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Así esElisabeth Moss, la estrella de The Handmaid's Tale

Encarnó a Peggy Olson en Mad Men y hoy es la protagonista absoluta de The Handmaid’s Tale. ¿Es Elisabeth Moss la actriz con más talento de la edad de oro de la televisión?

¡La revolución feminista llega a las series! Haz clic en la imagen. / Juco

JADA YUAN

Hemos quedado en el local favorito de Elisabeth Moss, el Café Fiorello, un restaurante italiano en las proximidades del Lincoln Center, en Nueva York, conocido por sus pizzas y su clientela del show bussiness. En las paredes han instalado unas placas con los nombres de los más famosos y entre ellos están ella y su madre, Linda, que toca profesionalmente la armónica con grupos jazz y blues. “¡¿No es de locos?!”, exclama la actriz con la misma excitación que si hubiese ganado otro Globo de Oro [ya tiene dos]. “Quiero decir, significa tanto para nosotras esa placa. Venimos aquí desde hace más de 20 años y conseguirla es un auténtico hito”.

De hecho, ha quedado un poco más tarde con su madre para cenar aquí mismo, algo que llevan haciendo dos veces a la semana desde que Moss regresó de rodar en Toronto la segunda temporada de 'The Handmaid’s Tale' ['El cuento de la criada'], que se emite en España a través de la plataforma de HBO.

La serie está basada en la novela de Margaret Atwood escrita en 1985, que se ha convertido en un auténtico bestseller en el mundo entero desde que se estrenó la serie. ' El cuento de la criada' describe un futuro siniestro, con Estados Unidos convertido en Gilead, un Estado teocrático y patriarcal, donde las mujeres han sido despojadas de todos sus derechos reproductivos. Y en el centro de la historia se sitúa June/Defred, con una interpretación única de Elisabeth Moss, que aborda su proyecto más importante desde Mad Men.

Antes de empezar la conversación, el camarero quiere saber si vamos a pedir alguna bebida. Son las cuatro de la tarde y la actriz responde: “Yo tomaré un cóctel cuando llegue la hora apropiada”. ¿Qué quiere decir? ¿Quizá a las cinco? “Sí, vuelve a las cinco menos un minuto”.

Estoy implicada en todos los aspectos de la serie, desde el castinga las telas"

Moss empezó a venir al Fiorello cuando era una adolescente que pasaba los veranos en la Escuela del American Ballet, muy cerca de aquí. La danza fue lo que le abrió la puerta a la interpretación. Pero el afecto que siente hacia el barrio nunca ha desaparecido. Y ahora, cuando ha cumplido los 35 años, se ha comprado un apartamento a unas manzanas de aquí, frente a Central Park. “Soy como una mujer de 82 años. Vivo sola, con mis dos gatos, en mi apartamento del Upper East Side y estoy encantada”. Pero hoy no se parece en absoluto a una señora de 82 años y tiene una imagen muy moderna, con sus vaqueros de Rag And Bone, una cazadora negra con bordados negros de seda japonesa y una camiseta de los Cubs, el equipo de béisbol de Chicago, del que es seguidora. Me cuenta que ha elegido esta ropa solo para que lo cuente en este párrafo del reportaje –su parte favorita en cualquier artículo–, que es ese momento en el que el autor describe cómo va vestido el entrevistado. ¿Quién soy yo para negarle ese placer?

Si echamos un vistazo a la lista de personajes que ha escogido, su carrera está plagada de chicas imperfectas, inteligentes y leales, en historias que parecen encajar como un guante en las vidas de mujeres de carne y hueso: Peggy Olson, en Mad Men, y sus demandas de igualdad salarial; Robin, en Top of the Lake, y su obstinada búsqueda para resolver el misterio de la violación de una chica; Defred/June, cuyo vestido rojo y blanco y su cofia se han convertido en el uniforme de las causas feministas en el mundo entero... Es fácil darse cuenta de que la frase, crucial para su personaje en El cuento de la criada, “Nolite te Bastardes Carborundorum” [“No dejes que los bastardos te hundan”] es un lema que ella misma ha perseguido en toda su carrera.

