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Caso Larry Nassar: La jueza que dio la palabra a las víctimas

Durante décadas, el médico del equipo de gimnasia norteamericano abusó de 150 niñas, pero nadie las creyó. Ahora, una jueza le ha obligado a él (y al mundo entero) a escucharlas. Una reparación psíquica necesaria más allá de lo legal.

La jueza Rosemarie Aquilina./cordon press

La jueza Rosemarie Aquilina. / cordon press

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Rosemarie Aquilina es jueza en Michigan y ha presidido uno de los j uicios contra el pederasta Larry Nassar, acusado de abusos sexuales. Con experiencia militar, escritora de novela negra y madre de cinco hijos, no dudó en ponerse del lado de las víctimas y tampoco ocultó el rechazo que le producía el acusado. Le hizo asistir contra su voluntad a los crudos relatos de sus víctimas y se aseguró de que cada palabra de las mujeres de las que había abusado cuando eran niñas fuera escuchada por el doctor.

Hay muchas maneras de luchar contra el machismo implícito que existe en no creer a las niñas que denunciaron estos delitos. Esta jueza decidió dar valor a sus palabras.

¿Por qué durante más de 22 años Larry Nassar, médico del equipo olímpico de gimnasia estadounidense, pudo abusar sexualmente de niñas y adolescentes? Entre sus víctimas había más de 150 gimnastas, algunas con medallas de oro. No habría sido necesario desde el punto de vista legal que ellas prestaran testimonio públicamente, porque el médico se había declarado culpable y ya pesaba sobre él una condena de 60 años por poseer pornografía infantil, pero la jueza insistió en que las víctimas declararan en presencia de su acosador, que intentó evitarlo. Hizo bien, pues desde el punto de vista psicológico a estas mujeres les convenía hablar. Nadie, durante años, las había querido escuchar. El silencio se había acumulado en torno a los sucesos traumáticos que padecieron y la jueza decidió quebrar esa dinámica. Si de justicia hablamos, lo justo era que el acusado las escuchara.

Poner palabras al trauma

  • El abuso sexual en la infancia produce una herida grave en el psiquismo, que tiene consecuencias durante toda la vida. Si no se puede poner palabras a la agresión, no hay posibilidad de curar esa herida, se perpetúa en el tiempo con conductas autodestructivas.

  • Aquellos que no escucharon a las gimnastas son cómplices inconscientes de un machismo que trata a la niña o a la adolescente como un objeto. La juez Aquilina les dio la palabra y el efecto catártico que tuvo para ellas fue beneficioso. Fue justo y terapéutico.

Robar la inocencia

Nassar, como todo perverso, es un manipulador que intentó hacerse la víctima y escribió a la jueza una carta quejándose del "daño emocional" de escuchar los testimonios. La jueza le contestó: "Pasar cuatro o cinco días escuchándolos es algo menor, considerando las horas de placer que ha obtenido a su costa y que les ha arruinado la vida". Cuando Nassar se disculpó por lo ocurrido, dijo refiriéndose a las declaraciones escuchadas: "No hay palabras para describir lo que me arrepiento". Quizá ese era su deseo, que nadie pusiera palabras a lo que había hecho.

Este es uno de los testimonios que Nassar no quería oír: Kyle Stephens fue una de sus primeras víctimas, la única no relacionada con el deporte. Kyle tenía seis años y Nassar era amigo de su familia. Durante las reuniones familiares, el médico abusaba de ella. Lo hizo hasta los 12 años. Kyle habló con sus padres, pero no la creyeron y además la obligaron a disculparse. Cuando en 2016 el nombre de Nassar apareció relacionado con los casos de abuso a las gimnastas, el padre de Kyle se suicidó: no pudo superar no haber creído a su hija. Podríamos aventurar que una complicidad inconsciente, teñida de machismo, con este abusador pudo conducir a este padre a no creer la palabra de su hija.

De 40 a 175 años de cárcel

  • Una investigación periodística destapó el caso de Larry Nassar. Durante más de 22 años, el médico abusó de 368 niñas y adolescentes.

  • Nassar ha sido condenado a una pena de entre 40 a 175 años de cárcel. La cúpula directiva de la Federación de Gimnasia de EE.UU. ha dimitido.

  • Si se confirma que los entrenadores que trabajaban en el Rancho Karolyi, donde se entrenaba a las atletas, conocían los abusos, también podrían ser llevados ante la justicia.

Jordyn Wieber, medallista olímpica, aprovechó el juicio para acusar a la Federación de Gimnasia: "Nadie nos protegió. A nadie le preocupó si éramos o no abusadas". Esto explica por qué durante décadas estas gimnastas sufrieron abusos impunemente: lo que interesaba a los adultos era el rendimiento físico.

Las niñas atletas resisten hasta el límite. Aguantan todo y protestan poco. Necesitan complacer al adulto, tienen mucha exigencia sobre sí mismas y esto las hace someterse a lo que les pidan. El adulto perverso se aprovecha de ellas, produciendo una herida grave en el psiquismo con consecuencias de por vida.

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