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Laura Freixas: "Tenía muchas ganas de ser impúdica"

Hace falta valor para desnudarse ante la página en blanco. Y Freixas lo hace con honestidad, hondura y un meditado impudor. La escritora y psicoanalista mariela michelena habla con ella sobre el segundo volumen de sus diarios, Todos llevan máscara, una terapia solitaria en la que reflexiona sobre las maternidad, las imposturas y la literatura.

Laura Freixas. Haz clic en la imagen y descubre la revolución feminista que lega a las series./Juan Millás

Laura Freixas. Haz clic en la imagen y descubre la revolución feminista que lega a las series. / Juan Millás

MARIELA MICHELENA

'Soy dos', dice en su diario. Pero Laura Freixas es muchas más: escritora, articulista, conferenciante, traductora, editora, crítica literaria, feminista, madre, hija... Nació en Barcelona, hija de dos familias distintas. La de su madre -nos cuenta-, castellana, pobre, de pueblo y migrante. La de su padre, catalanes, ricos, pertenecientes a la burguesía. Creció en el contraste, entre la admiración mutua y el desprecio recíproco.

La lengua de la intimidad, la que habla con su hija, es el catalán; pero los diarios los escribe en castellano. Vive en Madrid desde hace décadas y es muy crítica con el nacionalismo independentista. Además, y sobre todo, es un referente del feminismo: fundadora y presidenta de honor de Clásicas y Modernas, asociación que aglutina a más de 200 creadoras que trabajan desde 2009 por la igualdad de género. Habla de Virginia Woolf, de Emily Dickinson o de Silvia Plath como si las hubiera conocido. Escucharla hablar es un placer.

Para publicar este diario, me he tenido que convencer de que ya no soy la misma; la que se desnuda es otra."

Laura Freixas nos recibe en el salón de su casa, en pleno corazón de Chueca. Atestado de libros, al amparo de una imagen de Rosa Chacel y coronado con un mullido sofá rojo, todo invita a la lectura y a la conversación. Pronto se establece un clima cordial. Hablamos con y de Laura Freixas a propósito del segundo volumen de sus diarios (de 1995 a 1996), ' Todos llevan máscara', que ha publicado la editorial Errata Naturae. En la entrevista, como en el diario, la escritora se muestra sin tapujos. Le interesa mi opinión y le gusta saber que el diario me resultó adictivo. Aunque conozcas el final de la historia, la tensión narrativa se impone: ¿qué pasará con su primera novela? ¿Y con la segunda? Además, cualquier mujer puede hacer suyas sus reflexiones respecto a la maternidad y a la difícil conciliación entre la labor creativa y el cuidado de su hija. Si alguien se pregunta en qué consiste ser escritor(a), yo le diría: 'Lee los diarios de Laura Freixas'. Allí está el oficio desmenuzado, sin trucos, sin atajos. El secreto: hay que leer y escribir. Pero no de cualquier manera. Hay que saber leer y saber escribir como hace ella.

Le sorprendió que, durante la lectura, cuando me surgía alguna pregunta para esta entrevista, era la misma Laura quien me respondía páginas después en el diario. Esa comunión entre la confesión descarnada del diarista y el lector es la prueba de que nos encontramos ante un texto genuino, en el que podemos sumergirnos sin reservas porque no hay artificios.

Laura Freixas / Juan Millás

  • Mujerhoy: ¿A quién entrevisto? ¿A la mujer que escribió el diario, hace ya 23 años, o a la que lo publica hoy? Laura Freixas: No lo sé. Para publicar el diario me he tenido que convencer de que ya no soy la misma. La que se desnuda es otra. Luego, en realidad, soy más la misma de lo que me gustaría. En ciertas cosas he cambiado. La culpa, por ejemplo. Entonces, yo me sentía, a priori, siempre culpable. ¡Luego ya veríamos de qué! [Risas]. Eso ha cambiado. Pero hay otras cosas en las que no he cambiado tanto: el miedo al fracaso, por ejemplo, mi vulnerabilidad, o cómo me tomaba los rechazos editoriales...

