Marilyn pidió ayuda a Judy Garland antes de su muerte

La muerte de Marilyn Monroe el 5 de agosto de 1962 sigue rodeada de cierto halo de misterio, como si el informe oficial que señala una sobredosis de pastillas como la causa segura, junto con algunos informes que revelan que la actriz sufrió episodios de depresión toda su vida, no fueran suficientes para explicar el fallecimiento de la mujer más sexy de la historia del cine en plena juventud.

Precisamente en ese misterio abreva “Judy and I”, el libro de memorias escrito por el tercer marido de la gran Judy Garland, Sid Luft. Luft relata un breve pero revelador encuentro entre ambas actrices, poco antes de la muerte de Monroe.

Según los extractos del libro publicados por la revista “People”, la muerte de Marilyn atormentó durante años a Garland, preocupada por la posibilidad de haber podido ayudar a su amiga y, de alguna manera, evitar su fallecimiento.

El encuentro sucedió en una fiesta en Hollywood. Monroe se pasó la noche siguiendo a Garland de habitación en habitación de la casa donde se celebraba la fiesta, diciéndole: “No quiero estar demasiado lejos de ti. ¡Estoy asustada!”. Garland recordaba haber le dicho: “Todos estamos asustados. ¡Yo también!”.

Monroe, sin embargo, no se apartaba de su lado. Hasta el punto de que, en cierto momento, le dijo: “Si solo pudiéramos hablar. Sé que tú lo entenderías”. A lo que la protagonista de “Ha nacido una estrella” y madre de Liza Minelli respondió: “Quizá podríamos. Si estás asustada, llámame y ven a mi casa. Hablaremos de ello”. Por desgracia, jamás se encontraron. Garland murió de una sobredosis de drogas solo siete años después de la inolvidable actriz de “Los caballeros las prefieren rubias”.

No se trata, sin embargo, de un intento de resucitar ninguna teoría de la conspiración que aún pueda estar al fondo de la muerte de Monroe. En realidad, ambas actrices sufrían idéntico mal: miedo a la soledad y adicción a sustancias estupefacientes. En 1967, Judy Garland escribió un texto revelador sobre su amiga que se publicó en la revista “Ladies Home Journal”. Decía lo siguiente:

“A aquella bellísima mujer le aterrorizaba la soledad como a mí me había aterrorizado. Como yo, solo trataba de hacer su trabajo lo mejor posible, adornar con dulce nata montada la vida de la gente. Nunca pudimos hablar. Tuve que irme a Inglaterra y no volví a ver a mi querida amiga. Ojalá hubiera podido hablar con ella la noche que murió”.