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Javier Moro y la historia de la española que enamoró al Ashley de Lo que el viento se llevó

"En Hollywood, Buñuel y Jardiel Poncela quedaban a comer croquetas", confiesa Javier Moro.

El escritor Javier Moro. / d.r.

Rosa Gil
ROSA GIL

La realidad es su fuente de inspiración. Lo demostró con novelas como El sari rojo o El imperio eres tú (Premio Planeta 2011). Ahora novela en Mi pecado (Premio Primavera, Espasa) la vida de Conchita Montenegro, la actriz española que triunfó en el Hollywood de los años 30 y que enamoró a Leslie Howard, el Ashley Wilkes de Lo que el viento se llevó.

  • Mujerhoy ¿Cómo llegó a su vida Conchita Montenegro? Javier Moro Cristina Morató, amiga mía, se topó con el personaje escribiendo Divina Lola (Plaza & Janés) y me lo dijo. Es un acto de generosidad compartir ideas y se lo agradezco mucho. Lo cierto es que había oído hablar de la historia de niño. Mi padre fue radiotelegrafista en el barco que llevó a Conchita a América.

  • Mujerhoy El trabajo de investigación debe de haber sido apasionante... Javier Moro Me ayudó José Rey-Ximena, autor del primer libro sobre la actriz, que fue el último en entrevistarla. Él me llevó a ver a Aline Griffith, condesa de Romanones, que la conoció bien, y me contó confidencias que la actriz le había hecho en su lecho de muerte. En Los Ángeles, buceé en los archivos. Y Jimmy Giménez-Arnau [sobrino del marido de Conchita] me aconsejó hablar con su prima Martha Patricia

  • Mujerhoy Junto a ella, en ese Hollywood del cine casi sonoro, hay una pandilla de españoles ilustres. Javier Moro Y es una historia poco contada. Para luchar contra la morriña, los españoles (Luis Buñuel, Edgar Neville, Jardiel Poncela) se citaban los domingos en la playa y cada uno llevaba algo de comer. Las croquetas de Jardiel Poncela eran tan malas que las enterraban en la arena, esa arena que le hizo acuñar una frase histórica: "En Hollywood solo hay dos actividades: tumbarse en la arena a contemplar las estrellas, o tumbarse en las estrellas a contemplar la arena".

  • Mujerhoy ¿Cree que la crónica de nuestros triunfadores en Hollywood nos ayudará a sacudirnos cierto complejo de inferioridad? Javier Moro Ojalá, pero no lo creo. Ese complejo de inferioridad está engarzado en lo mas profundo de nuestro ADN. Somos un pueblo que se ha creído la leyenda negra que nuestros enemigos han forjado para socavar la grandeza de nuestra historia. Y es importante rescatar grandes figuras del pasado, porque encarnan valores que todos compartimos. Los grandes héroes sirven para cimentar y reforzar el vinculo social

  • Mujerhoy Parte de su novela transcurre en el Madrid de 1943, un hervidero de intrigas políticas internacionales, tal como lo describe. Javier Moro Sí, era una ciudad controlada por los alemanes. Su edificio de propaganda, la Abhwer, estaba enfrente del salón de té Embassy, que hace poco se descubrió que era una tapadera: la dueña, Margarita Taylor, escondía a refugiados judíos.

  • Mujerhoy Háblenos de Leslie Howard, actor, amante de Conchita... y agente británico. Javier Moro Howard fue uno de actores más famosos de su época. Tuvo mucho éxito, sobre todo entre las mujeres, y Conchita guardó de él un recuerdo excelente. A José Rey le dijo que siempre había sido un caballero. Howard se había hecho amigo de Churchill antes de la guerra, mientras escribían al alimón el guión de Lawrence de Arabia, y por eso Churchill pensó en él para una misión en España. Sin reventar el final, te digo que la inteligencia británica sabía que Franco se emocionó al ver Lo que el viento se llevó.

  • Mujerhoy Conchita se casó con el diplomático Ricardo Giménez-Arnau y se retiró. ¿Amor o estrategia? Javier Moro Fue un amor compartido. Para Conchita, Ricardo fue el amor de su vida. Con él, desempeñó su último papel, el de embajadora de España. Ricardo era un hombre del ala más abierta del régimen, guapo, culto y viajado. Pero que un diplomático se casase con una "cómica" estaba mal visto. Por eso Conchita hizo borrón y cuenta nueva con su pasado.

21 de marzo-19 de abril

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Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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