La hija del presidente

Su primer trabajo de verdad le llegó dos años después de haber terminado el bachillerato (se graduó a los 15) y fue en la serie ' El ala oeste de la Casa Blanca', en la que trabajó durante siete temporadas interpretando a la hija del presidente (con afilados diálogos escritos por Aaron Sorkin). Después, hizo las siete temporadas de 'Mad Men' como Peggy, uno de los personajes con una evolución más interesante de la historia de la televisión: de dócil secretaria a osada jefa creativa de una agencia de publicidad, en una serie que marcó el comienzo la edad de oro de la televisión.

¿Cómo consiguió no solo uno, sino dos personajes en series que han marcado época? Dice que solo estaba buscando buenos guiones. Si 'Mad Men' nos reveló a Moss como una actriz de innegable talento, 'The Handmaid’s Tale' y 'Top of the Lake', la han elevado a una categoría única, la primera actriz nativa de esta edad de oro televisiva, capaz de asumir los complejos roles femeninos que está generando esta asombrosa etapa de riesgo y creatividad. Ella asegura que tiene que decir que no a proyectos que le gustaría hacer: “Para mí, eso es lo más duro ahora mismo. Hay tanto material bueno… pero físicamente es imposible hacerlo todo”.

Con dos de los siete Emmys que se llevó 'The Handmaid's Tale' en 2017, incluidos el de mejor serie y mejor actriz. / d.r.

Tras el final de Mad Men en 2015, se tomó su tiempo antes de volver a la televisión. Se fue de vacaciones a Capri. Rodó un puñado de películas que están empezando a estrenarse. Y después, se encontró con una segunda temporada de 'Top of the Lake'. La serie había sido concebida como una sola temporada, pero ella y Jane Campion, su directora (más conocida por su película El piano), habían forjado una relación tan cercana (“Somos como hermanas”, dice Moss) que terminó diciendo que sí a una nueva entrega con una condición: que su personaje, Robin, fuera “aún más oscuro, más complicado, y estuviera más jodida que en la primera temporada”. Y eso es mucho decir

Fue durante este rodaje cuando su agente le envió el guión de 'The Handsmaid’s Tale'. La actriz ya era fan del libro de Margaret Atwood y le pareció una garantía saber que la autora había leído los primeros episodios de la serie y les había dado el visto bueno. Además, el productor Bruce Miller la quería como protagonista y era la primera vez que le ofrecían un papel sin pasar por un casting.

¡Ni de coña! No podía soportar la idea de ver a otra haciendo de June".

Miller tenía muy claro que solo podía ser ella. Le gustaba su “increíble capacidad de parecer una persona normal en la pantalla y la expresividad de su rostro”, teniendo en cuenta que iba a llevar una cofia que le tapaba parte de la cara durante gran parte del tiempo. “En cuanto la tuve en mi cabeza, me resultó imposible pensar en ninguna otra para hacer de June”, explica. Pero Moss no estuvo segura hasta que Miller le dio un ultimátum: si no se decidía (lo pensó durante varios meses), tendrían que darle el papel a otra actriz. “Llegaron a decirme un nombre, y puede que me estuvieran mintiendo, pero pensé: “¡Ni de coña!”. ¡Me habría puesto demasiado celosa! No podía soportar la idea de ver a otra haciendo de June”.

Por primera vez en su carrera, sin embargo, planteó una exigencia crucial: solo firmaría un contrato (de cinco a siete años) si participaba en la producción. “En ese punto de mi carrera, no podía comprometerme sin tener una participación en la parte creativa. He estado trabajando en este negocio 28 años. No lo sé todo, pero tengo algunas ideas”.

Belleza cruel

Tanto ella como Miller tuvieron claro que el de productora no sería un cargo sin sustancia. “Ese pacto significaba que iba a involucrarme en casi todos los aspectos de la serie”. Y así fue. Formó parte de todas las decisiones, desde el casting hasta el tono exacto de rojo que tenía que llevar en cada episodio. “Estaba tan loca, que la diseñadora de vestuario Ane Crabtree me envió una muestra de la tela por mensajero para que pudiera verlo en persona”. También tenía una opinión muy clara sobre el tono de la historia –“Oscura y valiente, pero no una lección de moral, sino una historia sobre gente muy complicada que está muy perdida”–, y se aseguró de que la filmación no iba ser de esas “con una cámara temblorosa”.

