el documentalista Avi Lewis, presentaron en las elecciones federales canadienses de 2015 el 'Manifiesto Leap', en el que defienden una política integral que atienda a las cuestiones climáticas, de justicia social y racial y de derechos laborales. Y propusieron un programa que afronte con claridad los principales descalabros medioambientales y sociales a los que nos enfrentamos.

Porque Naomi Klein no sucumbe jamás a las adversidades. "La gente necesita experiencias, por pequeñas que sean, que demuestren que sí, que existen alternativas al modelo económico actual. Hay otra política posible, solo tenemos que juntarnos", afirma convencida. Y suena convincente.

21 de marzo-19 de abril

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Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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