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Jorge Blass: "La magia cura si se usa como terapia"

Hablamos de magia y solidaridad con Jorge Blass.

Jorge Blass nos atiende para mostrarnos su cara más solidaria. / alberto bernárdez.

Ana García Lozano
ANA GARCÍA LOZANO

Es uno de los magos más mediáticos que tenemos en España y miembro fundador y patrono de la Fundación Abracadabra de magos solidarios. Nos citamos en el Café de Oriente con Jorge Blass.

Lo hacemos para hablar de magia y solidaridad y esto es lo que nos cuenta.

  • Corazón Nada más vernos, lo primero que hace es regalarme una maravillosa varita mágica... Jorge Blass Es una varita portátil para que consigas lo que quieras en la vida. La tenemos en la Fundación y es superchula, tanto, que ya no vas a querer dejar de llevarla contigo. Eso sí, tienes que decir: "Abracadabra". Y ¿ves?, se despliega.

  • C. ¡Me encanta! Es inevitable que la magia le acompañe siempre. De hecho, se convirtió, en su momento, en el mago más joven de la sociedad española de ilusionismo. J.B. Tenía solo 12 años. Fui superprecoz. Me encantaba la magia desde niño. Recuerdo que con cinco o seis años veía Chantatachán, el programa de Tamariz en Telemadrid. Acudían magos de todo el mundo y yo me quedaba pegado al televisor. Empecé a crear mis propios juegos. Cayó un libro de magia en mis manos y...

  • C. Y dijo aquello de: "Mamá quiero ser artista", y se vino a 'El programa de Ana', en Telemadrid J.B. (Risas) Sí, eso ocurrió tres años más tarde, con 15. Fue mi primer programa de televisión.

  • C. De tantos que llegaron después… Hoy, además de charlar sobre magia, vamos a hablar de solidaridad. Me encantaría que nos contara cómo nace la Fundación Abracadabra. J.B. Un grupo de magos de Madrid empezamos a hacer magia en hospitales, residencias… Juanjo García, que es, además de mago aficionado, un abogado con una mente muy brillante, dijo: "Esto hay que organizarlo. Vamos a hacer una Fundación". Fue la mejor idea, porque 15 años después, a esos cuatro amigos se nos han sumado 80 magos más para hacer magia por toda España.

En los hospitales hay que saber ponerse una corazo emocional"

  • C. ¿Recuerda los inicios? J.B. Empezamos yendo al Hospital Niño Jesús, que tiene un teatrito precioso. Luego fuimos a La Paz, pero nos daba la sensación de estar haciendo algo de manera desorganizada. Al crear la Fundación comenzamos, con un equipo de voluntarios, a coordinar las actuaciones, a comprar material para regalar a los niños en los talleres.

  • C. Y han cambiado mucho las cosas, porque hoy son 60 los hospitales visitados por los magos solidarios de la Fundación. J.B. Y regularmente, porque cada semana hay un mago voluntario, que pasa nuestro filtro, que sabe desenvolverse… porque es muy difícil entrar en la habitación de un niño enfermo y saber manejar la situación. Salir exitoso de ese escenario es mucho más complicado que actuar en un teatro.

  • C. ¿Con la magia, los niños enfermos y sus familiares logran evadirse? J.B. A veces es más importante lo que pasa en la mente de los familiares que en la del niño. En ocasiones, entramos en una habitación en la que el niño no está y la madre te dice: "No está". Nosotros contestamos: "Ya, pero tú sí", y les hacemos magia a ella. Es importante generar esa felicidad aunque solo sea durante un ratito.

  • C. No sé si puedo imaginar el grado de satisfacción que debe sentirse en estos casos... J.B. Sí, pero también hay que saber ponerse una coraza emocional, porque ves algunos casos… Debes darles lo mejor que tienes, pero cuando te vas, tienes que ser capaz de evadirte un poco. Tengo un hijo de seis años y ver lo mal que lo pasan algunos niños… Es un choque de realidad que te puede afectar.

  • C. ¿Cómo son los talleres para niños enfermos de cáncer? J.B. Al principio solo hacíamos actuaciones, pero hemos incorporado talleres porque nos hemos dado cuenta de que al niño le ayuda mucho poder ser el mago él, poder demostrar el superpoder que tiene. Eso le da una fuerza que compensa un poco esos otros problemas con los que tiene que lidiar.