  • Mujerhoy: ¿Hay alguna manera de tomarse bien los rechazos, en realidad? Laura Freixas: Supongo que no la hay, pero como nadie habla de sus fracasos, parece que yo me los tomo peor...

  • Mujerhoy: Es usted una especialista en diarios. Los escribe, los estudia y los traduce (los de Virginia Woolf, los de Amiel). Cuando escribió los suyos, ¿los escribía solo para usted? Laura Freixas: Puede que quien lo vea desde fuera no lo crea del todo, pero la necesidad inmediata de escribir tiene una urgencia, tal que la posteridad no cuenta. Yo escribo un diario porque lo necesito, y publicar no es lo importante.

  • Mujerhoy: Menciona frecuentemente la envidia. ¿Cuál le ha hecho sufrir más, la que siente o la que despierta? Laura Freixas: ¡Uy! ¡La que siento me hace sufrir muchísimo más! Si despierto envidia, ni me entero. No sé, alguna vez... Me pone un poco incómoda, porque eso obstaculiza la relación con esa persona. Siempre tengo la sensación de que es un malentendido, de que si alguien me envidia es porque se hace una idea falsa de lo que es mi vida. Supongo que se puede disfrutar de dar envidia; yo no. Quizás porque tengo mucho miedo a la gente. Ahora menos, pero antes tenía mucho miedo a la gente...

  • Mujerhoy: Según el escritor Manuel Vilas, la calidad de la escritura autobiográfica depende del acertado manejo del pudor. ¿Cómo afronta usted ese pudor? Laura Freixas: Yo tenía muchas ganas de ser impúdica, porque veo a mi alrededor un pudor excesivo que me parece que no es tanto pudor como vanidad. Hay una actitud, en la literatura española, que yo asocio vagamente con el Barroco y la Contrarreforma, que consiste en mostrar una imagen muy digna. Pasa por ser pudor lo que realmente es impostura. Yo reivindico mi impudor como si dijera: "¡El rey va desnudo... y yo también! ¡Como todos nosotros! ¡Basta ya de comedia!

  • Mujerhoy: Aunque todos lleven máscara... Laura Freixas: Exacto, me voy a desenmascarar; y desenmascarémonos un poco todos, porque, si no, esto es muy aburrido y muy falso. Yo he resuelto el problema del pudor dejando pasar muchos años.

No hay manera de tomarse bien los rechazos, pero parece que, como nadie habla de ellos, yo me los tomo peor."

  • Mujerhoy: ¿Y la intimidad ajena? Laura Freixas: Eso es más problemático. Hay reglas generales, pero luego miro con atención caso por caso. Con personas que son reconocibles (mi marido, mis hijos, mis padres), no puedo optar por cambiarles el nombre. A mi hija le he pasado todo lo que digo sobre ella para que me dé el visto bueno. A las personas con quienes sigo teniendo relación les he pedido permiso; y, en general, me han dicho que sí. Y luego, con quienes ya no tengo relación he puesto un nombre supuesto y he cambiado todos los detalles... porque no tengo derecho a ser indiscreta. He intentado que estén presentes quienes para mí fueron importantes. Son decisiones difíciles; inevitablemente, hay conflictos porque eres juez y parte.

  • Mujerhoy: Después de publicar sus diarios, ¿no hay quien se sienta intimidado, pensando en lo que podría usted llegar a escribir sobre él? Laura Freixas: Sí, hay quien me ha dicho que ya no se va a sentir cómodo conmigo y no sé si puedo hacer algo al respecto. Pero es verdad que habrá gente que se aleje de mí o que pierda naturalidad, y me sabe mal. Además, me doy cuenta de que tiendo a ser muy dura en mis juicios. Siempre recuerdo lo que decía Rosa Chacel: "Lo que yo provoco en la gente es un coup de foudre al revés. Odio a primera vista. Porque ellos sospechan que la opinión que tengo de ellos es atroz. Y aciertan; pero si supieran la que tengo de mí misma...". En esa época yo estaba tan insatisfecha conmigo misma y me sentía tan lejos de lo que quería ser que era muy crítica y muy dura. Ahora todo eso se ha suavizado; ya no soy tan crítica respecto a los otros, porque tampoco lo soy conmigo misma.

