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Agnès Varda: con otra mirada

Recibió la Palma de Honor del Festival de Cannes y acaba de ganar el Premio Donostia del Festival de San Sebastián, y en marzo recibirá un Oscar honorífico en hollywood.

NERE BASABE

Hasta que Agnès Varda se puso detrás de una cámara, las mujeres en el cine estaban relegadas al papel de musas. Con ella, la mirada cambió: lleva más de 60 años dirigiendo películas y, ya cerca de los 90, no ha perdido las ganas de contar historias. Ella fue la primera en utilizar recursos que hoy son habituales en el género documental, como la irrupción de la subjetividad del autor (por medio de la voz en off, de la presencia física o del metalenguaje) en el universo objetivo de lo que está retratando.

Y es que el cine de Varda es un paseo: muchas de sus películas consisten en seguir con la cámara, en tiempo real, los pasos de una mujer. Así fue en su primera película, La pointe courte (1954): viajó hasta la ciudad pesquera de Sète para hacerle un regalo a un amigo enfermo terminal que no podía desplazarse. También en el filme que la lanzó a la fama, Cléo de 5 a 7 (1962), en el que una bella cantante recorre las calles parisinas mientras aguarda los resultados de unos análisis médicos. O en Sin techo ni ley (1985, León de Oro en la Mostra de Venecia), donde repetía esquema reconstruyendo los últimos días de vida de una joven vagabunda. Y es que, para Agnès Varda, la mirada es más importante que lo que se muestra, y un paseo, con el ruido de la calle y las vidas ajenas que se entrecruzan, basta para recrear el mundo.

Viuda de Jacques Demy, director de Los paraguas de Cherburgo, a él le dedicó una película sobre su infancia y dos documentales. Su propia vida también la exploró cinematográficamente en Las playas de Agnès (2008). Una intensa biografía en la que no ha faltado casi de nada: vivió en una comuna hippy en la California de los 60, fue amiga de Jim Morrison y firmó en 1971 el famoso "Manifiesto de las 343", donde junto a mujeres como Catherine Deneuve, Simone de Beauvoir o Jeanne Moreau confesó haber abortado y reclamó su despenalización.

Últimamente los premios y reconocimientos se le acumulan al único nombre femenino de la Nouvelle Vague y ella lo vive con extrañeza, porque dice que siempre ha tenido que buscar el dinero (aún hoy) para sus proyectos, de lo que se queja risueña en todas las entrevistas que concede. Humor no le falta.

A sus casi 90 años, de su vista cansada y su visión borrosa tampoco le ha faltado energía para un nuevo proyecto: en San Sebastián presentó su última película, Caras y lugares, rodada junto a un artista callejero 50 años más joven que ella y financiada gracias al crowfunding. Es una autodidacta pura, y lleva casi un siglo poniendo su curiosidad y su mirada diferente al servicio de un cine más libre.

¿Quién es?

  • Nació en Ixèlles (Bélgica) en 1928, hija de padre griego y madre francesa.

  • Estudió Historia del Arte en la Escuela del Louvre y su primer trabajo fue como fotógrafa del Teatro Nacional Popular de París.

  • Es viuda del realizador Jacques Demy y tiene dos hijos (uno con él y otro de su anterior marido).

  • Su biografía documental, Las playas de Agnès, ganó el Premio César en 2009.

  • En 2015 recibió la Palma de Honor del Festival de Cannes, acaba de ganar el Premio Donostia del Festival de San Sebastián, y en marzo recibirá un Oscar honorífico en Hollywood.

Por sus palabras la conoceréis

"El cine viene de la vida y es por eso por lo que todo mi cine viene de mi vida como mujer, pero también como ciudadana, como madre o abuela". Septiembre 2017

*Artículo originalmente publicado en el número 967 de mujerhoy.

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