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Por qué la moda que vistes habla de tus emociones

Sin ansiedad, sin reglas ni disfraces. En la moda de hoy no hay jerarquías y todo es posible. Cómo te vistes tiene consecuencias emocionales, ¿por qué no eliges la felicidad?

Ashley Graham, una de las influencers de tallas grandes, rompen con la tradicional uniformización de la moda. Haz clic en la imagen y conoce las influencers virtuales que triunfan en Instagram también.

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Ashley Graham, una de las influencers de tallas grandes, rompen con la tradicional uniformización de la moda. Haz clic en la imagen y conoce las influencers virtuales que triunfan en Instagram también. GETTY
Lola Fernández

Lo primero es dar un paso atrás y retroceder para que el campo de visión se amplíe. Sin darnos cuenta, vivimos en la experiencia única de la moda: un emocionante frenesí producido por el carrusel de tendencias, celebrities, marcas, rebajas y compras. Pero, al interrumpir esa inmersión y activar la vista de pájaro, aparecen destinos para la moda insospechados, innovadores, sorprendentes. Proyectos, personas, marcas que están ya pensando y obrando otro sentir de la ropa, uno en el que esta deja de ser un fin en sí misma para ponerse al servicio de algo más: el bienestar personal, el medio ambiente, el consumo ético, la autoestima, el descubrimiento del estilo, la comunicación personal; en esencia, de algo que se acerca mucho a la bondad.

Empecemos a desenrollar este ovillo por la bondad más importante: la que nos debemos a nosotras mismas. En 2014, la psicóloga de la Universidad de Hertfordshire (Gran Bretaña) Karen Pine sintetizó y conectó en Mind what your wear: the psychology of fashion ("Cuidado con lo que te pones: la psicología de la moda") los distintos estudios que, hasta la fecha, habían tanteado la relación entre cómo nos vestimos y cómo nos sentimos. Su libro constató lo innegable: la ropa que nos ponemos suele retratar nuestro estado de ánimo. Pine reveló que el 73% de las 400 personas que había encuestado se vestían para sentir más confianza en sí mismas, no para impresionar ni para influir en la opinión de terceros. La moda, a pesar de desplegarse en nuestro exterior, conecta directamente con lo subjetivo. Para una gran mayoría, es un fenómeno de la autoconciencia.

"Lo que nos ponemos tiene consecuencias cognitivas, sociales y emocionales –explica Pine–. Las mujeres tienden a llevar vaqueros cuando están bajas de ánimo o deprimidas. Recientemente descubrí que cuando sufren estrés, su mundo se reduce tanto que terminan poniéndose muy pocas prendas: el 90% de su armario desaparece. Eso permite especular acerca de si sería posible influir en las emociones poniéndonos ropa diferente. ¿Podríamos inducir un ánimo más optimista llevando ropa que nos haga felices? La ciencia dice que . Somos lo que vestimos, pero también podemos llegar a ser lo que nos ponemos". En su libro, Pine llega a predecir que la ropa será capaz de hacernos sentir abrazados en un futuro no demasiado lejano. Dados los beneficios psicológicos de los abrazos, el recurso a un sustitutivo textil de los mismos no parece tan mala idea.

Somos lo que llevamos puesto

La creciente importancia que le damos a todo lo relacionado con el bienestar personal aumenta el interés por un enfoque de la moda desde la psicología. De hecho, la urgencia por encontrar entornos seguros para nuestra integridad física y mental preocupa hasta en Silicon Valley, donde ya se investiga todo lo que tiene que ver con el llamado "bienestar digital": cómo desarrollar un estilo de vida ante la pantalla que redunde en nuestro beneficio, y no al contrario. Desde 2014, The London College of Fashion imparte el primer y único programa de master que aplica la psicología al consumo y la producción de moda en todo el mundo. Es un área de innovación en la que se discuten asuntos como el juicio al otro, la discriminación por edad, el empoderamiento personal o la mejora de la vida y de la industria a través de la aplicación de herramientas de la psicología.

A pesar de desplegarse hacia el exterior, lo que llevamos conecta con lo que sentimos.

