Efecto animal

Anécdotas del amor en la vida rural.

PINA GRAUS  Madrid

Atravesaba una racha anodina en cuanto al amor se refiere, cuando escuché un motor en el camino. Los perros se pusieron a ladrar. Era un amigo con el que mantenía una relación amoroso-distante. Yo vivía en mi terruño y él en la ciudad, alejado de mi entorno y de mis canes, con los que no tenía mucha empatía. Mandé callar a los perros, me pasé un peine por el pelo y salí a recibirle.

Lamentablemente, mi cariñosa cerda, un animal de 250 kilos, tuvo la misma idea y salió a su encuentro. Al verla acercarse (supongo que fue la visión de la porcina y no la mía) puso cara de estupefacción y volvió al coche. Cogí un poco de pienso en un cacharro y la llamé. Ella me siguió obediente y ansiosa trotando hasta su cuadra, donde la dejé a buen recaudo.

Él se bajó del coche con cautela. Sentados en el jardín charlamos rodeados de florecillas, anécdotas y un par de gallinas del vecino. Lo cierto es que me alegró volver a verle. Durante un tiempo mantuvimos una corta pero intensa relación que, a pesar del mutuo enamoramiento, no prosperó.

La irrupción de un trompetista en mi vida y de una masajista en la suya dejó la idea del matrimonio fuera de plano. Después de un té bajo el castaño, con tostadas y recuerdos, quedamos en volver a vernos. Estaba despidiéndole, cuando su coche se precipitó en la cuneta. Corrí hacia el camino. Afortunadamente, era poco profunda, y tras algunos acelerones que me llenaron la cara de barro, lo sacó de allí. "¿Entonces la semana que viene?", preguntó. "Sí, sí", contesté. Y por un instante me asaltó aquella antigua emoción.

A la semana siguiente, escuché de nuevo un motor. De nuevo los perros ladraron, la cerda gruñó y las gallinas cloquearon. Esta vez venía en una BMW XXL. Estaba echando "pie a tierra" cuando la moto se inclinó arrastrándole en la caída. Apresurada, acudí a socorrerle. Le puse hielo en la rodilla y salimos al jardín. Estaba atardeciendo y nos quedamos contemplando la puesta de sol.

De pronto, dando brincos aparecieron mis canes, nos rodearon y le chupetearon. Cuando logré apartarles, me pareció que estaba más distante.

Sugerí irnos a pasear al río. Aceptó con cara de alivio. Cogidos de la mano, nos disponíamos a salir cuando sonó un golpe seco y un gruñido. "¡Horror!", pensé yo. "¿Qué ha sido eso?", me preguntó. "Será la cerda, tal vez está entrando en celo", contesté. "¿Y qué quiere?",añadió él. La frase fue premonitoria. La vi venir a toda la velocidad. "¡Fuera! ¡Fuera!", grité.

Cuando entraba en celo, para la cerda lo de menos era la especie a la que perteneciese el macho en cuestión. Me volví, le besé apresuradamente y señalé la moto. Raudo se subió a la BMW y arrancó en el momento en que ella derrapaba a mi lado. Levantando el hocico olfateó el aire. Al instante salió al galope tras la moto. Afortunadamente la carrera no era su fuerte y pronto desistió. No volví a verle.

Ilustración: Maite Niebla.

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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