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25 momentos clave del peinado del Lady Di

La Princesa de Gales fue extraordinariamente fiel a su estilo capilar, casi siempre corto y rubio

La Princesa de Gales en 1997./GTRES

La Princesa de Gales en 1997. / GTRES

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Aunque congelada en nuestra memoria pareciera que Diana Spencer hubiera llevado siempre exactamente el mismo peinado, lo cierto es que hubo mutaciones, aunque muchísimo más discretas de lo que hubieran sido en cualquier otra mujer joven que viviera unas circunstancias vitales más convencionales. En los círculos aristócratas más tradicionales de antes de ayer, el reino de la tendencia era el de la vulgaridad. Mantenerse fiel a un estilo no solo era una metáfora del conservadurismo de un talante y de una concepción del mundo, sino la reafirmación segura de una identidad inamovible y una estabilidad inexpugnable.

La Princesa de Gales fue extraordinariamente fiel a su estilo capilar, casi siempre corto y rubio. Sin embargo, se puede detectar una evolución que habla tanto de su estado vital como de la década que habitaba, además de coincidir con cambios muy estratégicos de peluquero de cabecera.

25 momentos clave en la revolución capilar de Lady Di:

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    1971. A los 10 años, Diana llevaba una media melena con flequillo acorde con su edad infantil. Jamás volvió a llevar el pelo tan largo y, en eso, fue hija de su tiempo: en los 80, las jóvenes se cortaron en masa las melenas para abrazar, al menos, la libertad capilar.

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    1980. En el año en que Diana y Carlos se conocieron y, en principio, se enamoraron (hoy, a la luz de los acontecimientos, ya debemos ponerlo todo en cuestión), Diana ya llevaba su corte de cabecera: un estilo muy capeado apuntando a tazón, con flequillo muy espeso. Y rozando el castaño.

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    1981. En la foto oficial del día del anuncio de su compromiso, el 24 de febrero de 1981, la novia optó por mantener su estilo, pero aclarar ligeramente el tono: ya no se bajaría del rubio.

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    1981. Conforme fueron pasando los meses del 81, vimos cómo Diana se dejaba crecer el pelo en los laterales, para que el 'look' asumiera un poco más de volumen y dulzura.

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    1981. El día de su vida, haber aportado un poco más de pelo a su cabello le facilitó portar el tesoro de la familia Spencer: una tiara de oro y plata, cuajada de diamantes, con cinco centrales y uno de ellos de mayor tamaño y envuelto en un pequeño corazón, y un diseño a base de hojas, tulipanes, flores-estrella y arcos de media luna.

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    1982. Vemos cómo las mechas aportan mucha más luz al pelo de Diana, que en su estado natural, sin ahuecados, aparece totalmente liso: definitivamente, darle estilo a una melena con un pelo tan tabla le hubiera supuesto muchísimo trabajo.

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    1982. En la foto de la presentación ofocial de su primer hijo, el príncipe Guillermo, el 21 de junio de 1982, podemos ver un intenso trabajo de secador para apartar de la cara un ya larguísimo flequillo. El pelo crecía, pero el peinado había que mantenerlo incólume.

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    1983. En este año, la Princesa de Gales se embargó en una intensa gira por Australia y Nueva Zelanda, donde tuvo ocasión de volver a utilizar la tiara familiar. Vemos que conserva su peinado de cabecera, con el pelo tan largo que requiere intenso 'brushing' para mantener la forma.

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    1984. En la foto donde se la ve saliendo de la clínica donde dio a luz al príncipe Enrique, el 15 de septiembre de 1984, el pelo se le ha ido un poquito de las manos. Entre la influencia ochentera, que tiende ala exageración y el cardado, y el largo de su pelo, parece cualquier personaje de “Dinastía”.

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    1984. Estaba claro que había que cambiar el peinado si Diana no quería cortárselo. Aquí la vemos poco tiempo después de dar a luz, con la ya melena convenientemente recogida. Suelta, le hubiera caído sobre la cara, ocultándosela e impidiéndole la mínima comodidad.

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    1985. Volvió a cortarse el cabello, aunque con un toque ligeramente ochentero, marcando más los distintos volúmenes. A estas alturas, las mujeres británicas ya pedían su estilo masivamente en las peluquerías.

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    1985. Durante un baile benéfico celebrado en Melbourne, Lady Di dio muestras de su creatividad a la hora de construir su 'look', que pasó de clásico a radicalmente ochentero: se colocó la gargantilla de esmeraldas de la Reina María como banda sobre la frente. Inolvidable estampa.