Este enfoque de la moda en el que se entremezclan ciencia, autoconfianza y bondad con una misma y con los otros está en Mírate (Aguilar), el libro en el que Andrea Vilallonga ha volcado su saber como consultora de imagen y comunicación y profesora en la Universidad Autónoma de Barcelona. En realidad, se trata de su propio método, basado "en la idea de aceptación de la imagen propia como punto de mejora, usándola como elemento de presencia y no de belleza". Esta puntualización final, anteponer la presencia individual y única al mero embellecimiento, está en el espíritu de los nuevos tiempos. Sus clases conectaron inmediatamente con los fans de la última edición de Operación Triunfo, donde Vilallonga mostró parte de su aproximación eminentemente práctica y optimista al vestir.

"Al principio sí enfocaba mi trabajo mucho más desde el embellecimiento, pero por suerte todo ha cambiado mucho", explica. "Hoy cada vez tenemos más claro que no existe un cuerpo ideal: la silueta de reloj de arena es la más equilibrada, pero puedes acercarte más a la forma de un triángulo o un rectángulo e ir divina. El ideal es el que tú quieras. He tenido algunos enfrentamientos con compañeras de profesión que argumentan que es necesario partir de una base, pero para mí la base es el cliente mismo. Lo más importante es lo que le gusta de su cuerpo y, a partir de ahí, construir. Tenemos que sentirnos orgullosos del propio cuerpo y darnos cuenta de que, sea como sea, tenemos mil herramientas distintas para lograr vernos bien. Creo que de esta manera todos nos querremos un poco más y que sea así me hace feliz".

Ese cambio comienza a calar en los jóvenes, empezando por esos concursantes de Operación Triunfo a los que aún tuvo que quitar algún que otro complejo. "Yo pensaba que la revolución de la imagen llegaría de una forma más bestia, pero la moda no nos lo ha puesto fácil –dice–. Por suerte, la moda está cada vez más al alcance de todas las personalidades y bellezas: se lleva todo y es maravilloso. Hace 10 años si un pantalón de tiro bajo te quedaba mal, no pensabas que el pantalón estaba mal hecho, sino que lo estaba tu cuerpo. Hoy la moda está más abierta a recibir a todos los tipos de mujeres".

La idea no es posar con la ropa, como hacen las influencers, sino vivir en ella.

La psicologización del consumo de moda forma parte de lo que los filósofos Lipovetsky y Serroy llaman "la balcanización de la moda": esta deja de proveer un relato único y estricto de lo que se lleva y se disuelve en una proliferación de tendencias que conviven sin jerarquías. Los individuos pasan así a adueñarse de lo que se ponen y el consumo de moda se convierte en una experiencia "de tipo emocional y estética". Este empoderamiento viene acompañado de no pocos quebraderos de cabeza: las personas inclinadas al manejo de claves visuales y con herramientas suficientes disfrutan la moda como parte de la expresión de su personalidad, pero otras sufrirán el estrés de enfrentarse al gesto de vestirse sin guías ni reglas.

Justo en este territorio del desconcierto, el deseo de gustar y la búsqueda de una misma abreva el consumo constante que algunas marcas proponen a través de las influencers de moda. Sin embargo, la pedagogía que proveen a sus seguidoras no tiene nada que ver con la que ofrecen las expertas en imagen personal: estas mujeres pluscuamperfectas se limitan a mostrar sus cuerpos mimados y retocados, sin pistas para las que pretendemos no solo posar con la ropa sino vivir en ella. Su función es la de ejercer de escaparates vivientes, pero su público termina tomándolas como ideal en una experiencia de la moda que no existe en el mundo real: ese instante capturado en sus selfies es el resultado de largas horas de trabajo, de un estudio exigente de los escenarios y de un cálculo milimétrico del mejor ángulo. Si no nos proyectamos en los maniquíes de toda la vida, ¿por qué hacerlo en ellas?

El bombardeo de imágenes protagonizadas por influencers no solo aturde, sino que puede obturar la investigación personal que supone descubrir el propio estilo. Si nos subimos a su infinito carrusel de tendencias, será imposible que nos demos el tiempo de experimentar qué prendas, siluetas y tejidos nos hacen sentir mejor. Nos repiten que la ropa es una expresión de nuestra personalidad e identidad: ¿no merece entonces la pena elegirla con el criterio que ha desarrollado nuestra inteligencia corporal, sin restricciones ajenas? Las mujeres que más saben de moda repiten dos mantras que difícilmente pueden sostenerse en el universo influencer: "La ropa con la que vas más cómoda suele ser aquella que te queda mejor" y "es imposible pensar encima de unos tacones de 12 cm". Son reglas pocas veces escritas para una vivencia de la moda que persigue el bienestar del cuerpo y de la mente. Sin ansiedades ni disfraces.

