Por qué la reina Federica de Grecia jamás habría aceptado las tres bodas plebeyas de sus nietos la infanta Elena, la infanta Cristina y el rey Felipe VI

La reina Federica hizo lo imposible por casar a sus tres hijos con sangre azul, hasta fletar un crucero para que príncipes y princesas se conocieran. No hubiera entendido las bodas aprobadas por su hija Sofía.

Pincha en la foto para descubrir los momentos más importantes en la vida de la reina Sofía, hija de la reina Federica de Grecia./getty images

Pincha en la foto para descubrir los momentos más importantes en la vida de la reina Sofía, hija de la reina Federica de Grecia. / getty images

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Conforme pasa el tiempo, se acrecienta el parecido de la reina Sofía con su madre, Federica de Hannover. Son muchas las crónicas que desgranan las similitudes entre ambas, no solo físicas sino en cuanto a sus ideas. Federica de Grecia fue una mujer con fuertes convicciones, entre ellas el respeto máximo a la ley de hierro de la vieja monarquía: que los matrimonios reales debían establecerse solo entre personas con sangre azul. Las bodas deben ser doblemente reales.

Aunque hoy esta idea nos pueda parecer un poco trasnochada, no está de más recordar que esta ley no escrita llegó a sustentar la razón de Estado, originando guerras y acuerdos de paz entre potencias que unían dinastías. Es significativo que la reina Sofía sea la última reina consorte europea con sangre azul: prueba la resistencia de su madre, la reina Federica de Grecia, a abandonar esta vieja norma de los royals.

Para Federica de Hannover, conquistar y resistir en el exclusivo y reducido grupo de princesas y príncipes de la realeza europea fue vital. De hecho, su familia vivió como un drama la progresiva desaparición de sus títulos por distintos avatares históricos. Nació, en abril de 1917, como la princesa Federica Luisa Thyra Victoria Margarita Sofía Olga Cecilia Isabel Christa de Hannover. Pero el título era más una gracia retórica que una realidad.

Hija del príncipe Ernesto Augusto de Hannover, duque de Brunswick, y la princesa Victoria Luisa de Prusia, la única hija del emperador Guillermo II, la princesa Federica jamás tuvo reino, pues Hannover fue absorbido por Prusia en 1866. Tampoco pudo aferrarse al ducado de Brunswick, pues su padre se vio obligado a abdicar de este en 1918.

Así las cosas, si Federica de Hannover pudo llamarse a sí misma princesa, fue porque el rey Jorge V quiso rescatar a la familia del oprobio del descenso social y, en 1915, escribió varias cartas concediendo el título de príncipes y princesas del Reino Unido de la Gran Bretaña y de Irlanda a los hijos nacidos del matrimonio de los duques de Brunswick.

Cuántos años tenía Federica cuando se casó

Afianzar su posición entre la realeza europea debió ser un deseo bastante fuerte en la joven Federica, que no dudó en comenzar un romance con un joven príncipe griego cuando solo tenía 14 años. Era primos y se había conocido en 1927, aunque fue en 1934, en la boda de la princesa Marina de Grecia y el duque de Kent, cuando decidieron casarse. Federica era aún demasiado joven, así que tuvieron que esperar hasta que coincidieron de nuevo en las Olimpiadas de Berlín de 1936. En 1937 de anunció el compromiso y se casaron en 1938. La princesa Federica por fin tendría un reino.

Sin duda, Federica quiso lo mismo para sus tres hijos: tres matrimonios con miembros de alguna de las grandes dinastías europeas, que aseguraran su posición en lo más alto de la escala social. Lo consiguió, como todos sabemos, gracias al famoso crucero del amor en el que se encontraron Juan Carlos I y su hija Sofía y también en un viaje que realizó expresamente a Dinamarca para que su hijo Constantino conociera a la princesa Ana María. Su hija menor, Irene, decidió no casarse, algo poco común en las familias reales.

Sin duda, Sofía de Grecia debió de replantearse la estrategia de su madre a la hora de casar a sus propias hijas. Y, probablemente, al evaluar su propio matrimonio, concertado según las reglas de la reina Federica, decidió no intervenir en las vidas de su progenie. «Nuestros hijos se casaran por amor», le confirmó a la periodista Pilar Urbano, autora de la única biografía autorizada sobre su figura.

Jamás sabremos qué hubiera pasado si la reina Sofía hubiera intervenido con más autoridad en la vida amorosa de sus hijas, las infantas Elena y Cristina. Lo cierto es que las dos tuvieron distintas relaciones sentimentales con aristócratas y plebeyos antes de decir sí a los que se convertirían en sus respectivos esposos: Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarín.

Ninguno de los dos fue exactamente del agrado de los reyes, aunque Iñaki Urdangarín logró congraciarse con más facilidad que el soriano. Sin embargo, la reina Sofía jamás imaginó que tendría que enfrentarse a los dos primeros divorcios en la familia real, una circunstancia que ha abominado desde el minuto uno. Seguramente en ese momento volvió a replantearse la política de su madre a favor de los matrimonios solo de sangre azul.

La reina Sofía se vio obligada a bajar la guardia también con el príncipe Felipe, aunque lograron liquidar su intención matrimonial con Eva Sannun, entonces estudiante y modelo noruega. Al final fue una periodista, Letizia Ortiz, la que se convertiría en futura reina pese a un frente amplio de oposición familiar. Es el único matrimonio plebeyo que ha salido bien, aunque la reina Federica hubiera rechazado los tres. Jamás hubiera entendido los matrimonios plebeyos de los príncipes y princesas de dinastías reinantes.

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