Fue ella la que sugirió a Reed Morano, una joven cineasta que hizo el videoclip de Beyoncé, Lemonade, para que dirigiera los tres primeros episodios, creando el aspecto sombrío de la serie, como si fueran las pinceladas de un cuadro. “Siempre usábamos el término kubrickian [al estilo de Stanley Kubrick] para describir esa capacidad de componer escenas bellísimas, que ponen ante tus ojos cosas horribles que no puedes dejar de mirar”, explica. Por ejemplo, esa imagen de las criadas sentadas al borde de un río, hablando del tiempo, mientras los cuerpos de varios ahorcados cuelgan del gran muro que hay tras ellas. “No quería que fuera algo morboso –dice Moss–. Quería que fuera natural”.

Cuando le pregunto a Joseph Fiennes, que interpreta al comandante Frederick [su personaje viola a Defred todos los meses por razones reproductivas], cómo es Moss en su ratos libre, se ríe. “¿Ratos libres? ¿Sabes cómo es su agenda? Está en cada escena de la serie, se levanta a las cuatro de la mañana. Es la primera en aprenderse el guión durante el fin de semana, y ensaya una y otra vez la voz en off en el estudio, mientras el resto de nosotros disfruta del domingo libre. Después, se pone el uniforme de productora y utiliza su hora de la comida para asistir a reuniones y repasar el material grabado. Si te digo la verdad, pensar en su extraordinaria ética del trabajo, hace que se me caiga la cara de vergüenza”.

Con el Globo de Oro, que dedicó a Margaret Atwood / d.r.

Cuando no está ejerciendo como productora, Elisabeth Moss se dedica a encarnar un personaje que no puede expresarse en voz alta sin evidenciar su terror a que la maten. El espectador escucha su voz en off, pero la mayor parte del tiempo está sola ante la cámara, en silencio, expresando sus emociones con su cara y su mirada. Para conseguir ese efecto, memoriza esas escenas de la voz en off y, mientras está callada, las dice por dentro, de manera que la imagen y las palabras casen a la perfección.

“No he visto nada parecido –dice Miller, el productor–. No sabes la cantidad de veces que he escuchado a gente con 25 años de experiencia, como el director de fotografía y su asistente, peleándose por manejar ellos mismos la cámara cuando Lizzie actúa: ver lo que hace así de cerca es algo que no vas a vivir muchas veces en tu carrera”.

Vital y aterradora

Según cuenta Defred en la distopía de Margaret Atwood, la república de Gilead (los antiguos Estados Unidos de América) se sumergen en el totalitarismo poco a poco. El medio ambiente se deteriora y, con él, la tasa de nacimientos. Un grupo fundamentalista llamado La fe adquiere cada vez más protagonismo y critica el deseo de las mujeres que consideran lascivas, las que tienen sexo solo por placer, utilizando métodos anticonceptivos o sometiéndose a abortos. Pronto, a las mujeres se les prohibe tener propiedades, trabajar y leer. Cuando los opositores se enfrentan a la policía en manifestaciones que acaban en revueltas, reciben disparos. Y las cosas van a peor.

“Ahora veo lo que es el mundo –dice la voz en off de Defred–. Antes estaba dormida. Cuando destruyeron el Congreso, no fuimos capaces de verlo. Cuando empezaron a criticar a los terroristas y suspendieron la Constitución, tampoco quisimos verlo. Dijeron que solo sería temporal. Nada cambia de forma instantánea. Cuando el agua de una bañera empieza a hervir, tu hervirás hasta la muerte antes de darte cuenta”.

Atwood ha dicho a menudo que no hay nada en el libro que no hubiera ocurrido en el mundo en 1985. Su renovada relevancia en un tiempo en el que los derechos de las mujeres están siendo atacados ha convertido la serie “en una historia indispensable, vital y aterradora como el infierno”, tal y como la describió el periódico The New York Times en una entusiasta crítica.

