Redondo, soberbio. poderoso, contundente. El atributo más voluminoso de la anatomía femenina no para de cobrar protagonismo. Kim Kardashian, Jennifer López, Beyoncé y hasta la misma Pippa Middleton tienen la culpa. Y es que, según los cirujanos, 'el culo es el nuevo escote'.
A ellos les ha gustado siempre así: grandioso y contundente,
con curvas peligrosas y redondeces propias de una pintura
renacentista. Pero las mujeres han tardado más en darse cuenta de
que un trasero poderoso tiene mucha más fuerza que un culo tipo
tabla o escurrido. Para empezar, impone mucho más. Y concita muchas
más miradas.
Marilyn lo sabía. Y Sofia Loren. Y las 'pin ups' de
los años 50. Incluso Dita von Teese tenía constancia de ello. Pero tuvo
que llegar la estrella de un 'reality show' sobre la vacía y superficial
vida de las niñas ricas californianas para que se convirtiera en un
auténtico icono de la cultura pop.
Ella es Kim Kardashian, la flamante esposa del rapero Kanye West y
hermanísima de Khloé y Kourtney Kardashian y de Kendal y Kilye
Jenner. La curvilínea Kim ha hecho
más por las culonas del mundo de
lo que ellas nunca podrán agradecerle.
Pero siendo justos, no puede
arrogarse todo el mérito.
Antes
que Kim, Beyoncé defendió la rotundidad
de su cuerpo sobre un
escenario, en su vida pública y en
las letras de sus canciones. Y, hace
más de una década, Jennifer López
dio libertad a su culo para que pasara
de ser la comidilla de las revistas
de cotilleos (que a finales de
los 90 la criticaban sin piedad por
el tamaño su trasero) a convertirse
en hito sociológico y carne de
seguro multimillonario (dicen las
malas lenguas que 4,5 millones de
dólares valen sus curvas).
No son las únicas. Rihanna
luce orgullosa su retaguardia
en sesiones de fotos para las
mejores revistas del mundo; Lady
Gaga se fotografía en posturas que
sacan todo el partido posible a sus
nalgas; la rapera y actriz Nicki Minaj
ha convertido su trasero en objeto
de diatriba cultural (su forma
exacta es, según dicen las encuestas,
la más deseada por la mujeres
de etnia afroamericana en Estados
Unidos).
Mientras tanto, la voluptuosa
top nortamericana Kate
Upton menea bien sus atributos
al andar, aunque no tanto como
Christina Hendricks, la pelirroja
de 'Mad Men', que ha logrado
reivindicar la curva como la obra
de arte que siempre fue. Y en lares
más anglosajones, la propia Pippa Middleton dejó sin resuello a todos
los súbditos de Su Majestad Isabel II el día en que su hermana Kate
contrajo matrimonio con el príncipe Guillermo de Inglaterra.
Por su parte, las 'celebrities' que se encuentran en desventaja antropomórfica tienen dos opciones: mejorar lo que les ha dado la madre
naturaleza con lo que les ofrecen los padres cirujanos plásticos (tras
pasar por caja, por supuesto), o machacarse en el gimnasio durante
años para dar forma a lo poco que ya tienen. En todo caso, la consigna
actual es alardear de trasero.
Atrás quedaron los tiempos en los que el escote generoso era más que
suficiente para salir en las revistas. Ahora, las que no tiene el culo
soberbio de Kim Kardashian procuran embutir el suyo en vestidos,
pantalones de cuero y faldas tubo que lo realcen con las formas justas
justas.
Y luego posan para la posteridad
en un curioso escorzo que supone
dar la espalda al fotógrafo, sacar 'derriere'
y mirar al objetivo por encima
del hombro con sonrisa de oreja a
oreja y mirada y barbilla ligeramente
ladeada. Una pose antinatural que,
claramente, todas han ensayado y
perfeccionado en casa muchas veces.
Ajustadas a este patrón son las fotos
de las modelos Heidi Klum, Alessandra
Ambrosio, Candice Swanepoel,
incluso de nuestras estrellas sobre
la alfombra roja Elsa Pataky o Paz
Vega... A Pataky hay que reconocerle
su mérito: fue una de las pioneras
en poner culo en pompa y plantarse
así en una portada. Era la primera de
la revista masculina FHM, sin ir más
lejos, un auténtico bombazo hace ya
una década.
También en las redes
Y por si no tuviéramos suficiente con
las famosas, la multiplicación de fotos de culos en las redes sociales ha hecho del trasero
grandioso un nuevo fenómeno que amenaza con engullirlo todo. El 'belfie', palabra
que surge de juntar 'butt' (culo), con 'selfie' (el autoretrato omnipresente), ya es
un concepto. Popularizado por Kim Kardashian, por supuesto, y por Rihanna, Miley
Cyrus (que también centraliza en su trasero los movimientos de 'twerking', que desde
el escenario la han lanzado a la estratosfera del cotilleo mundial en tiempo récord) y la
propia Lady Gaga.
