Fútbol, toros y homenajes

Los Reyes y los Reyes Eméritos tuvieron una semana con una agenda repleta de actos de lo más variopintos.

Almudena Martínez-Fornés
ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS

La semana del Rey empezó en el campo de fútbol Vicente Calderón y terminó en la plaza de toros de Las Ventas. Don Felipe acudió a despedirse del viejo estadio, que pronto será derribado, y allí alimentó un poco más su fama de rojiblanco, una afición que él nunca ha negado pero tampoco ha confirmado porque hasta en eso procura ser neutral. Recordó que hace 41 años asistió en ese estadio, junto a sus padres, a su primer partido de fútbol y deseó al Atlético de Madrid que siga manteniendo "vivo su espíritu deportivo".

El motivo de la visita al Vicente Calderón fue presidir un acto de Cotec, una fundación que promovió don Juan Carlos a su regreso de un viaje a Estados Unidos, en 1987, en el que descubrió el alto nivel de desarrollo de ese país y, en concreto, de California.

Cuando preguntó a sus distintos interlocutores a qué se debía, todos le dieron la misma respuesta: a la innovación tecnológica. Aquella idea caló en la mente del Rey, que puso en marcha esta iniciativa destinada a fomentar la innovación en España como motor de desarrollo.

Del tenis a la innovación

Como en todos los actos de Cotec, don Felipe estuvo acompañado por don Juan Carlos, recién llegado de Bermudas, donde asistió a las semifinales de la Copa de América de vela, y de acompañar a Rafa Nadal en su décima victoria en Roland Garros. Don Juan Carlos y Nadal son grandes amigos y siempre comparten sus mejores y sus peores momentos.

Don Juan Carlos estuvo acompañado por su esposa

Tras su ruta deportiva, que había empezado mucho antes en Cardiff, don Juan Carlos se quedó unos días en Madrid, donde recibió un homenaje organizado por la Fundación Diálogo en el que estuvo acompañado por doña Sofía. Es llamativo que en el 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas en España, haya sido una asociación hispano-francesa la que ha convocado el reconocimiento al Rey que impulsó la democracia.

La Reina, con Unicef

Tras el homenaje, don Juan Carlos volvió a salir de viaje, en este ocasión con destino a Álava, para inaugurar en Samaniego las nuevas bodegas Macán, y los Reyes continuaron con su agenda en Madrid. Doña Letizia entregó los premios de Unicef España, entre otros, a tres niñas de 12 años, Candela, Mariona y Daniela, que llevan recaudado un millón de euros para la investigación del cáncer infantil.

Todo empezó hace cuatro años, cuando diagnosticaron leucemia a Candela y la ingresaron en el Hospital San Juan de Dios, de Barcelona. Allí, una voluntaria la enseñó a tejer pulseras de hilo para que estuviera distraída durante su estancia en el centro sanitario.

Sin embargo, sus amigas Mariona y Daniela decidieron montar un puesto en su pueblo para vender las pulseras y contagiaron su entusiasmo a toda la planta octava del hospital, a sus familias, amigos y conocidos e, incluso, a varios colegios, que se sumaron a la iniciativa. Aunque la historia solidaria de las niñas es muy llamativa, como suele ocurrir en muchos de los actos a los que asiste la Reina, al final se habló más de su estilismo que de los premiados.

Cuello barco

Doña Letizia lució un favorecedor vestido de Carolina Herrera en blanco con rayas negras, falda tableada y cuello barco, que conjuntó con unas sandalias de la misma firma. Las críticas empezaron a primera hora de la mañana, cuando llegaron a las redacciones las fotos de la Reina en la sede madrileña del Centro Superior de Investigaciones Científicas, donde se celebró la entrega de premios.

Doña Letizia parecía demasiado arreglada para un acto de esa naturaleza y esa hora del día. Pero había una explicación: nada más terminar la entrega de los premios, tuvo que regresar al palacio de La Zarzuela y, sin tiempo para cambiarse, asistir a un almuerzo con el Rey, el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, y su esposa, Nancy Lange, que se encontraban de visita oficial en nuestro país. La mujer de Kuczynski es una señora muy sencilla, nacida en el Estados Unidos rural y acostumbrada a recorrer las zonas más humildes de Perú.

De hecho, ella dice que no es la primera dama, sino "la primera voluntaria" de su país. A sus 63 años, no entra en competiciones de estilismo, como puede ocurrir con la argentina Juliana Awada. Pero para doña Letizia se trataba de un almuerzo oficial en el que debía ofrecer su mejor imagen.

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