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Melania e Ivanka, la primera dama... y la primera hija

Comienza la era Trump. Y su mujer, Melania, y su hija mayor, Ivanka, prometen desafiar los convencionalismos y redefinir el papel de primera dama. ¿Podría Ivanka convertirse en 'first lady'?

Ivanka y Melania Trump, cara a cara. / gtres.

IXONE DÍAZ LANDALUCE

Después de los discursos grandilocuentes, los bailes presidenciales, el escrutinio mediático de los vestidos y las miradas cómplices, después de toda la pompa y el boato de la inauguración en Washington del nuevo presidente de Estados Unidos, este lunes la nueva administración Trump echará por fin a andar. N o será una presidencia como las demás, igual que Donald Trump no ha sido un candidato convencional.

Pero mientras el presidente más políticamente incorrecto, extravagante e incendiario que se recuerda empieza a dar órdenes, su familia también tendrá que adaptarse a su nueva realidad. En especial, las dos mujeres más importantes de su vida: su mujer, Melania, y su hija mayor, Ivanka. Aunque el papel que desempeñarán a partir de ahora es todavía una incógnita, lo que ya está claro es que no responderán a las figuras clásicas de la primera dama y la hija del presidente.

Melania no se mueve

Apenas unos días después de que Trump ganara las elecciones para sorpresa del mundo, se hacía público que Melania Trump no se trasladaría a la Casa Blanca. Su coartada oficial es su hijo Barron, de diez años, que estudia en un centro privado del Upper West Side neoyorquino y al que su madre quiere mantener alejado del circo mediático. Barron es su prioridad e incluso durante la campaña, ella se encargó de llevarle y recogerle del colegio.

Y por eso, aunque se ha dicho que Melania podría trasladarse a Washington cuando termine el presente curso escolar, de momento la first lady vivirá en la extravagante ático del matrimonio en la Trump Tower. "Le encanta su casa de Manhattan y la vida independiente que lleva allí", explicaba a la revista 'People' una fuente cercana a la exmodelo. Pero preservar esa libertad tiene sus complicaciones logísticas. Durante la campaña, las inmediaciones de la Trump Tower, en la Quinta Avenida de Nueva York, han sido un infierno para conductores y peatones por los cortes de tráfico. Y ahora, con la first lady instalada en el epicentro de la Gran Manzana y el servicio secreto siguiendo sus pasos, la pesadilla continúa.

Por todo eso, su agenda oficial continúa siendo un misterio. Aunque se espera que, en los próximos meses, viaje a Washington cuando el protocolo lo exija. Es decir, para asistir a cenas de Estado, recepciones oficiales y otros grandes eventos. De hecho, según informaba días antes de la toma de posesión TMZ, Melania solo permanecerá dos días en Washington durante la inauguración presidencial y volverá a Nueva York el lunes. Su obsesión es que Barron viva esta transición con naturalidad y eso implica ir al colegio desde el primer día. Y mientras Melania vuelve a la normalidad, Ivanka, la hija mayor del presidente y su ojito derecho, se prepara para cambiar completamente de vida.

El enigma Ivanka

El rol que desempeñará en la administración de su padre todavía es un enigma. En diciembre, el rumor de que Ivanka pretendía ocupar el ala este de la residencia presidencial, tradicionalmente reservada para la primera dama y su equipo, empezó a circular por los mentideros de Washington. Y aunque el equipo de transición lo negó, casi nadie duda de que tendrá una posición prominente dentro de la Casa Blanca. De hecho, medios tan influyentes y serios como el Washington Post han dedicado sendos artículos a especular sobre su futuro político: "¿Será Ivanka Trump la primera hija más poderosa de la historia?", se preguntaba recientemente el 'New York Times'.

'Politico' iba más allá: "Dejad que Ivanka sea la primera dama". Aunque pueda parecer una excentricidad, en realidad no lo es. Existen precedentes, como los presidentes viudos Thomas Jefferson y Martin Van Buren. O Harriet Lane, sobrina del único presidente soltero, James Buchanan.

