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España en la Eurocopa femenina: resumen de sus mejores actuaciones históricas
España no siempre fue una potencia en la Eurocopa femenina. Pero torneo a torneo, partido a partido, la selección ha ido construyendo una historia que ahora se juega con la memoria en los pies.
Durante años, la selección española femenina vivió las Eurocopas como quien llega tarde a una fiesta: sin apenas invitación, con poco margen para destacar y la sensación de no estar del todo en su sitio. Pero en la última década, ese relato ha cambiado. España ha pasado de ser una selección testimonial a convertirse en una de las grandes potencias del fútbol europeo. Esta es a historia —y la evolución— de sus participaciones más memorables en el torneo continental.
1997: el primer golpe sobre la mesa
La Eurocopa de 1997, celebrada en Suecia, marcó el debut serio de España en una gran cita. No era la favorita, ni siquiera una habitual en los pronósticos. Pero el equipo, dirigido por Ignacio Quereda, sorprendió a todos al alcanzar las semifinales en su primera participación real. El gran golpe llegó en cuartos de final, cuando eliminó a Inglaterra con un ajustado 1-2 en plena remontada, en un partido que aún hoy se recuerda por la entrega y el arrojo de aquel grupo.
En semifinales, España cayó ante Italia (2-1), pero se marchó del torneo con el resto del continente. Jugadoras como Ángels Parejo, Mar Prieto o Maribel Domínguez –que luego brillaría más en México– formaban parte de una generación valiente, aunque sin estructura federativa ni profesionalización real detrás. “Era como remar con las manos desnudas”, recordó años después Parejo. Aun así, aquella Eurocopa supuso una primera señal: España podía estar en el mapa.
2013: regreso con hambre
Tuvieron que pasar 16 años para que la selección regresara a una Eurocopa. La edición de 2013, de nuevo en Suecia, marcó el inicio de una nueva etapa. La clasificación ya había sido dura, con una eliminatoria dramática frente a Escocia que se resolvió en el último minuto de la prórroga. Esa forma de llegar –al límite sin red– anticipó el carácter que tendría el grupo.
España debutó venciendo a Inglaterra por 3-2, en uno de los partidos más vibrantes del torneo. Después empató con Rusia y cayó ante Francia, lo que le valió el pase a cuartas como segunda de grupo. Allí esperaba Alemania, que impuso su experiencia (1-3), pero las sensaciones fueron positivas. Jugadoras como Vero Boquete, Sonia Bermúdez o Jenni Hermoso empezaban a sonar con fuerza. Como escribieron entonces los diarios españoles, “España ya no solo compite: también propone”. Fue el inicio de una etapa de crecimiento sostenido.
2017: talento sin recompensa
A la Eurocopa de 2017, que se celebraba en los Países Bajos, España llegaba con expectativas más altas que nunca. La selección, ya dirigida por Jorge Vilda, acumulaba un a generación talentosa, creativa y con protección internacional. El grupo lo formaban jugadoras con técnica depurada como Alexia Putellas, Amanda Sampedro, Virginia Torrecilla o Irene Paredes. Sin embargo, el juego no fluyó como se esperaba.
España arrancó ganando a Portugal, pero después encadenó dos derrotas seguidas, ante Inglaterra y Escocia. Aun así, logró avanzar a cuartos, donde cayó ante Austria en los penaltis tras un partido sin goles ni ritmo. El análisis general fue claro: había más calidad que resultados. En palabras de la crónica de Marca, fue “una Eurocopa que no se jugó al nivel del talento disponible”. A pesar de la decepción, aquel torneo sirvió para detectar qué faltaba: carácter competitivo, definición y un modelo más reconocible.
2022: derrota con sabor a futuro
Inglaterra 2022 supuso una prueba emocional para España. La lesión de Alexia Putellas a pocos días de su debut dejó a la selección sin su gran estrella y a medio mundo preguntándose si sería capaz de competir sin ella. La respuesta fue un sí rotundo, aunque el desenlace no llegara a semifinales.
España superó la fase de grupos con dos victorias y una derrota, y en cuartos se enfrentó a la anfitriona Inglaterra en uno de los partidos más intensos del torneo. Se adelantó con un gol de Esther Gonzáles, aguantó con entereza y cayó solo en la prórroga (2-1). La prensa inglesa calificó el encuentro como “una batalla de estilos”, y en España se habló de “la derrota más esperanzadora del fútbol femenino”. El bloque —con Aitana Bonmatí, Mapi León, Athenea del Castillo, Tere Abelleira o Laia Codina— demostró que ya estaba preparado para competir contra cualquiera. La profesionalización de la Liga F, el trabajo desde la base y la mejora de las condiciones comenzaban a dar frutos visibles.
2025: competir con historia
La actual edición, que se está celebrando en Suiza, encuentra a España en otro lugar. No se trata ya de dar la sorpresa ni de plantar cara: ahora se espera que llegue lejos. Campeonas del mundo, con un estilo de juego reconocible y una plantilla de enorme calidad, la selección compite con la confianza de quien ya ha recorrido el camino.
Aitana lidera desde el centro, Alexia ha vuelto al once, y jóvenes como Salma Paralluelo, Fiamma Benítez o Vicky López están aportando energía nueva a un grupo que mezcla veteranía con hambre. El reto ya no es hacerse un hueco, sino dejar huella. Y cada victoria, cada dato, cada pase preciso en esta Euro 2025 se construye sobre esa historia de avances lentos, derrotas valientes y crecimiento constante.
La selección española femenina ya no parte desde cero. Lo que antes eran intentos aislados, hoy es un proyecto consolidado. La Eurocopa 2025 no es una meta: es un nuevo capítulo dentro de una trayectoria que, por fin, se escribe en presente.