Pero también presumen de trasero personajes anónimos. Algunos,
como Jen Selter, incluso han cobrado relevancia social instantánea
en estos tiempos de expectación digital. Esta anónima veinteañera
neoyorquina tiene más de tres millones y medio de seguidores en
Instagram y su único mérito es dedicarse a colgar fotos de su culo
en todas las posturas posibles, que son muchas más de las que nadie
habría imaginado.
El efecto envidia no se ha hecho esperar. Las mujeres norteamericanas
han pasado de aumentarse los pechos a subir el volumen de sus
traseros. "El culo es el nuevo escote", asegura el doctor Constantino
Mendieta, un cirujano de Florida especializado en recolocar y redibujar
traseros. En su consulta se realizan entre nueve y 12 operaciones
a la semana de lo que en Estados Unidos se conoce como BBL
('brasilian butt lift', o elevación de trasero brasileña). Se trata de una
operación de realce de glúteos que suele incluir el injerto de grasa de
la propia paciente o la inserción de prótesis si la persona en cuestión
no tiene de dónde sacar nada extra.
"El aumento de este tipo de operaciones es una tendencia que hemos
notado en los últimos siete u ocho años", explica. La Sociedad Americana
de Cirujanos Plásticos ha certificado también este incremento
y sitúa la cifra más alta hasta la fecha en 2013, cuando se produjo un
aumento del 58% de este tipo de operaciones, a pesar de que su coste
no es precisamente reducido: según el especialista, puede estar entre
los 8.000 y los 10.000 €.
Y ahora ya es tendencia
La normalización de un
dictado estético se consigue visualizándolo. La moda lo sabe, por eso
multiplica hasta la saciedad la visión de una tendencia concreta desde
las pasarelas y por todas las revistas del planeta.
Si no estabas segura
al principio de la temporada, seguro que al final ya has adoptado
lo que sea que toque ese año: zapatos feos, faldas largas o pantalones
de campana. Se lo ves puesto a las modelos en las fotos y a la gente
por la calle y acabas interiorizando un estilo que aceptas como propio.
Con el culo sucede algo similar. El esfuerzo que hacen Beyoncé,
Nicki Minaj y Kim Kardashian por lucir el suyo ha conseguido que
observar un 'derriere' de esas dimensiones no sea ya una curiosidad,
sino una rutina cotidiana.
El sociólogo francés Jean-Claude Kaufman va más allá y encuentra
una explicación casi geopolítica en su libro
“La guerra de las nalgas”. "Estamos asistiendo
a la aparición de códigos estéticos alternativos.
El modelo occidental de hiperdelgadez que
domina el mundo está siendo desafiado por
un contramodelo que procede de los nuevos
gigantes económicos del sur. México, Brasil, el
Caribe o África ofrecen una figura femenina
basada en un gran culo redondo, muy relacionado
con la belleza natural, la sensualidad y
la fertilidad. Este arquetipo lo promueven estrellas
de la música a menudo mestizas, que
ofrecen una alternativa sensual, enérgica y vitalista,
opuesta a las imágenes de incorpórea
frialdad del modelo occidental".
Pero no nos engañemos, que una retaguardia
voluminosa se ponga de moda no significa que
la mujer por fin se acepte tal y como es. Esta
vez no se busca un cuerpo aniñado y andrógino
imposible como el del 'heroin chic' que
triunfó en los años 90. Pero el objetivo sigue
siendo igual de complejo: el trasero redondo
y firme de grandes proporciones tiene que ir
acompañado obligatoriamente de una cintura de avispa.
El ratio entre
uno y otra se sitúa en un igual de imposible 0,7. Es el ideal de la
figura hexagonal que proclama un culo redondo y alto, unas piernas
largas y una tripa plana como una tabla, sin un gramo de grasa. Otro
objetivo que, en general, va contra natura. ¡No íbamos a ponérnoslo
tan fácil a nosotras mismas!
Con mucho humor
Tina
Fey, la actriz y cómica norteamericana,
define a la perfección la paradoja estética
de nuestros tiempos en su libro 'Bossy
Pants':
"Ahora se espera que una chica
tenga los ojos azules de una caucásica,
los voluminosos labios de una hispana,
la clásica nariz de botón, la piel lampiña
de una asiática con el bronceado de una
californiana, el culo de una bailarina jamaicana,
las piernas larguísimas de una
sueca, los pies diminutos de una japonesa,
el abdomen de una lesbiana dueña
de gimnasio, las caderas de un niño de
nueve años, los brazos de Michelle Obama
y la tetas de una muñeca de plástico.
La persona que más se acerca a conseguir
ese look es Kim Kardashian, quien,
como todos sabemos, fue creada en un
laboratorio por científicos rusos para sabotear
a nuestros atletas".