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¿Quién eres en Instagram?

El espejo donde solías mirarte ha sido remplazado por la pantalla donde otros te miran. Eres lo que muestras. Prefabricado o espontáneo, narcisista o nihilista. En la fauna de Instagram, ¿cuál es tu especie?

Amigos haciéndose una foto para Instagram / Fotolia

S. TORRES Madrid

Antes de empezar a leer, contesta una pregunta: ¿ya te has hecho la primera foto del día? ¿La has compartido? ¿Has conseguido el primer "Me gusta" de la jornada? Lo más probable es que respondas que sí a todas, pero si no, seguro te estás preguntando qué clase de persona aburrida eres que aún no has capturado una escena que valga la pena compartir. Ejemplo: esa visión tuya despeinada frente al espejo con el hashtag (etiqueta) #eslunes. Una prueba de vida en Instagram.

Nuestra relación con la fotografía ha cambiado. En el siglo XIX hacerse una foto era todo un suceso social para celebrar el nacimiento de un hijo o un cumpleaños. La familia se ponía sus mejores galas, se desplazaba a un estudio y posaba estática y seria. Además, el fotógrafo desplegaba todo un ritual porque la tecnología de la época lo obligaba a comportarse como un prestidigitador. Toda la familia esperaba curiosa, durante días, por el resultado y cuando finalmente estaba lista la foto, se conservaba en lujosos marcos para las generaciones venideras.

En el siglo XXI una foto es cualquier cosa menos un acto solemne. Se habla de pic speech, o discurso en el que las palabras son sustituidas por imágenes. Y los expertos dan un dato revelador: hoy se sacan más fotos en dos minutos que todas las que se hicieron en el siglo XIX.

Así, no está lejos el día en que los terapeutas acudan a nuestro Instagram para hacer un diagnóstico de nuestras neurosis. En 2013, el diccionario Oxford decidió que selfie era la palabra del año... y desde entonces el hábito no ha hecho más que crecer y ha dejado de ser una moda adolescente. No importa tu edad, profesión u orientación sexual, tu cuenta de Instagram te precede. O lo que es lo mismo: dime lo que cuelgas y te diré quién eres. ¡Disfruta!

Ególatras y y narcisistas:

Se les conoce porque en sus fotos siempre salen ellos mismos: los selfies delante del espejo son su especialidad pero no la única. No tienen reparos en manchar un paisaje nevado o las dunas del desierto del Sahara con su estampa. Para ellos, el mundo solo tiene sentido si ellos son su referencia.

El ser humano es el centro del universo. Los que pertenecen a esta categoría son los primeros en invertir en un palo del selfie, el único adminículo que ha demostrado hasta ahora ser eficaz contra la papada endémica de Instagram. En su bolso llevan maquillaje y un espejo y su brazo derecho, con el que enfocan para el selfie, suele tener una musculatura tonificada y algo más desarrollada que el izquierdo. Usan abundantes filtros para "retocar" su apariencia y algunos tienen el descaro de añadir después de prestigioso hashtag #Nofilters.

Filósofos, pensadores y existencialistas:

Su Instagram es un libro abierto y un compendio de aforismos, cuñadismos varios y frases apócrifas adjudicadas a una legión de famosos. Lo mismo citan a Gandhi que a Bob Marley. A Mario Benedetti que a Rosseau y a John Lennon. Pero su filósofo de cabecera es, sin duda, Paulo Coelho. Su angustia existencial se alivia cada vez que publican esta frase, por ejemplo: "Si de noche lloras por el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas", una cita que pueden atribuir aleatoriamente a Pablo Neruda, a El Principito o a su guía espiritual, el ya mencionado Coelho, y que en los 80 adornaban posters con payasos tristes.

Por sus fotos nunca podrás adivinar sus deseos, sencillamente, porque jamás publican otra cosa que no sea una cartelera de letras en colores ácidos. Se cree que en su vida real asumen un papel parecido al de los antiguos brujos de la tribu y su misión en Instagram es iluminarnos con su sabiduría y alejarnos del mal (porque en el fondo se sienten muy superiores a todos los demás...).