Ya no vivimos entre los huecos de las historias. Ahora somos la historia".

Parte del trabajo de Moss durante la promoción ha consistido en contestar preguntas sobre la relación de la serie con el feminismo –algo que, según la mitad de internet, no ha hecho bien–. Mientras hablaba sobre la serie en el Festival de Tribeca, respondió: “Sinceramente, para mí no es una historia sobre feminismo. Es una historia humana, porque los derechos de las mujeres son derechos humanos”. Casi de inmediato, hubo un incendio en Twitter y matizó sus palabras.

Cuando a Atwood le preguntaron si 'El cuento de la criada' era una novela feminista, contestó: “Si ese adjetivo se refiere a que la novela retrata un mundo en el que todas las mujeres son ángeles y/o víctimas incapaces de una elección moral, no. Si se refiere a si es una novela en la que las mujeres son seres humanos –con toda la variedad de personalidades y de comportamientos que ello implica– y que son también interesantes e importantes, y lo que les ocurre es crucial en la trama, la estructura y el argumento, entonces sí. Pero en ese sentido, muchos libros son “feministas”, no solo el mío”.

Así que para Atwood y Moss (que son amigas y suelen verse) el feminismo tiene que ver con los derechos humanos y la novela también, por encima de cualquier otra cosa. Puede que la actriz no manejara la jerga adecuada durante las primeras ruedas de prensa. Pero en los Globos de Oros dio un discurso feminista de los que marcan época al recoger el premio a la Mejor Actriz: “Ya no vivimos en los márgenes de las páginas. Ya no vivimos entre los huecos de las historias. Ahora somos la historia y estamos escribiéndola nosotras mismas”.

La perspectiva de Peggy

Cuando le pregunto si es feminista y cómo llegó a serlo, dice riendo: “ Soy feminista desde que nací. Pero mientras crecía, no sabía que lo que yo era se llamaba así”. Su familia era progresista –y miembros de la Cienciología– y fue educada en la idea de que podía hacer cualquier cosa, igual que los hombres. Pero en su primera declaración pública sobre el tema, cuando los periodistas le preguntaron si Peggy Olson era un icono feminista, su respuesta fue dubitativa y también criticada. Moss dice que pasó demasiados años siendo Peggy como para tener perspectiva. Para ella, su personaje era, sobre todo, una mujer pragmática, procedente de un ambiente muy conservador, que se convierte “por casualidad” en feminista. “Creo que no pensaba: “Voy a pelear por la igualdad de salarios porque esta situación es injusta”, sino: “Si te gusta lo que escribo, si soy buena, tienes que pagarme”.

Tras tantos años en la industria, dice que es “ plenamente consciente de la desigualdad y que esa es, en parte, la razón por la que defendió que Reed Morano marcara el tono visual de la serie. Además, cuatro de las cinco personas que dirigieron los 10 capítulos de la primera temporada fueron mujeres. Pero su visión no es la de un mundo sin hombres. “Solo queremos las mismas oportunidades”.

Quiero ser madre. Todavía no sé cómo, pero me gustaría ser como la mía".

Trabajar en 'The Handmaid’s Tale' también la ha hecho más proclive a donar dinero y a hablar sobre política. Siempre ha sido reacia a relacionar la serie con sus pensamientos sobre la reproducción, pero igual que un montón de mujeres de treinta y tantos, ha pensado sobre el tema. “Quiero ser madre –reconoce–. Cuanto mayor me hago, más lo pienso. Mi madre me transmitió una imagen muy positiva de la maternidad; la quiero muchísimo y me gustaría intentar hacerlo tan bien como ella. Si puedo”. Aún no sabe exactamente cómo: “Creo que hay muchas maneras distintas de ser madre hoy, y proteger esa libertad es algo muy importante“. Cuando le menciono que he estado pensando en congelar mis óvulos, responde irónica: “Sí, te diría que lo hicieras. Lo haré contigo. Hagámoslo en grupo. Nos inyectaremos unas a otras el tratamiento hormonal. Suena muy sexy. ¿No crees?”.

