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Mako, la princesa rebelde que renuncia a su estatus por amor

La Casa Imperial japonesa supone un caso aparte en la historia de las monarquías, imperiales o no, que en el mundo han sido...

Kako, de amarillo, mira a Mako, su hermana, en un evento reciente. / GTRES

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Sigue respetando estrictas normas, cada vez más incomprensibles en un mundo que, al menos en teoría, tiende a la igualación de privilegios y deberes, no al contrario. Por ejemplo: los miembros femeninos de la familia imperial no pueden casarse con plebeyos, los masculinos, sí. O el obtuso mantenimiento de la ley sálica que reserva el trono solo para los príncipes. Dicen que la depresión de la princesa Masako, esposa del príncipe heredero Naruhito, se debe a la rigidez del protocolo de palacio y a las presiones que recibió durante años por no concebir un hijo varón que diera continuidad a la dinastía.

Como Masako y Naruhito no tienen hijos (sí tienen una hija, Aiko), el trono pasa directamente a la descendencia de su hermano, Akishino: las dos hermanas Mako y Kako, de 26 y 25 años, no pueden ser emperatrices por la ley sálica, así que solo queda el príncipe Hisahito, de diez años, heredero del trono que deje su tío. Es Mako, la más estudiosa y discreta de las dos princesas, la que ahora ha dado el campanazo renunciando a todos los privilegios (y deberes) que supone formar parte de la Casa Imperial para casarse con un plebeyo, el abogado y compañero de universidad Kei Komuro. Va hacer exactamente lo mismo que su tía hizo hace doce años: perder títulos y estatus al casarse con un funcionario del Ayuntamiento de Tokio. Si no van a heredar, a las mujeres de la familia real japonesa no les compensa aguantar el protocolo y las presiones. Masako es el vivo ejemplo.

La princesa Mako, al igual que su hermana, ha ido casi siempre por libre y de incógnito. Estudió secundaria en la escuela Gakushuin; inglés en Dublín y Edimburgo. En 2014 se graduó en Historia del Arte y Herencia Cultural por la Universidad Cristiana Internacional de Tokio. Después, decidió estudiar un master de Museología en la Universidad de Leicester (Inglaterra). Incluso hizo prácticas en un museo. Nadie se enteró. Lo que está claro es que prefiere la vida libre de una ciudadana cualquiera a las tensiones de la convivencia palaciega. Aunque su hermano ya es tratado como heredero, si tío el príncipe y próximo emperador Naruhito sigue batallando por la derogación de la ley sálica que permita a su hija Aiko reinar. Juego de tronos, pero en la vida real.

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