
Ser una niña prodigio en Hollywood es una profesión de riesgo y Drew Barrymore lo sabe bien: a los nueve años probó el alcohol, a los 11 la marihuana y a los 13 la cocaína. No es extraño que a esa edad su madre se rindiera y accediera a ingresarla en un centro de rehabilitación/psiquiátrico porque era incapaz de controlarla. Ahora la actriz ha hablado de cómo fue pasar 18 meses encerrada.
por Silvia Vivas