"¿Y si el acto de vestirse a diario dejase de ser una fuente de estrés y se convirtiese en un ritual disfrutable?", se pregunta Andrea Amoretti, autora de 'Empieza por los zapatos' y 'El estilo que te hace feliz' (Plataforma). Amoretti ha captado perfectamente el malestar de muchas personas ante el reto de buscar su estilo. ¿Cómo no perderse ante las muchas posibilidades en las tiendas? Además, sobre todo a partir de una determinada edad, una impresión de madurez personal puede pasar por comunicar cierta independencia de los cantos de sirena de las tendencias, aunque sin denotar desinterés. "Una cosa es la moda y otra, el estilo –aclara Amoretti–. Y la primera debe estar al servicio del segundo. Las razones de ese malestar que nos produce la moda pueden ser muchas, pero cuando descubres que tu estilo es parte de lo que eres, esa presión desaparece y la moda se convierte en un ejercicio de identidad y en una maravillosa conversación contigo misma".

En conexión

Amoretti, escritora y estilista, conecta "total y directamente" indumentaria y autoconocimiento. "En cierto sentido, son dos caras de una misma moneda. El estilo bien trabajado puede ayudarte a descubrir quién eres, y saber quién eres en este momento se expresa en tu ropa". Su experiencia del estilo busca iluminar más desde lo vivido que desde lo científico. "Considerar que el estilo tiene que ver solo con cierto tipo de personas es un error: es imposible escapar de él porque todos comunicamos y vestimos lo que somos. Cuanto más conscientes seamos de ello, más podremos conectar y disfrutar del estilo. Otra idea que nos impide desarrollarlo es creer que es algo con lo que se nace o que surge espontáneamente cuando, en realidad, se hace a golpe de experiencias, tiempo y crecimiento. Igual de limitante es pensar que es algo superficial que no debe ocuparnos, pues así descartamos una parte de nosotros tan humana como necesaria. Tampoco ayuda a definir y mantener un estilo tener un armario muy lleno, las compras compulsivas y, sobre todo, la comparación con los demás. Cuanto más ruido haya en nuestro estilo, menos conectaremos con él".

Una cosa es la moda y otra el estilo, que no es innato y se construye con la experiencia".

Andrea Amoretti

Tanto Amoretti como Vilallonga expresan el mismo deseo: que la moda lidere el cambio social en la diversidad corporal. Por suerte, la irrupción en las redes de bloggers e influencers de todas las tallas está rompiendo con la uniformización del cuerpo y hasta la televisión toma nota de la existencia de otras corporalidades: el canal Decasa acaba de estrenar Estilo Súper, un programa conducido por la actriz y modelo Cristina Serrato, en el que mujeres que no tienen la talla 38 buscan encontrar su estilo o un nuevo armario para afrontar un cambio laboral. “Buscamos un cambio de imagen, pero también intentamos tocar algo mucho más profundo: que en los días que estamos con ellas se encuentren bien, saquen su luz y refuercen su autoestima –explica la presentadora–. Es maravilloso mostrarles que, al menos en Madrid, pueden comprarse ropa en cualquier parte: no tienen que ir a las tiendas de tallas grandes al uso. Que pueden entrar en tiendas fantásticas donde las van a tratar con cariño y les van a enseñar a sacarse partido".

En Estilo Súper se desvela un factor pocas veces exteriorizado en la vivencia del vestir: cómo determina nuestro desarrollo personal, hasta el punto de multiplicar nuestro potencial o inhibirnos de perseguir nuestros sueños o responder adecuadamente a las oportunidades que se nos presentan. Esta cuestión, visible sobre todo en mujeres que siguen mirándose demasiado en el engañoso espejo de la perfección influencer o que no tienen acceso a marcas comprometidas con la inclusividad, nos afecta en realidad a todas. "Una de las chicas a las que ayudamos estuvo a punto de casarse en vaqueros –cuenta Cristina–. Imagínate su felicidad cuando encontramos el traje de novia perfecto para ella. Por un lado, es precioso comprobar cómo se empoderan y reconectan con su propia fuerza gracias a la influencia de la ropa sobre los estados de ánimo. Por otro, no deja de ser triste que seamos tan poco conscientes de la importancia que tiene sentirse bien también por fuera".

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HORÓSCOPO

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.