Nostálgicos:

Todo tiempo pasado fue mejor, por eso sus fotos, tomadas en 2016, son en tonos sepia o en blanco y negro, con estética polaroid o con un filtro amarillento, envejecido. Las reliquias les emocionan y les gustaría haber nacido en la época victoriana, pero se conforman con emular el vintage de los 50, que es más fácil. Al menos entonces no llevaban corsés ni miriñaques.

Entre ellos, ha triunfado la moda de alquilar una cámara polaroid (myvintageshoot.com, ilovepolaroid.es) para sus eventos, con el propósito de empatizar con el personal nostálgico que se emocionará mientras espera que se "revele" la foto y se estremecerá sacudiendo el trozo de cartón para que aparezca, poco a poco, una imagen con escasa o nula definición. ¡Aquellos sí que eran buenos tiempos!

Hiperactivos y amantes de la cinética y el movimiento:

Desde que llegó Boomerang -esa herramienta que permite aplicar el efecto idem a un vídeo para que sus gráciles movimientos se perpetúen ad infinitum-, su vida dio un vuelco. Les pesaba la estática de la foto y echaban de menos darle un poco de caña a la vida. Fueron los primeros que se apuntaron a la jumpología, el arte de hacerse fotos saltando. Una epidemia que azotó Instagram allá por 2012.

Ahora con Boomerang se han puesto las botas: lo mismo lo aplican a la abuela comiendo gambas que al segurata abriendo la puerta de un concierto. Así ni la abuela acabará de comerse la gamba ni el segurata abrirá la puerta... hasta la eternidad. Su cuenta de Instagram es hiperactiva como ellos. Dos años después de la instauración de Boomerang, se parten de la risa con su efecto, algo que merece ser tratado en una terapia de larga duración. También han acogido con entusiasmo los vídeos de Instagram, pero aun no le han pillado el tranquillo.

Fetichistas:

En verano, su cuenta se llena de pies y de culos. Ellos son -junto con Kim Kardashian- los creadores de los booties (selfies del trasero). Sus fotos suelen ser primeros planos de partes

del cuerpo, a veces imposibles de definir: algún pliegue, alguna articulación, un poco de músculo... Su vocación es la intriga y el erotismo, incluso su foto de perfil padece de la misma ambigüedad. En su cuenta no encontrarás paisajes de lagos ni montañas, tampoco lejanos horizontes ni puestas de sol; lo suyo tiene que ver con algo sexual, pero artístico; carne, cuerpo, humanidad. Sea la parte que sea de ella.

Obsesos del orden y el control:

Sus fotos están organizadas como en una biblioteca, no repiten plano ni temática en la misma semana. Cada foto está clasificada con un hashtag perfectamente coherente con la audiencia que espera conseguir. No se da puntada sin hilo, toda está perfectamente medido. Instagram es para ellos un sacerdocio y dominan sus leyes. Otra cosa es que te lo cuenten.

Se espantan con los que se inventan etiquetas con gracia y soltura y luego no son consistentes con su creación. El mundo les parece anárquico, pero su cuenta de Instagram es un oasis de orden y control. Lo malo es que la caída de la red puede disolverlos en un torbellino caótico.

En la inopia

Abrieron su cuenta una noche de 2012, en un bar, y medio borrachos, para hacerse el selfie de turno. La hicieron, quedó fuera de foco. No obstante la publicaron. Así fue su bautismo de fuego y nunca lo han superado. En 2016 mantienen una relación anárquica con la red social, por la que se dejan ver de vez en cuando aunque todavía no la saben usar del todo. Eso explica que nunca se enteren si alguien los etiqueta en una foto o si les dejan algún comentario . Son felices viviendo en la inopia y pasando de Instagram. Aún no se han enterado de que el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, es también el dueño de esta red y de la mitad de su vida social (teniendo en cuenta que también es el propietario de WhatsApp). ¡Bendita ignorancia! 

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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