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Matar a un niño

El terrible desenlace de la desaparición del pequeño Gabriel dejó a la sociedad a la intemperie de sus peores pesadillas: ¿quién y por qué puede querer asesinar a un niño?

Ángel Cruz y Patricia Ramírez, padres de Gabriel, en una concentración de apoyo. / europa press

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Asistimos con pena a la noticia de la muerte de Gabriel Cruz. ¿Cómo se puede matar a un niño de ocho años? ¿Qué razones mueven a un adulto a hacerlo? ¿Qué pueden sentir unos progenitores que pierden a un hijo a manos de la pareja del padre?

Algunos aspectos de este terrible caso llaman la atención si analizamos lo que sucedió después de conocer la detención de Ana Julia y su confesión. La policía había avisado a los padres de sus sospechas sobre ella y les había pedido que disimularan hasta conseguir pruebas. Ana Julia se delató en una ocasión, a través de un lapsus en unas declaraciones que hizo a los periodistas cuando dijo: "Era un niño muy responsable". A continuación, se ve cómo guarda silencio unos instantes. Se da cuenta de que lo ha nombrado en pasado y corrige: "Es un niño muy responsable". En la primera frase lo da por muerto; en la segunda, desmiente esa afirmación.

La historia de Ana Julia, que los medios de comunicación dieron a conocer tras su detención, comenzó en un barrio marginal de Santo Domingo, junto a 10 hermanos. A los 17 años, tuvo una hija con Santiago Gil, un hombre de dinero que no reconoció a la niña. A los 18, Ana Julia llegó a Burgos y un camionero que se enamoró de ella, y con el que tuvo otra hija, la rescató de un club de alterne. Este hombre adoptó, además, a la niña que Ana Julia dejó en su país y que ella fue a buscar. La niña tenía entonces cuatro años. A los pocos meses de llegar, la pequeña cayó por una ventana y murió.

Tras 11 años de matrimonio, Ana Julia se separó del camionero y se emparejó con un hombre enfermo de cáncer. Una hija de él la acusó de intentar casarse con su padre, cuando se estaba muriendo, por la herencia. Aseguró también que le sacó mucho dinero. Después de esta relación, la presunta asesina se trasladó a Almería con Sergio, un hombre que vivía cerca de donde Ana Julia "encontró" la camiseta de Gabriel. Después conoció a Ángel, el padre del pequeño, con el que quería volver a Santo Domingo.

La mirada psicológica: lo innombrable

  • Cuando se muere un hijo, algo se rompe para siempre, porque eso no está en la secuencia que la mente acepta como inevitable. Está fuera de la ley de la vida.

  • El sentimiento de culpa hace más difícil el duelo por un hijo que ha muerto en estas circunstancias.

  • La tragedia de Gabriel causó una gran conmoción social. El apoyo multitudinario alivió el dolor de un padre que vio que su pareja era una persona sin moral.

Sin remordimientos

Ana Julia se compró una casa de lujo en su país, en una urbanización de millonarios. ¿Era Gabriel un impedimento para que se fuera con su padre a su país? El niño era un obstáculo para borrar de su biografía a la niña pobre y convertirse en una mujer que viviría en un barrio de ricos.

Cuando confesó su crimen, Ana Julia dijo: "Él me insultó, yo le intenté quitar el hacha y él me dijo: 'Tú no eres mi madre, tú no me mandas y además, no te quiero volver a ver nunca". Así que nos peleamos por el hacha, se la quité y al final, con la rabia, acabé asfixiándole". Las palabras y los actos de Ana Julia se entienden desde un psiquismo que tiene una estructura de psicopatía. En el psicópata destaca la ausencia de culpabilidad. Carece de una conciencia moral que le impida dañar a otro. Para el psicópata, la satisfacción pulsional está por encima de todo e intenta conseguirla por la vía que sea, lo que le lleva a la impulsividad más extrema cuando algo se interpone a sus deseos. La rabia a la que se refiere Ana Julia habla de la intolerancia a no conseguir lo perseguido.

La gran mayoría de los psicópatas usa un juego sutil de amenazas y promesas para lograr el consentimiento del otro. El psicópata tiene una sensibilidad especial para detectar las debilidades y la angustia del otro. Esta posición le otorga habilidades para manipularlo. Ahora bien, esta sensibilidad se produce para tratarlo solo como un objeto, un mero instrumento para obtener su propia satisfacción sin respetar su subjetividad.

Una de las frases que Ana Julia decía mientras trasladaba el cuerpo de Gabriel en el coche (comentario que la policía grabó) era: "A ver ahora qué hago con esto", expresando claramente que el niño para ella era un objeto. El psicópata sabe lo que hace, lo que no quiere decir que no sea una persona alterada psicológicamente, ya que carece de una moral y un sentimiento de culpa que le impida manipular a los demás y tratarles como objetos al servicio de sus deseos.

La noticia: Operación Nemo

  • El 27 de febrero desapareció Gabriel Cruz, un niño de ocho años, en Las Hortichuelas (Almería). Tras 12 días de búsqueda, el cadáver del pequeño apareció en el maletero del coche de Ana Julia, la pareja del padre.

  • Dos días después de su detención, Ana Julia confesó el asesinato, asegurando que el niño la había atacado. El 15 de marzo ingresó en prisión. Acababa así la Operación Nemo, llamada así porque al pequeño le gustaban mucho los peces.

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