Jane Campion, su directora en 'Top of the Lake', quiere tanto a Moss que cuando le pregunto si podría contestar unas preguntas sobre ella por correo, me manda una bella carta que demuestra que la actriz practica la sororidad dentro y fuera de la pantalla: “ Lizzie Moss ocupa espacios desconocidos dentro de mí y pulsa teclas que no sabía que existían. Es subversiva y muy interesante, es modesta y vulnerable. Y es una tigresa: puede atacar y puede vigilar. En el set de rodaje, escucha música con sus auriculares y lleva un cigarrillo entre los dedos. Así es como espera. Me gusta abarcarla con la mirada. Y tratar de adivinar su estado de ánimo y qué va a hacer”.

La hora del cóctel

Pero la respuesta no es sencilla. ¿Qué va a hacer? Me cuenta que está comprometida con cuatro o cinco proyectos y que también va a producir un documental sobre ballet, una película independiente y una miniserie basada en un libro. Además, está buscando otro proyecto para hacer con Morano. “Producir es algo que me ha enganchado. Han creado un monstruo...”, dice.

El camarero ha vuelto. “¿Son ya las cinco? Es la hora del cóctel”, dice Moss. Entonces recibe un mensaje de texto: su madre ha llegado a Fiorello. Van a cenar y después se irá a casa para ver una de las múltiples series de televisión que le obsesionan: 'The Bachelor' y 'Las chicas Gilmore'. “Me encantan”.

La angustia continúa

Tras el final de la primera temporada de The Handmaid’s Tale, tuvimos el alma en vilo sin saber si el coche al que se subía la protagonista la llevaría a la libertad o al castigo. Es decir, ¿volvería a ser June o seguiría siendo Defred? Quienes ya siguen la segunda temporada saben (atención, spoilers) que ese es el menor de sus problemas. Estos son algunos de los nuevos misterios y revelaciones.

'El cuento de la criada' / d.r.

La angustia continúa

  1. 1

    Por difícil que parezca, esa temporada es incluso más oscura que la anterior. Mientras se alejan de las fronteras de la novela de Margaret Atwood, los realizadores han decidido buscar nuevas formas de atormentarnos. Y lo logran.

  2. 2

    El espacio ha cambiado. Mientras en la temporada anterior la violencia sobre Defred se ejercía en el entorno cerrado, claustrofóbico, de la casa del comandante, en esta predominan los espacios exteriores. Viajamos a las terribles colonias donde trabajan hasta la muerte las condenadas por el estado de Gilead, las “nomujeres”. Allí están Emily (Alexis Bledel), Janine (Madeline Brewer) y, sorpresa, la madre de June (Cherry Jones). ¿Se limitarán a morir u organizarán la resistencia en los campos de concentración?

  3. 3

    Uno de los grandes momentos simbólicos de la temporada, y hay muchos, se produce cuando June llega al antiguo edificio del periódico Boston Globe, que durante la guerra civil que ganaron los fundamentalistas se convirtió en un centro de tortura y fusilamiento. Las ruinas de la liberad y la información se transforman en un refugio para ella, el lugar donde entrena y en el que hace un altar a las caídas en la resistencia.

  4. 4

    La madre de june aparecía en el libro como una feminista “radical” que no se cansa de advertir a su hija sobre los peligros del patriarcado. ¿Cuál será su papel?

  5. 5

    Las clases bajas de Gilead tendrán más protagonismo: sabremos más sobre las terroríficas tías, instructoras y guardianas de las criadas. También veremos más econoesposas y marthas, y descubriremos cómo viven (y resisten) en el estado totalitario.

Entretelas de Gilead

¿El hábito hace al monje? En la serie es parte de la opresión que sufren las mujeres en el teocrático estado de Gilead. La indumentaria las condena a una única función: rojo para las criadas (repro-ductoras), verde para las marthas (asistentas), azul para las esposas (señoras) y marrón para las tías (instructoras). La exposición Dressing for Dystopia (en el SCAD Fash Museum de Atlanta), muestra 40 de los trajes originales de la serie, diseñados por Ane Crabtree (responsable también del vestuario de Westworld, Pan Am o Masters of sex). A la dcha., June con su ropa de mujer libre y con su uniforme de criada.

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