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Joana Biarnés: "Toda mi trayectoria estuvo marcada por el "¿y esta qué hace aquí?"

La primera fotoperiodista ha muerto a los 83 años.

Joana Biarnés repasando la primera seleción de fotografías para su libro Disparando con el corazón (Blume)/Inma Cortés

Joana Biarnés repasando la primera seleción de fotografías para su libro Disparando con el corazón (Blume) / Inma Cortés

MARCO LÓPEZ

Los otros fotógrafos la miraban con condescendencia, pero ella se colaba en la habitación de los Beatles, se embarraba en inundaciones y demostraba una y otra vez su pasión y su talento. " Siempre me presentaba como fotógrafo, nunca como fotógrafa. No quería que pensaran que pedía privilegios por ser mujer".

Los ojos de Joana Biarnés (Tarrasa, 1935 - 2018) rebosan vitalidad y su amplia sonrisa, bondad. Ella fue la primera mujer fotoperiodista en España y se abrió paso en un mundo de hombres a golpe de coraje y desenvoltura, para convertirse en un indiscutible referente de la fotografía en nuestro país. Consigo trajo un sinfín de aventuras que nos hablaban de una mujer valiente y alegre, pero sobre todo, de alguien que necesitó creer en lo que hacía, la fotografía.

La fotoperiodista ha muerto este 19 de diciembre, a los 83 años, según ha informado en su perfil de Twitter Photographic Social Vision, fundación que representaba a la fotógrafa. "Ayer por la noche nos dejó la fotoperiodista Joana Biarnés debido a una complicación repentina de su salud. Mujer luchadora, bondadosa, coherente, humilde, generosa, inteligente, con valores y principios, justa, respetuosa. Hemos perdido todos a una gran amiga y fotógrafa", han expresado en el tuit.

Recopilamos una entrevista realizada a Biarnés con motivo de la inauguración de la exposición A contracorriente (en el Palau Robert de Barcelona, hasta el 2 de abril de 2018) y de la presentación del libro biográfico Joana Biarnés. Disparando con el corazón (Blume), hablamos con ella una tarde lluviosa, en el bar de un hotel de Tarrasa.

  • Mujerhoy Partido de fútbol Barcelona-Español, año 1965. Uno de los fotógrafos a pie de campo lleva falda. El árbitro, inquieto, no inicia el partido. ¿Qué pasa? Joana Biarnés ¡Un gran escándalo! El árbitro no comienza el partido porque quiere que yo me vaya. Viene y me pregunta qué hago allí. "¡Vengo a hacer fotos!", le contesto. Me dice que ahí no puedo estar. "¿Por qué?", le suelto. "Porque eres una mujer", me responde. Y empieza el lío.

  • MH ¿Y el público? JB Te puedes imaginar... Como no empezaba el partido, empezaron a insultarme: "Guarra"; "Vete a fregar platos"... Las piernas y las manos me temblaban, era muy joven. Pero me salió mi parte rebelde. ¿Por qué no podía estar ahí? Me dije: "De aquí no me muevo". Saqué mi acreditación de la Federación de Fútbol y se la enseñé al jefe de campo. Cuando vio el carnet, le dijo al á rbitro que estaba autorizada, que me podía quedar. Fue el primero de muchos episodios. Toda mi trayectoria profesional ha estado marcada por la frase: "¿Y esta qué viene a hacer aquí?".

  • MH La conciencia de la desigualdad entre hombres y mujeres se fue entonces labrando a través de estas experiencias. JB Exacto. Mira, mi padre [Joan Biarnés, también fotógrafo] era un hombre muy querido. Si yo llegaba, por ejemplo, a una carrera ciclista y se oía al macho de turno decir: "¿Qué hace aquí esta tía?", siempre había alguien que contestaba: "Shhh, que es la hija de Biarnés". Esto para mí era un balón de oxígeno que me llevó a no querer defraudarle nunca. Cuando le pedí permiso para trasladarme de Tarrasa a Barcelona, para trabajar en la capital, me dijo: "Te entiendo perfectamente, pero te pido un favor: no me hagas bajar la cabeza". Esa fuerza me sirvió para enfrentarme a las injusticias y tirar para adelante.

