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¿Te estás dando bien la crema de cara? Siete trucos para que te cunda más

Aplicar la crema es el gesto básico de la belleza y del cuidado de la piel. Sea hidratante, nutritiva o reafirmante. Y parece sencillo, ¿verdad? Pues tiene truco. Te damos todas las claves para que darte darte el sérum, el contorno, la crema de día y la crema de noche sea más fácil, rápido y efectivo.

No utilizar crema a diario, no usar una fórmula específica de día y otra de noche y no extenderla de la manera adecuada son algunos de los fallos habituales a la hora de aplicarse la crema facial. / istock

Stefanie Milla
STEFANIE MILLA

Creo que una de las frases que más he repetido en mi vida es “¡ ponte crema!”, mientras persigo a mi hija por el pasillo. Porque sé que algo tan básico es esencial para una piel sana, protegida y bonita. Y es que es un gesto que practicamos desde niños, a veces sin acertar del todo. ¿Cómo evitar los fallos más habituales?

No usas crema a diario

Mal hecho. Aplicar una hidratante cada mañana es añadir un escudo de defensa a la piel, protegerla de sus enemigos y asegurarte que está hidratada. No hace falta que sea una crema cara: lo importante es extenderla cada jornada.

Te crees que la cara acaba en el cuello

Un error que se paga cara en forma de arrugas en escote y cuello… Extender la crema, tanto de día como de noche, desde debajo de la mandíbula hasta el nacimiento del pecho es el mejor favor que le podemos hacer a esa área.

Al aplicar la crema, no hay que repartirla por todo el rostro por igual y sí extenderla también por el cuello y escote. / iStock

La repartes en todo el rostro por igual

No es necesario. Hay áreas que suelen ser más grasas, como la nariz o la barbilla. Ahí, basta con poquísimo producto, mientras que las mejillas y el escote aceptan con gratitud todos los mimos que les quieras proporcionar.

Te estás equivocando de fórmula

No siempre es fácil saber cuál es tu tipo de piel y sus necesidades. Por ejemplo, las personas de piel grasa piensan que lo último que necesitan es más emoliencia y se saltan la crema, ¡error, error, error! (Sobre todo, porque suelen combinarlo con productos agresivos que irritan aún más la piel). Comprueba la sensación que tu hidratante te deja sobre la piel cinco minutos tras haberla aplicado: ¿demasiado grasa?, ¿tirante?, ¿confortable? Claro que si consultas con un dermatólogo o una buena esteticista, ¡mejor que mejor!

No la aplicas, ¡la frotas!

Cuando de piel se trata, la palabra clave es suavidad. Bastante dura es la vida ya como para encima tener que añadirle más agresividad…  Gestos suaves, largos, acariciantes… Son más agradables y, encima, más eficaces.

Usas el mismo producto para el día y la noche

A ver… el mundo no se para si aprovechas una misma fórmula para el amanecer y otra para el atardecer, pero puestos a hacerlo bien, ¡hagámoslo bien! Las cremas de día han de ser ricas en antioxidantes y pueden ser más ligeras que las de noche, que harán mejor en cargar activos regenerantes (péptidos, retinol) y ser más densas, ya que durante el sueño aumenta la tasa de pérdida transepidérmica de agua (vamos, que la piel se deshidrata más).

Piensas que la protección solar de tu crema de día es suficiente

Fiarte del SPF de tu hidratante no va a hacer que ardas en llamas cual vampiro al salir al sol, pero si quieres tener una auténtica protección anti UVA (que son los que están hasta los días nublados y te destrozan el colágeno) y evitar manchas y esas cosas que tan poco nos gustan… No te engañes: te hará falta un profesional. Es decir, un fotoprotector que contenga al menos un SPF 30 y, sobre todo, un índice anti UVA +++ como mínimo.

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