TODOS DE AZUL Y NEGRO
TODOS DE AZUL Y NEGRO
Al terminar el concierto de la Filarmónica de Oviedo, un programa romántico con obras de Dvorak y Brahms, la familia real subió al escenario del Auditorio Príncipe Felipe para hacerse una foto de familia con los músicos. El momento desvela la temperatura del estado de ánimo con el que los Reyes y sus hijas llegaron a Asturias: radiante. Tanto, que el rey Felipe hizo una broma (inaudible, por desgracia), que hizo reír al centenar de intérpretes que le miraban arrobados. Los Premios Princesa de Asturias no pudieron empezar mejor.
En realidad, la llegada de los Reyes, la princesa Leonor y la infanta Sofía fue algo acelerada: llegaron al filo de la hora, de forma que no se detuvieron apenas en saludos. Hubo una mínima parada ante un reducido grupo de autoridades, y para dentro. Sí dio tiempo a contemplar perfectamente el escotazo a la espalda que lució la infanta Sofía, despampanante con una de sus piezas favoritas del armario: un mono.
Inevitablemente, las personas que se arremolinaron en la puerta del auditorio comenzaron a piropear a Sofía, Leonor y Letizia, de nuevo impresionantemente guapa. Leonor siempre es favorita en Asturias, aunque se vista con prendas que bien podría lucir su abuela, la reina Sofía. Seguro que no le importaría heredar la chaqueta de Armani que lució la heredera, demasiado clásica hasta para una futura reina. Por suerte, a la gente le dio exactamente igual. A los ojos de los asturianos, Leonor siempre va perfecta.
Coordinados en negro y azul, la familia real respondió a los gritos de «¡guapa!» con un comedido saludo con la mano. Enseguida empezó a sonar el himno de España y comenzó al concierto, aunque en el paseíllo de entrada pudimos volver a ver a la reina Letizia, guapísima, muy cómplice con su hija menor. No deja de compartir sonrisas y confidencias con la infanta Sofía, mientras que Leonor y el rey Felipe suelen lucir más circunspectos. El concierto de los Premios Princesa de Asturias no fue una excepción.
Pese a la rapidísima entrada al auditorio, apenas se dispersó el centenar de fans que querían saludar y hablar con la familia real. Esperaron pacientemente que se terminara el concierto y tuvieron su premio, pues los reyes Felipe y Letizia y sus hijas tuvieron el detalle de estrechar la mano e intercambiar unas palabras con todos los que esperaban al otro lado de la barrera. De nuevo se repitieron los piropos. «Doña Letizia es usted muy maja», le dijo a la Reina un señor mayor. «'Sofía, qué guapa!», le decían a la infanta.
La infanta, entre tímida y divertida, daba las gracias como podía, sin dejar de sujetarse el escote del mono, temerosa de que dejara ver algo más de lo conveniente. «Gracias siempre por venir a saludarnos», agradeció Letizia a una señora mayor, que le dijo: «Eres guapísima». La Reina le contestó: «Tú también». A Leonor no le faltaron los adjetivos. «Un placer verte por primera vez. Eres un encanto», le dijo una señora de la edad de su madre.
Una vez saludados todos, la familia real siguió con su agenda, a partir de aquí privada. Como todos los años, tras el concierto se celebra una cena privada con los premiados que constituye la primera toma de contacto personal de la princesa Leonor con los galardonados. Sabemos que la heredera ya conoce la obra de Eduardo Mendoza, pues desveló durante los Premios Princesa de Girona que estaba leyéndole. Podrá comentárselo al mismo autor, además de hablar con Serena Williams, Mario Draghi o Graciela Iturbide, una maestra de la fotografía de la talla de nuestra Cristina García Rodero.