La historia no sugiere que Ivanka no pueda actuar como primera dama"

Josh zeitz

La primera dama, además, no tiene atribuciones oficiales y tampoco cobra. Por eso, cada una lo desempeña a su manera o incluso saltándose todas las convenciones. "La historia no sugiere que Ivanka no pueda actuar como primera dama, en especial si su madrastra prefiere mantener una vida alejada de los focos", escribía el historiador Josh Zeitz en 'Politico'.

Su agenda política

Desde luego, Ivanka cuenta con la confianza absoluta de su padre: ha trabajado en el imperio familiar, ha salido en su reality y le ha acompañado en cada mitin y cada viaje de la campaña. Melania, en cambio, siempre ha preferido el segundo plano, probablemente porque sus fugaces apariciones casi siempre han terminado en cataclismo, como cuando se descubrió que su discurso en la Convención Republicana era un calco barato del que Michelle Obama había pronunciado unos meses antes.

En realidad, ella nunca quiso ser 'first lady'. De hecho, cuando en el año 2000, ella y Trump rompieron por un breve periodo de tiempo, las ambiciones políticas de él fueron parte del problema. Y cuando en 2014, su marido insistió en aspirar a la Casa Blanca, su primera reacción fue preguntarle: "Tenemos una vida maravillosa. ¿Por qué quieres hacer esto?".

Quizá por eso, durante el periodo de transición, Melania ha sido prácticamente invisible, mientras Ivanka se ha posicionado como una pieza fundamental del equipo de su padre. Ha organizado reuniones con figuras prominentes del activismo medioambiental, como Al Gore o Leonardo DiCaprio, y se ha sentado a la mesa con mandatarios internacionales, como el primer ministro de Japón, para estupor del cuerpo diplomático. Además, la hija preferida del presidente ya tiene su propia agenda política. Ha explicado que los asuntos que más le interesan son aquellos relacionados con la promoción de las mujeres. De hecho, según la prensa norteamericana, ya habría contactado con diversos congresistas para poner en marcha reformas legislativas. Es, sin duda, un paso estratégico.

Apenas nueve días antes de la toma de posesión de su padre, Ivanka anunciaba a través de Facebook su "excedencia" de la vicepresidencia de la Trump Organization, así como de la dirección de su marca de ropa y complementos, para la que ya ha contratado a una nueva consejera delegada. Era su forma de evitar los múltiples conflictos de interés que acechan a la familia. Si acaba ejerciendo un cargo oficial, también se espera que liquide todos sus bienes y los deposite en un fideicomiso ciego, en el que no podrá intervenir mientras ejerza un papel institucional. Así mismo, deberá esquivar la ley anti-nepotismo de 1967, pero ese no ha sido ningún obstáculo para su propio marido, Jared Kushner, recientemente nombrado asesor presidencial. Kushner será una pieza clave en la administración de su suegro.

Nueva casa

De momento, el matrimonio y sus tres hijos se mudarán a una lujosa mansión en Washington, situada en el opulento barrio de Kalorama y apenas a tres manzanas de los Obama. La casa tiene seis habitaciones y está valorada en 5,5 millones de dólares. Ivanka ha adelantado que se tomará un tiempo para asegurarse de que sus tres hijos Arabella, de cinco años, Joseph, de tres, y Theodore, que cumplirá un año en marzo, se adaptan a su nueva rutina al tiempo que ella "determina la forma más impactante y adecuada de servir a mi país".

Y mientras ella deshoja la margarita, 'US Weekly' ha publicado que Melania tendrá una glam room en la Casa Blanca. Lo contaba su maquilladora personal, Nicole Bryl: "Habrá una habitación diseñada para peinarla, maquillarla y vestirla. Quiere un espacio con la iluminación perfecta". En la misma línea, la única controversia que ha salpicado a la primera dama desde el 8 de noviembre, es el boicot de algunos diseñadores, como Marc Jacobs o Tom Ford, que anunciaron que no la vestirán.

Y es que, quizá este insólito reparto de papeles no sea tanto una lucha de poder, como un traje hecho a la medida de ambas: Ivanka y sus ambiciones políticas, y Melania y su talento para la representación institucional.

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