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Lectura polar, por Pina Graus

"Se entabla una discusión acerca del sexo desatado, la pasión desaforada, la comida afrodisiaca, el chocolate, el amor y las guindillas".

Una ilustración de Maite Niebla para Pina Graus. / maite niebla

Pina Graus
PINA GRAUS

Martina rompe el silencio: "Tengo una duda. ¡Me hago un lío con tanto Aureliano!". Listilla murmura: "Hay varios, ¿el que desplumó a Rebeca en la hamaca?". Intervengo, "¿Rebeca? ¿No era Remedios?".

Estamos en casa, releyendo Cien años de soledad para inaugurar las Tardes de lectura y té que Listilla ha propuesto. Se suponía que todas lo habíamos leído, pero para Martina es la primera vez. "¿No leíste Cien años de soledad? Pero ¿dónde vivías tú?", pregunta Listilla escandalizada. "El título me echó para atrás. Pero leí varias veces El amor en los tiempos del cólera. ¡Fermina Daza!¡Florentino Pérez!". "¿Qué Pérez!? ¡Ariza!", corrijo, riendo. Algarrubia se despereza y cierra su libro exclamando: "Chicas, please, lectura y té, es demasiado". Saca de su bolsa unas botellas de color oscuro y anuncia: "¡Cerveza negra y ecológica!". Gordi pone los ojos en blanco: "Juntas y leyendo. Mudas, calladas, ¡parecemos estatuas!", y señala la ventana: el paisaje blanco y gélido se extiende hasta donde se pierde la mirada. Algarrubia sigue fomentando el motín: "¿Qué? ¿Vemos algo?". Listilla nos mira con pena: "Sabía que era pedirle peras al olmo".

Sin internet no hay Filmin, no hay Netflix... Rebusco entre los antiguos DVD y aparece una joya olvidada: Como agua para chocolate. Intento resumirles el argumento: "Es una comedia mexicana que trata de la pasión por la comida y del amor que la protagonista siente...". "¿Por las cebollas?", pregunta Listilla mosqueada. Contesto: "Hay bastantes lágrimas a cuenta de las cebollas y del amor, sí. El caso es que la protagonista está enamorada de un chico, pero su madre....". Interviene Martina: "La madre del chico... ¿cocinaba sin parar? ¡No! Era una india la que cocinaba todo el tiempo comida picante y... ¿tenía bigote?". "¿La madre tenía bigote?", pregunta Algarrubia fingiendo sorpresa. "La madre lo que tenía ¡es mucho morro!", digo riendo. Martina prosigue: "¡Ya me acuerdo! ¡El guapito medio idiota que se casa con la herrrr...", le tapo la boca.

Abandonando su pose digna, Lis suelta de un tirón: "El guapito se casa con la que no debe y la madre era un bicho, que pretende que la pequeña se quede para vestir santos". Algarrubia entorna los ojos: "¿Había otra hermana...pelirroja, que desaparece una noche?". Martina se lanza: "¡Sí! Esa escena era increíble. Ella estaba en una ducha de madera en el jardín y, como no paraba de pensar en el bandolero, ¡la ducha se prende! Y cuando va corriendo desnuda por el campo, aparece él a caballo ¡y la secuestra!", "¡No la secuestra! Ella está loca por el forajido y él la sube al caballo", afirma Listilla. Se entabla una discusión acerca del sexo desatado, la pasión desaforada, la comida afrodisiaca, el chocolate, el amor y las guindillas. No hace falta ni encender el proyector. Fuera: paisaje blanco, dentro cerveza negra.

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