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Las cinco frases por las que todos te van a odiar en el trabajo

A veces la mejor opción es morderse la lengua...

Compañeros de trabajo. / adobe stock

Silvia Torres
SILVIA TORRES

Hay frases, a veces basta una sola palabra, para convertirte en el ser más odiado de la oficina. Es posible que las hayas pronunciado con total inocencia (o no) pero serán mal interpretadas con toda seguridad y te hará quedar como un trepa como un resentido o como un workalcoholic. Recuerda que en general tus compañeros de trabajo no son tus amigos aunque en algunos momentos puedes incluso llegar a creerte que lo son, eso significa que sus juicios sobre tus palabras pueden ser implacables.

En la oficina alguna gente suele hablar en una jerga técnica a veces incomprensible que casi siempre sirve para esconder su falta de dominio de la materia en concreto de la que se habla. Si intentas romper esa norma y aterrizar el tema hablando con un lenguaje más coloquial o bajando el tono empleando frases más propias de Whatsap o de Instagram ya te empezaran a mirar mal, incluso los mismos que antes han usado idénticas expresiones en WhatsApp o Instagram. Algunos términos y frases no deben salir de las conversaciones informales entre amigos y familiares para intentar integrarse en el lenguaje del trabajo. Te contamos algunas de ellas.

“No problem” (así en Inglés). Según los expertos en management el problema de esta frase es que quita importancia a la tarea que te han encomendado. Es más probable que la digas si te mandan a hacer una fotocopia que si te encargan un elaborado informa de un tema complicado. Contestar con un “No problem” contiene un mensaje subliminal: “ Esto lo hago en un pis pas y sigo a lo mío” “No me va a tomar más que medio minuto”. Si le dieras más importancia a lo que te han encargado harías al menos un par de preguntas más o menos inteligentes y complicadas antes de poner manos a la obra.

“Lo que quieras”. Su efecto es parecido al de la frase n.1: No hay ninguna empatía ni señal alguna de que estés más o menos de acuerdo con lo que tienes que hacer, lo harás en cualquier cargo y le prestarás la mínima atención. Es más un asunto de quien te ha hecho el encargo, tú ejecutarás con la mínima implicación. Sucede con casi todos los monosílabos que uno emplea de modo automático con un jefe. Mandan una señal de que obedeces como un autómata.

“Son lentejas …”. Esta frase denota resignación y aceptación de la realidad. Lo harás porque hay que hacerlo, consideras que no tienes ninguna capacidad de elección y menos de decisión. Desde luego no demuestra entusiasmo por el proyecto. Sería raro que consiguieras un ascenso o una subida de salario con esta actitud.

“No puedo”. No tendría ningún problema esa frase si se acompañara de otra que explicara lo que sí puedes hacer en lugar de lo que dices que no harás. Per usualmente solo decimos: “No puedo hacerlo” en un contexto en que va a sonar con cierta desidia y falta de esfuerzo. Es mejor agregar otra cosa que sí harás. Lo mismo sucede con decir “no” o introducir frases negativas sin proponer la opción positiva. Ya sabemos que a veces no hay frases positivas pero en un ambiente laboral hay que inventárselas al menos después que ya has soltado un “no”.

“Ojalá” “Eso espero”. Esta es otra frase inocente que soltamos de cualquier manera y que muestran nuestra poca confianza en el proyecto que se nos plantea. Ojalá equivale a decir que el éxito de la misión es casi un asunto del azar o de la justicia divina, desde luego no es algo que esté en tus manos solucionar más allá que desear buenos deseos y enviar buenas vibraciones: “Ojalá”. De hecho envía el mensaje subliminal de que hay más papeletas de que el encargo salga mal. Cuando dices “ Espero que tu equipo esté a la altura” el mensaje principal es que te sorprendería que fuera así porque lo que realmente crees es que no lo estará.

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