No puedes estar aquí, eres una mujer, dijo el árbitro. Pero me salió la rebeldía

  • Mujerhoy Se dice que tenía usted arrojo y desparpajo. Joana Barnés Tuve que ser así. Entré en el diario Pueblo, donde había seis fotógrafos más, todos hombres. Y yo sabía que había una doble vara de medir, así que había que ganarles la partida sacando unas fotos tan buenas que el redactor jefe me llamara para felicitarme. Nunca tuve ningún problema con mis compañeros de trabajo, eran excelentes. Pero tenía que hacerme respetar en un mundo de hombres. Tuve que ser valiente sí o sí, no me quedaba otra. Quería que cuando llegara al periódico dijeran: "¡Caray! Ha merecido la pena confiar en esta chica".

  • MH ¿Por qué se hizo usted fotógrafa? JB De niña quería ser telefonista, pero mi padre me dijo que eso no tenía futuro. Él era corresponsal fotográfico en la comarca del Vallès de la prensa deportiva de Barcelona. Siempre intuí que le habría gustado que yo fuera chico y hacerme su ayudante. Esa idea me hacía sufrir. Era un hombre muy cariñoso y yo pensaba que no me quería tanto porque era chica. Un día decidí demostrarle que podía convertirme en su ilusión. Unos excursionistas vinieron a casa. Habían descubierto una sima con estalactitas y estalagmitas, y querían documentarla gráficamente. Mi padre les dijo que no; tenía que cubrir un partido de fútbol. Esa fue mi oportunidad. Les dije que yo podía hacerlo. Tenía 20 años.

  • MH Tiene usted una gran anécdota con los Beatles. JB Con ellos empecé a demostrar mi valor. Cuando me enteré de que venían a España, me dije: "Tengo que llegar al periódico con algo que les deje atontados". En la rueda de prensa vi que todos hacíamos las mismas fotos. Y se me ocurrió comprar un billete en el mismo vuelo en que iban ellos. Una vez en el avión, me dirigí al baño. Llevaba una cámara con zoom dentro del bolso e iba vestida como siempre. Desde el lavabo, empecé a hacerles fotos. Ringo Starr terminó por descubrirme... ¡pero ya tenía las fotos que nadie tenía! ¡Se me paró el corazón de la emoción!

Me subía al avión en que iban los Beatles. Ringo Starr me descubrió pero ya tenía las fotos

  • Mujerhoy Pero no era suficiente... Joana Biarnés Cuando llegué a Barcelona, ya tenía el gusanillo en el cuerpo. ¿Por qué no ir un poco más lejos? Sabía en qué hotel se iban a alojar. En la recepción me dijeron que habían reservado toda la planta y que un guardaespaldas vigilaba el ascensor. Subí por el montacargas, llamé a la puerta de su habitación y me abrió Ringo Starr. Me reconoció enseguida. Le pedí que me dejaran hacer una última foto. El miró adentro, los demás debieron de asentir y me dejó pasar. Me debieron de tomar por una fan enloquecida. Estuve casi tres horas con ellos y no saqué el flash para no delatarme. Así estaban más relajados. Mientras, hablamos de cualquier cosa, yo con mi ingles horroroso. Me preguntaron sobre las guitarras españolas, las palmas... Yo, inventando todo el rato, terminé contándoles como preparar pan con tomate y butifarra con alubias.

  • MH En la redacción debieron de alucinar. JB Revelé las fotos y fui al periódico como una loca. Y el redactor jefe me dijo: "¿Pero dónde vas con esto?". El Gobierno había prohibido darles más promoción a los "melenudos". Las fotos eran una exclusiva mundial y no me las publicaron. Se las regalé a la revista Ondas.

  • MH A usted la besó Clint Eastwood. Eso pasa una vez en la vida. JB Yo tenía un desparpajo que parecía que estaba de vuelta de todo, cosa que no era verdad, pero con Clint Eastwood me quedé petrificada. En la cena de los corresponsales extranjeros de los Oscar, lo veo y me empieza a entrar un sudor frío en todo el cuerpo. Ese pedazo de señor, que me encantaba, venía hacia mí caminando en plan cowboy. Y yo aferrada a mi cámara, inmóvil como una idiota, mientras me decía que le fotografiara. Se acercó, me cogió la cara y me dio un piquito.