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    1986. Aquí vemos perfectamente cómo su adorado peinado de juventud, se sofistica durante los años 80 para marcar mucho más los volúmenes. Perfecto para dejar ver perfectamente sus impresionantes joyas.

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    1987. Neutralizado el efecto del 'brushing' radical que requería su 'look' de cabecera gracias a este favorecedor sombrero, se percibe mucho mejor la belleza dulce, ingenua y casi infantil del rostro de Diana. Es un diseño de Graham Smith que lució con ocasión de un desfile militar en honor de la Reina.

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    1988. El color se mantuvo hasta este año en estos parámetros: raíces un poco más oscuras para un rubio muy matizado y profundo, una especie de ceniza dorado inclasificable.

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    1989. En la celebración del 89 cumpleaños de la Reina Madre, la Princesa de Gales mostró un color mucho más rubio e uniforme, sin los matices que había llevado ahsta el momento. No le favorece demasiado: el trabajo de color anterior era mucho mejor.

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    1990. Después del abandono de su melenita infantil, este es el segundo momento más definitorio de la evolución del peinado de Lady Di. Gracias a un reportaje de la revista “Vogue”; Diana conoce a Sam McKnight, un reputado peluquero británico. Para la portada que fotografió Patrick Demarchelier, McKnight la peinó creando la ilusión de que su pelo era mucho más corto. Tanto le gustó su propuesta, que abandonó a su peluquero de toda la vida, Richard Dalton, y dejó que McKnight renovara completamente su estilo. La mariposa empezaba a desplegar las alas.

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    1991. Tras este primer corte, Sam McKnight se convirtió en su peluquero de cabecera, mientras que Daniel Galvin se ocupó de renovar el color. Rejuvenecida, con un estilo mucho más fresco y un mensaje de liberación, su creciente belleza contrastaba con los augurios mediáticos de una crisis matrimonial seria en la pareja heredera. Aquí la vemos a la salida de un espectáculo en el Royal Opera House.

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    1992. Esta foto fue tomada en un banquete en Buckingham Palace, pocos meses antes de que se anunciara definitivamente su separación. No quedó otro remedio, después de la publicación del polémico libro biográfico de Andrew Morton en el que se relataba la infelicidad que había tenido que sufrir al lado del Príncipe de Gales. Vemos la sonrisa congelada de Diana cuyos ojos, permanentemente tristes, no sonreían para nada.

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    1993. Anunciada la separación de los Príncipes, pero con el divorcio aún en el aire, Diana comenzó a mostrarse más feliz que nunca, con momentos como este en un parque de atracciones en las que se la ve contenta a pesar de la lluvia. Y con el pelo, al fin, despeinado.

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    1994. De nuevo la vemos con su cortísimo pelo, ya parte de la nueva identidad de una Diana libre sentimentalmente, durante unas vacaciones de ski en Austria.

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    1995. Sam McKnight tuvo por fin toda la libertad del mundo para experimentar con la imagen de Diana. El peluquero explicó que fue este un tiempo en el que ella pudo manifestarse con mucha más espontaneidad: “Estaba guapísima hasta cuando salía del gimnasio, con el pelo aún mojado de la ducha. Así que para le fiesta de los premios del Council of Fashion Designers de Nueva York decidí imitar ese efecto”.

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    1995. Convertida ya en 'la Princesa del pueblo', recogió un premio por su trabajo humanitario, mostrando el precioso peinado en capas suavemente diseñadas para enmarcar y dar luz a su rostro.

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    1996. En esta instantánea tomada durante una cena de beneficencia en Sidney, podemos admirar el corte minimalista que Sam McKnight creó para Diana desde 1995, un estilo que se convirtió en símbolo de toda la década. “En esos años, yo estaba trabajando con las supermodelos Linda Evangelista y Eva Herzigova. Diana formaba parte del mismo molde que ellas: mujeres amazonas, bellas, poderosas, con cuerpos ágiles, muy en forma”, ha recordado McKnight.

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    1997. Su peluquero de cabecera hasta el día de su muerte, Sam McKnight, la vio solo semanas antes del accidente que terminó con su vida. “Venía de un viaje con una ONG que trabajaba para prevenir las muertes debido a las minas en el que no llevaba peluquero ni maquillador, pero estaba radiante. Tenía tanta confianza... Estaba más guapa que nunca”.

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