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'American Gods', una serie oscura

La primera entrega cuenta con la interpretación de la actriz Emily Browning, una novia cadaver que se rebela contra la tradición machista.

La actriz Emily Browning interpreta a Laura Moon en 'American Gods'. / d. r.

JORGE CARRIÓN

"La magia no existe porque la vida no es tan interesante".

'American Gods' una serie fantástica que narra la historia de Shadow Moon (Ricky Wittle), quien es puesto en libertad antes de tiempo por su extraño papel en una trama que urden los antiguos dioses. Se trata de viejos dioses olvidados, encarnaciones de Odín o de la Primavera, que llegaron a América hace siglos y sobreviven hoy como timadores o vagabundos, y que esperan el momento de volver.

Laura Moon, la novia cadaver

En el brillantísimo cuarto capítulo (Git gone) de la serie ' American Gods' se narra, en un flash-back, cómo se conocen Laura y Shadow Moon. Cómo él la sedujo; cómo ella se dejó. Ella es crupier en un casino y él, un estafador de tres al cuarto. Pero la corteja y ella se deja querer, y el sexo y la depresión camuflada, y la vida cotidiana y, de pronto, una boda.

Es Laura quien le propone a Shadow el atraco perfecto. Pero los dioses han conspirado para adueñarse del destino de su esposo: el golpe perfecto se revela imperfecto y Shadow acaba con sus huesos en la cárcel. Y como ella no estaba enamorada, se acuesta con el amigo de su marido y esposo de su mejor amiga. Y así hasta el accidente automovilístico doblemente mortal del primer episodio.

Esa historia ordinaria se vuelve original en el momento en que Laura le da esquinazo, en un plano sobrenatural, a la mismísima Muerte. Y regresa al mundo de los vivos. Y lucha contra la descomposición de su cuerpo y esas moscas tan molestas que la rodean para recuperar a su amor. O para inventarlo. Para que Shadow Moon vuelva a sus brazos, que se caen a pedazos. Para que esta vez el amor sea realmente correspondido.

Tal vez el poema más perfecto jamás escrito sea el que la tradición ha titulado 'Amor constante más allá de la muerte', de Francisco de Quevedo. Es el resultado de la suma imposible de dos cuartetos magistrales ("Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra... / y perder el respeto a ley severa") y de dos tercetos que desafían las leyes de la retórica y de la termodinámica, con sujetos y predicados que empiezan y terminan donde les da la gana. Y ese final, por dios: "Polvo serán, mas polvo enamorado".

La pasión es tan fuerte que pervive hasta en el más allá. Orfeo y Eurídice; Paolo y Francesca; miles de parejas de ficción han insistido en esa hipérbole a lo largo de los siglos sin cuestionar su esencia.

Hasta que ha llegado Laura Moon con una vuelta de tuerca radical. Porque Laura muere en el episodio piloto con (vaya, vaya) el pene de su amante en la boca. Porque Laura (sacrilegio) no estaba realmente enamorada de Shadow cuando estaba viva. Porque Laura (aplauso) se enamora de su amor locamente después de su muerte. El suyo es un amor putrefacto que pasa de la muerte. Ella es la novia cadáver que se rebela contra la tradición machista y artística occidental.

* Jorge Carrión es autor de 'Teleshakespeare' (Errata Naturae).

21 de marzo-19 de abril

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