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Rei Kawakubo: la edad de la vanguardia

El suyo es el ejemplo perfecto de que no es necesaria la popularidad para ser la creadora más relevante de los últimos 50 años. También que a los 77 se puede crear moda de vanguardia, liderar un negocio millonario y cautivar a los más jóvenes con su firma Comme des Garçons.

Rei Kawakubo sigue siendo, a sus 77 años, un referente de la moda de vanguardia. / getty images

Gervasio Pérez
GERVASIO PÉREZ

Para los diseñadores de moda, la edad es un hándicap. Un pintor, una escritora y un director de cine pueden crear obras maestras y seguir ejerciendo influencia en sus ámbitos y en el mundo pasada la edad de la jubilación. Talento y creatividad no tienen fecha. Para los diseñadores de moda, sin embargo, hacerse mayores penaliza. Su autoridad estética suele decrecer a medida que cumplen años, debido a que dejan de estar en sintonía con los gustos y motivaciones de las generaciones más jóvenes. Eso significa perder casi automáticamente la conexión con la moda, porque el siglo XX creó la ecuación moda igual a juventud. Aunque esa asociación se desvanece y va quedando obsoleta en esta segunda década del XXI, que afianza la transversalidad de la moda, los creadores “en la onda” siguen siendo jóvenes, mientras los mayores quedan arrinconados a vivir de la herencia de una gloria de décadas pasadas.

La excepción a esa perversa norma, sin quitar mérito a otro par de nombres indiscutibles, es Rei Kawakubo: 77 años, tokiota, una de las creadoras más relevantes del mundo desde hace medio siglo, a pesar de ser una perfecta desconocida para las audiencias masivas. Su ámbito, la moda conceptual hasta el punto de que asegura que ella no hace ropa y que su vida y su obra no tienen conexión alguna. O que lo único que busca es crear cosas nuevas. “Me gustaría tener un cerebro nuevo cada temporada. Como no puedo, busco nuevos métodos de trabajo”, declaraba el año pasado a The Guardian. “Es una mujer muy poco común”, confirma Adrian Joffe, sudafricano de 67 años, socio empresarial desde hace 32 años, esposo desde hace 27 y traductor oficial para quienes no hablan japonés.

La diseñadora japonesa casi nunca se pone delante de las cámaras

De mirada severa pero apariencia frágil, Kawakubo no estudió moda, ni economía, negocios o arte. Comenzó como estilista en una empresa textil y, como se aburría y no encontraba ropa con la que identificarse, decidió crear su empresa en 1969, con 27 años. Desde entonces ha levantado un imperio textil desde la vanguardia, una alternativa especialmente complicada en la industria de la moda. Continúa en el empeño y, camino de los 78, mantiene esa autoridad vanguardista entre sus colegas jóvenes, apelando a todo tipo de públicos.

Rei Kawakubo. / getty images

Comme des Garçons (“como niños” en francés), un proyecto que empezó con 10 empleados y hoy cuenta con un millar de trabajadores, ingresa más de 280 millones de dólares anuales según una estimación de Business of Fashion de 2017. “Siempre he empezado desde cero, tratando de hacer algo diferente a lo que ya existe; y que mi equipo haga lo mismo”, confesaba a la revista Dezeen en una de sus escasas entrevistas tras recibir en Nueva York el premio Isamu Noguchi 2019, galardón que premia a artistas con “espíritu innovador, conciencia global y compromiso de intercambio cultural entre Oriente y Occidente”. Ella, modesta ante los halagos, asegura: “No me considero una artista. Toda mi vida he estado haciendo negocio de la creatividad, usando la creación como una manera de hacer negocio, siempre persiguiendo algo nuevo”. Ese afán de superación y búsqueda constante fue lo que premió el Metropolitan Museum neoyorquino en 2017, al organizar la única exposición monográfica a una diseñadora viva desde la muestra sobre Yves Saint Laurent en 1983.

Esta es una de las propuestas de primavera de la línea CDG de Comme des garçons. / dr

Visionaria, radical y escurridiza, “inventora” del negro como color de la creatividad entre los urbanitas contemporáneos, desde que fundó Comme des Garçons ejerce el control creativo total de la empresa, un modelo atípico que cobija varias líneas de ropa, entre ellas la popular Play. También sigue marcando las distancias estéticas respecto a la moda comercial y a la confección pura y dura. Para Kawakubo, impulsar el cambio y la experimentación es su razón de ser. “Si no hago ropa, quizá haga algo nuevo”, ha dicho más de una vez. Fiel a sí misma, entrelaza moda y arte desde sus inicios, una apuesta que hoy siguen las firmas de lujo en pelotón, pero que hasta hace poco casi nadie se atrevía a formular. La moda convencional le resulta aburrida, vacía, caduca; y especialmente la masculina, que considera fácil y carente de concepto innovador. “Me enfada la moda fácil... Cuando las cosas son tan fáciles, no reflexionas ni progresas. No solo en moda, en todo”, mantiene.

Camiseta de Play, una de las líneas de Comme des garçons.. / dr

Aunque no le gustan las etiquetas ni las clasificaciones, su trabajo cabalga entre las tareas de empresaria, diseñadora de ropa y mobiliario, artista, estilista, arquitecta, interiorista... En su otro proyecto, Dover Street Market, unos almacenes multimarca con espíritu de galería de arte, lleva poniendo en práctica todas esas facetas desde hace 15 años. Además, vende ropa de otros diseñadores a partir de una selección que se aproxima más al comisariado de las exposiciones artísticas que a la simple selección de marcas y productos con buena salida comercial. Abrió el primero en Londres en 2004 y hoy cuenta con sedes en Nueva York, Tokio, Los Ángeles, Pekín y Singapur. “Hago el diseño gráfico, la arquitectura, el mobiliario... Y también las instalaciones artísticas de las tiendas”.

Comme des Garçons es única porque aúna varnguardia y negocio, moda y arte

Alérgica al actual culto a la fama y la fiebre por la popularidad, Kawakubo no deja de hacer ruido desde el silencio, influyendo en otros diseñadores y en la calle casi desde la clandestinidad de “guerrilla” (así se llamaron hace años algunas de sus tiendas efímeras en varias ciudades). Reivindica la evolución frente a los convencionalismos desde París, donde sus desfiles son citas de culto. No es casual que allí esté la sede europea de la compañía, en el corazón histórico de la ciudad y de la joyería francesa, la Place Vendôme, una metáfora de su poder en la industria desde el extremo más purista.

“Lo primero que recuerdo de mi niñez es que quería ser independiente, hacer negocios y trabajar. Son cosas muy importantes para mí, ser independiente y libre, y trabajar”, recuerda en una edad de oro que se extiende tanto como su reinado en la vanguardia de la moda.

21 de marzo-19 de abril

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