Laura Freixas / Juan Millás

Alguien puede disfrutar de dar envidia; pero a mí no me pasa. Tal vez porque tengo mucho miedo a la gente."

  • Mujerhoy: "No me preguntó nada de mí" es una queja que repite tras algunos encuentros. El que nadie nos pregunte nada sobre nosotras, ¿será el origen de que las mujeres seamos las grandes escritoras de diarios, aun cuando se publiquen más los de los hombres? Laura Freixas: Recuerdo que entonces, cuando hacía entrevistas a los escritores, yo daba pie a que pidieran mi opinión, pero a mí nadie me preguntaba nada, así que las respuestas que habría dado las plasmaba en el diario. Las mujeres tenemos un problema con nuestra subjetividad, que está muy poco reflejada en la cultura porque nadie nos pregunta. En un congreso sobre mujeres y medios de comunicación, Soledad Gallego comentó que, en la prensa española, el 79% de los artículos de opinión están escritos por hombres. No estamos bien representadas entre quienes toman la palabra.

  • Mujerhoy: ¿Qué función cumplen en su vida el psicoanálisis, la bicicleta, el diario? Laura Freixas: Sacar a la luz permite ver aquello que, cuando todavía no le has puesto palabras, no puedes ver. Eso ocurre tanto en el diario como en el psicoanálisis. La etimología de la palabra "análisis" es "desatar" y, para mí, el psicoanálisis y el diario me permiten deshacer algo que está muy enredado y que, en cuanto lo desato y lo ordeno, deja de aprisionarme. La diferencia entre el análisis y el diario es la presencia del otro. Los diaristas que no cuentan con ese interlocutor, con un psicoanalista, se arriesgan a entrar en una especie de noria y hay cosas de las que nunca salen. Con el análisis tampoco lo resuelves todo -¡o a lo mejor es que todavía me quedan otros 50 años de análisis!-. [Risas] Hay una parte que puedo hacer yo sola y otra que no podría hacer si no tuviera a alguien viéndolo desde fuera, mostrándome la salida que yo nunca voy a encontrar por mí misma. O haciéndome la pregunta que yo no me voy a poder hacer. En ciertos círculos prevalece la fantasía de que la creatividad está reñida con el psicoanálisis, pero yo pienso que es todo lo contrario. El psicoanálisis es lo que te permite liberar esa creatividad porque, si no, puedes quedarte agarrotada por esos temores y esas dudas.

  • Mujerhoy: ¿Y la bicicleta? Laura Freixas: Es el desahogo de la tensión, que la escritura también me da. La escritura reúne el desahogo y el alivio de la bicicleta, porque puedes descargar la tensión pero, a la vez, te permite la reflexión. Además, la escritura tiene algo que no tienen ni la bicicleta ni el análisis: la permanencia. El diario te da la sensación de que la experiencia no es tan fugaz, sino que la posees y la puedes revivir. Y la puedes compartir con otras personas que se ven reflejadas en lo que has escrito.

Escribiendo un diario y en psicoanálisis sale todo a la luz; la diferencia está en el lugar del otro."

