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Mi bebé babea mucho, ¿qué puedo hacer?

En torno a los tres meses los bebés comienzan a producir mucha saliva y es posible que te preocupe observar cómo su camiseta o las sábanas están siempre empapadas. Sin embargo, es algo natural y saludable. Te explicamos las razones y te decimos qué precauciones puedes tomar.

Un bebé produciendo mucha saliva. / getty

Joaquina Dueñas
JOAQUINA DUEÑAS

El babeo forma parte del crecimiento del niño. A las diez semanas de vida del bebé las glándulas salivales se activan y comienzan a producir saliva. Esta saliva tiene varias funciones: de un lado, mantiene su boca sana ya que estabiliza el Ph de la boca y la protege de la proliferación de microbios.

Por otro lado, la saliva tiene calcio y flúor, lo que hace que también se protejan los rimeros dientes que comienzan a salir también a partir de esa edad. Para terminar, a eso de los cuatro meses suele comenzar la alimentación complementaria y la saliva es imprescindible para procesar los nuevos alimentos y formar el bolo alimenticio.

Ya sabemos por qué comienza a babear el bebé, pero ¿por qué tanta saliva? ¿Acaso es demasiada? ¿Cómo evito que se le irrite la barbilla? Ciertamente, el bebé no produce demasiada saliva.

La cuestión es más bien que todavía no sabe tragar o que no lo hace con suficiente frecuencia. Los adultos tragamos constantemente de forma inconsciente, sin embargo, un bebé puede tragar en torno cuatro veces a la hora, lo que es completamente insuficiente para manejar la cantidad de saliva que produce.

No es ningún problema, eso se solucionará con el paso de los meses, por lo que, mientras llega ese momento lo importante es mantener unas ciertas precauciones para evitar enfriamientos, hongos e irritaciones y que la edad a la que un bebé deja de babear es muy variable y puede llegar hasta los 18 meses. Si a tu hijo le ocurre lo mismo, toma nota de las siguientes medidas a tener en cuenta para que todo salga perfecto.

Precauciones a tener en cuenta

  • El babero como complemento: No te resistas a ponerle baberos a tu hijo, es la mejor manera de que no se empape la ropa. En la actualidad hay baberos perfectos para combinar con el conjunto elegido para tu hijo, con forma de pico, cuadrados, redondos y de variados estampados y colores. No lo dudes e inclúyelo como un complemento más. Lleva siempre alguno de repuesto porque es posible que se lo tengas que cambiar varias veces al día.

  • Sin arrastrar: Cuando limpies a tu hijo hazlo con un pañuelo de papel o con de tela bien suave. Lo más importante es que no lo arrastres sobre la piel, sino que le limpies a pequeños toques con paciencia para no empeorar la irritación. Ten siempre un pañuelo seco a mano y límpiale periódicamente como una rutina más.

  • Ojo con el cuello: Cuando le limpies la barbilla recuerda siempre secar también el cuello. Si se le queda mojado durante mucho tiempo puede que aparezcan hongos que hará que el bebé se encuentre muy incómodo y entonces sí requerirá de tratamiento específico.

  • Para dormir: En la cama coloca una toalla debajo de la sábana, así absorberá la humedad y su piel no estará continuamente mojada.

  • Cremas: Si ves que la piel de tu hijo está muy irritada puedes utilizar una crema hidratante que además le proteja de la humedad. Puedes consultar con tu pediatra si la irritación persiste puedes consultar con el pediatra para que te recomiende la crema más adecuada.

  • Chupete: Durante el babeo el uso del babero tiene sus pros y sus contras. El mecanismo por el que el bebé traga cuando succiona, como al mamar, es diferente que el de tragar sin succionar. Así cuando ofreces a tu bebé el chupete babea menos ya que traga de forma natural al succionar. Sin embargo, se pueden producir irritaciones en torno a la boca por el material del propio chupete y por quedar parte de la baba atrapada entre la piel y el chupete. El ensayo-error es la mejor fórmula para comprobar si para tu hijo es adecuado este sistema.

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