  • C. Hay también talleres para niños con síndrome de Down... J.B. Y son maravillosos, porque ellos se sorprenden de sus propios trucos, porque conocen el secreto, pero cuando lo hacen son los primeros en asombrarse. Son de una ternura increíble. Lo más importante es darles recursos para que se comuniquen mejor y para que descubran en la magia un apoyo en su desarrollo como personas.

  • C. Además de visitar a los niños en hospitales, como la magia cumple un papel de integración social, abordan otros frentes: centros de discapacitados psíquicos y físicos, colectivos en riesgo de exclusión social... J.B. Lo bueno de la magia es que provoca un efecto muy potente en la gente, que se ríe, se emociona y eso, empleado de forma terapéutica, es la bomba. Imagina un niño que se ha lesionado una mano y le enseñas un truco con una moneda y empieza a practicar. Ejercita músculos que no podía mover.

Ana García Lozano dejándose sorprender por Jorge Blass. / alberto bernárdez.

  • C. ¿La magia cura? J.B. Sin duda.

  • C. Estamos hablando de la labor que hacen con niños, pero también acuden a residencias de la tercera edad. ¿Cómo reaccionan los ancianos? J.B. Hay que saber qué público tienes delante para saber qué magia hacer. Me ha pasado que, a veces, haces magia con cartas y algunos mayores, luego, no se acuerdan de la carta. Por eso debes elegir muy bien el repertorio: más visual, menos difícil… Te da mucho bagaje. Por ejemplo, actuar para niños autistas es increíble, porque quizá no tengas el aplauso al final, pero se crea un silencio, una emoción que lo compensa todo.

  • C. Los magos deben tener también algo de psicólogos... J.B. Claro, y poco a poco vas aprendiendo y encontrando ciertos recursos que te ayudan. La primera vez que fui a psiquiatría, con Juanqui, otro de nuestros magos, recuerdo que nos dijeron: «No podéis usar ni cuerdas ni cartas porque hay niñas que se pueden hacer daño. Todo el material que uséis tiene que ser supervisado por nosotros». Por eso te digo que es una magia muy específica, distinta a cualquier otro tipo de espectáculo. Hay que tener mentalidad de aprendiz y aprender cada día de cada persona, situación o familia.

  • C. ¿Cree que todos podemos ser agitadores de ilusión? J.B. ¡Claro! No tenemos que ser magos para ello. Un agitador de ilusión significa tener una mentalidad y una forma de vida que implique querer ayudar a los demás. Vivimos en una sociedad muy individualista, donde cada uno mira para sí mismo y, de repente, la magia genera algo maravilloso. Eso fue lo que me enganchó a ella, desde niño.

  • C. ¿Por qué quiso ser mago? J.B. Por un lado, yo era un niño muy tímido, me costaba mucho comunicarme. En clase sufría mucho cuando me sacaban a la pizarra. A través de la magia encontré algo que me ayudó a abrirme y vi que, además de ser feliz yo, podía hacer felices a los demás, y empecé a practicar y practicar y no pude parar porque me enganchó

A través de la magia encontré algo que me ayudó a abrirme"

  • C. También forman aprendices de magos, ¿verdad? J.B. Cada año hacemos un congreso de magos solidarios. Son unas jornadas con conferencias, donde vienen médicos, enfermeros que nos cuentan cómo desenvolvernos mejor. Hay que ser muy flexible porque tú, como mago, actúas y la gente te aplaude. Esto es distinto, entras en una habitación donde el publico está triste y tienes que trabajar mucho para poder desenvolverte.

  • C. ¿Cuál es su proyecto personal? J.B. Estoy de gira con mi último show: Palabra de mago. Ahora estamos viajando por España y en verano me voy a Las Vegas, donde nos juntaremos más de dos mil magos de todo el mundo. Yo daré una conferencia de un truco nuevo que he inventado y que quiero compartir con ellos.

  • C. ¡Qué interesante! ¿Y algún plan concreto de la Fundación Abracadabra? J.B. Estamos a punto de cumplir 15 años y queremos seguir creando ideas. Hasta ahora hemos tenido mucho apoyo y hemos logrado que una cosa pequeña se haya hecho gigante. Tenemos ganas de seguir desarrollando proyectos. No sé dónde nos llevará, quizá a otros países. Hemos viajado a Kenia, a Nicaragua y no descartamos viajar más, porque somos bastante inquietos.

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