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¿Se puede recuperar el deseo sexual perdido?

Tras unos años juntos, la rutina puede hacer que dudas como esta afloren en la mente de ambos miembros de la pareja. ¿Podemos retomar el deseo?

Pareja en la cama/gtres

Pareja en la cama / gtres

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Intentas recordar cuándo has hecho por última vez el amor y te resulta imposible. 'Hace tiempo que dejó de buscarme'. 'Apenas tenemos encuentros sexuales'. 'Quizá ya no me desea'. 'Hace tiempo que ninguno de los dos toma la iniciativa'. Estos pensamientos, cuando vivimos en pareja, puede tenerlos tanto un hombre como una mujer. No entiendes qué ha ocurrido con aquella pasión que os hacía buscaros. Será la rutina, será la vida tan ajetreada que llevas. No recuerdas quién tomaba la iniciativa, quizá los dos, aunque de formas distintas. Ahora ni él ni tú dais el primer paso.

Dar el primer paso

Puede que te hayas encontrado en una situación semejante y te preguntes qué pasa con tu vida sexual. Esta pregunta revela un interés muy saludable por ti misma, por tu derecho a disfrutar de tu sexualidad.

La toma de la iniciativa para el encuentro sexual no tendría que estar condicionada por el género. Tanto los hombres como las mujeres estamos habitados por el deseo y podemos pedir o insinuar a la pareja lo que queremos.

Hay muchas razones que pueden influir para que la falta de deseo y la apatía se apoderen de tu vida sexual. La más habitual es el estrés, pues la vida cotidiana está atravesada por preocupaciones que, con frecuencia, no dejan espacio ni energías para nada que vaya más allá de las cuestiones prácticas. La falta de comunicación en la pareja también aumenta la distancia afectiva y la sexualidad se empobrece. Compartir los temores y las inquietudes proporciona un nivel de intimidad que aumenta el deseo de estar junto a él, también en el dormitorio.

Proponer un encuentro sexual implica hacerse cargo del deseo hacia el otro y verbalizar las ganas. Existen distintas maneras de tomar la iniciativa. Toda relación comienza desde el momento en que uno (o los dos) se sienten invadidos por ese deseo. Las parejas deben asumir el compromiso de enriquecer el encuentro para que no se convierta en rutina. La opción de alternar la toma de la iniciativa es una forma de evitar la monotonía y que los dos miembros de la pareja se sientan deseados.

Tiempo y planificación

Además, el sexo, para que sea gozoso, requiere tiempo y planificación. En eso comenzó a pensar Mónica cuando, sentada en su coche, esperaba que se abriera el semáforo. No recordaba cuándo fue la última vez que hizo el amor con su marido, pero desde luego hacía bastantes días y de un modo algo apresurado, como para calmarse, no para disfrutar.

A veces, la vida cotidiana está atravesada por exigencias que no dejan espacio para la libido.

Mónica tiene 45 años, es economista, lleva casada 12 años y tiene dos hijos, de 10 y ocho. Cuando llega al final del día suele estar muy cansada. Cree que la vida que lleva y la rutina son quizá las responsables de que su gozosa vida sexual haya quedado reducida a brasas. Se siente triste y quiere volver a sentir los intensos placeres que recuerda. Para ello se le ocurre una idea. Llama a su marido y se cita para comer con él al día siguiente en el hotel que hay cerca de su casa. Mónica se compra ropa interior y decide que, cuando se encuentren para comer, no hablarán de temas de trabajo, hijos ni de cuestiones de la vida cotidiana, solo de ellos, de cómo se sienten y de lo que piensan hacer durante varias horas juntos y solos en la siesta erótica que tendrá lugar a continuación.

Cuando salen del hotel, se sienten contentos, más jóvenes. El encuentro ha sido un éxito y deciden repetirlo. Álvaro dice que la próxima vez le toca a él organizar un plan. Más tarde Mónica se da cuenta de algo importante: no solo factores externos habían intervenido para que su relación sexual se deteriorara, también había influido cierta identificación con su madre, que ha transmitido a Mónica una visión del sexo como algo superfluo para la mujer.

Preparar el encuentro es importante, pero no lo es menos atender a nuestras dificultades internas que nos hacen huir del sexo y responsabilizar a factores externos, cuando en realidad el conflicto también se halla dentro de nosotros.

¿Qué nos pasa?

  • Cuando la rutina invade la vida cotidiana, la relación sexual de la pareja puede verse afectada y aparecen las diferencias en cuanto al deseo hacia el otro.

  • Muchas veces, la falta de iniciativa puede ocultar conflictos más profundos. Se puede esperar a que el otro tenga la iniciativa, e incluso recriminarle que la haya perdido, para ocultar que nosotros no la tomamos. Puede que no aceptemos bien los cambios que notamos en el deseo hacia el otro.

¿Qué podemos hacer?

  • Busca distintas formas de acercamiento: mensajes, llamadas, sorpresas, salidas... Pero, sobre todo, rescata tiempo para estar solos.

  • Piensa en actos sexuales posibles e imposibles. Déjate llevar y recrea fantasías sexuales que más tarde puedas compartir con tu pareja.

  • Libérate, en lo posible, de las trabas internas que no te permiten disfrutar de tu cuerpo con el otro ni pedir lo que deseas. Pasa a la acción y no esperes más, pide lo que quieres y pregunta qué prefiere.

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