  • MH Ya que estamos, ¿cómo era Jack Lemmon? JB Simpatiquísimo y muy gracioso. En los contratos siempre pedía tener un piano y una caja de cervezas. Entre plano y plano, tocaba y se tomaba una cervecita. Cuando me presentaron, me dijo: "¿Y viene usted de España para retratarme a mí? ¡Pues sí que soy un tipo importante!".

  • MH ¿Y Roman Polanski? JB En los veranos de los 60 y 70, Pueblo nos mandaba a Palma de Mallorca, Benidorm y Torremolinos a la caza de famosos. Un día, en el aeropuerto de Marbella, vemos que llega el avión de Playboy y de él salen Roman Polanski y Hugh Hefner, con sus conejitas. ¡Aquí hay tema! Polanski se acerca y nos dice, a mi compañero José Luis Navas y a mí, que quiere alquilar un barco para hacer esquí acuático. Se lo conseguimos y José Luis me presenta como su mujer. Ellos se van a esquiar y yo, desde la ventana de la casa, que daba a la playa, me pongo a hacerles fotos. Al acabar, José Luis le invita a comer, diciéndole que su mujer, yo, ha hecho paella. Y ahí, foto va, foto viene. Polanski venía del mundo del cine, pero en ningún momento se percató de que estábamos actuando. ¡De esa comida salió un gran reportaje!

  • MH Pero no solo ha trabajado usted en el mundo de las celebrities y la farándula. JB La gente lo cree porque era lo único que se podía hacer en ese momento. Pero hubo otras cosas. En 1968, José Luis Navas y yo supimos que en el colegio San Fernando, de la Diputación de Madrid, había casos de maltrato a hijos de madres solteras. Encontramos a un niño de nueve años al que le habían roto el tímpano de una bofetada y tenía toda la cara morada. El pobre tenía el miedo metido en el cuerpo. El director se justificó: "Al fin y al cabo, son hijos de soltera". Navas tituló así el reportaje, que causó gran polémica. La policía me pidió los negativos para ver si estaban trucados. El colegio fue amonestado y nos tuvimos que ir de Madrid una temporada.

Surgieron los paparazzi y el morbo y decidí retirarme. Pero he vuelto a trabajar

  • Mujerhoy No fue su único reportaje duro... Joana Biarnés He pasado tres pruebas de valor en mi vida. La primera, cuando cubrí el Barcelona-Español. La segunda fue durante la carrera de Periodismo. Un profesor, Manuel de Largo, extraordinario columnista de toros en La Vanguardia, me preguntó si me gustaban los toros. Le dije que no. No soportaba la sangre. Y me encargó un reportaje en el matadero de Barcelona. ¿Te imaginas? Me pasó como en el fútbol. La peste, los gritos de los animales, las miradas de los matarifes en plan: "¿Qué, guapa, vienes de guasa o qué?". Estaba aterrada, pero me sobrepuse. Cuando ya habían matado a todos los animales, pregunté: "¿Se ha acabado?". Y me llevaron al museo de los horrores, donde tenían una vaca con un solo ojo, una cabra con siete patas... Al final, las fotos gustaron tanto que me las compró un veterinario, para un libro. La tercera prueba de valor fue en las inundaciones del Vallès, en 1962. Fue muy duro. Nos dividimos el territorio entre mi padre y yo. Me impactó ver a gente ahogada en el barro y a familias durmiendo a la intemperie, justo al lado de sus casas destrozadas. Las fotografías abrieron el periódico al día siguiente.

  • MH Sin embargo, el sensacionalismo se fue imponiendo y usted no aguantó más. JB Lo que representaba el fotoperiodismo para mí fue desapareciendo. Surgieron los paparazzi y los reportajes se valoraban según el morbo que tenían. Un día llevé al diario un reportaje de un señor que se había curado de cáncer en Pamplona; el redactor jefe me dijo. "Esto no vende, Juana". Y decidí retirarme. Pero he vuelto. Hace poco publiqué un trabajo sobre un centro de discapacidad intelectual. Me enamoré de esa gente. Aún hay personas que hacen cosas por los demás.

  • MH ¿Algún consejo para jóvenes fotógrafas? JB Las cosas han cambiado bastante. Pero la mujer sigue cobrando menos y se la sigue valorando menos. Por eso hay que ser valiente. En la vida hay que ser valiente.

*Artículo originalmente publicado en el número 969 de mujerhoy.

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