  • Mujerhoy: Dice que es usted "cumplidora y concienzuda". Leyéndola, se ve que es una profesional en todo lo que hace. Mujer, escritora, lectora profesional. ¿Alguna vez se permite hacer una lectura ingenua? ¿Leer solo por leer...? Laura Freixas: ¡Pero si es muy interesante leer de una forma crítica! Sí, soy muy profesional, siempre leo subrayando, es una especie de exigencia interna. Pero... eso que dices de ser mujer profesional, no sé. Hay cosas del ser mujer -la moda, la belleza- que en parte no me interesan y en parte no me siento cómoda con ellas. Eso viene de mi relación con mi madre, donde siempre me he sentido como muy criticada. Mi madre establecía conmigo una especie de rivalidad: "Tú serás la escritora, pero aquí la única mujer soy yo". Siempre he sentido que el mensaje era ese. Mi madre siempre me dice: "No te sienta bien esto...", "tendrías que...".

  • Mujerhoy: Pero eso debe de estar en las primeras páginas del "Manual de problemas madres-hija". Me temo que muchas lo hacen... Laura Freixas: ¡Yo no! ¡Yo ando con mucho cuidado con mi hija! ¿Tú qué dices, Wendy? [Su hija Wendy, que está en la casa se ríe y no responde...].

  • Mujerhoy: "Soy escritora", dice, como si fuera un decreto. Laura Freixas: ¡Sí, y habría que celebrarlo con una ceremonia!

  • Mujerhoy: Esa certeza parece funcionar como un faro. ¿Cómo recuerda el periplo de su primera novela? Laura Freixas: ¡Ufff! Sufrí mucho escribiéndola y me costó tanto encontrar editor. Fue un período muy duro, pero me sirvió para poner a prueba mi vocación. Ahora todo eso ha cambiado. De hecho, Destino ha reeditado Los otros son más felices, que creo que es mi mejor novela. Entonces sufrí muchísimo; para mí el reconocimiento era muy importante, tal vez demasiado.

  • Mujerhoy: Es que su padre no se habría conformado con un éxito a medias... Laura Freixas: [Risas]. Sí, desde luego mi padre, no. ¡Tremendo! He luchado a brazo partido con él. Y, al final, se sentía orgulloso, pero me costó mucho vencer a ese progenitor tan crítico. Yo tenía la impresión de que su exigencia me destruía. ¡Nada era suficiente para él!

Mi madre rivalizaba: 'Tú serás la escritora, pero aquí la única mujer soy yo', era su mensaje."

  • Mujerhoy: Me llamó la atención la historia que cuenta de cuando su padre la enseñó a nadar. En cuanto usted lo alcanzaba, él se alejaba más. Laura Freixas: Esa anécdota se la he contado a todos mis psicoanalistas, porque refleja muy bien cuál era el grado de exigencia de mi padre. Yo siempre tenía que dar un poco más.

Hoy, su hija Wendy, de quien es fácil enamorarse si lees el diario de su madre, y con quien vimos a Laura Friexas batallar entre la escritura y la maternidad, ya es toda una mujer. Entra y sale de escena, se ríe irónica, no responde a preguntas comprometidas y es respetuosa. Se respira una relación cómoda y cómplice entre ellas.

  • Mujerhoy: Usted alcanzó notoriedad con la publicación de la antología Madres e hijas (Anagrama) ¿Cómo ha marcado su vida cada uno de esos dos papeles? Laura Freixas: Mi madre me ha dado ejemplo teniendo un criterio propio, fuerza de voluntad y autonomía, a pesar de que vivió en la España franquista y de provenir de una familia pobre. ¡Estudió Bachillerato estando ya casada! Su curiosidad por el mundo, por viajar, por leer... Yo me intereso por todo y eso lo he aprendido de mi madre. ¡Es un tesoro! ¡Nunca me aburro! Y, evidentemente, su amor por la literatura me ha marcado para bien. Ella me ha apoyado mucho y siento que está orgullosa de mí. En cuanto a ser madre, no sé; me hace sentir más completa, me da la sensación de una historia que continúa... Es una experiencia muy feliz, muy interesante, que te conecta además con la juventud, que te da sorpresas, que te enriquece humanamente. Sin esa parte, mi vida habría cojeado. Podría llevar una vida intelectual muy interesante, pero esta vida es más real.

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