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Ana Polvorosa: "Me ha costado mucho que confiaran en mí"

La vimos crecer ante las cámaras, pero nos ha hecho olvidar a aquella adolescente choni que interpretaba en Aída con papeles que rompen moldes. Autoexigente hasta el extremo, inteligente a la hora de enfocar su carrera y con un talento incuestionable, regresa de nuevo con Las chicas del cable.

Ana lleva chaqueta y falda de cuero, de Uterqüe; zapatos de Christian Louboutin; y pendientes de Swarovski. El look de maquillaje es de Lancôme. Fue una de las mejores vestidas del 10º Aniversario de Bambú Producciones. Haz clic en la imagen/Mario Sierra

Ana lleva chaqueta y falda de cuero, de Uterqüe; zapatos de Christian Louboutin; y pendientes de Swarovski. El look de maquillaje es de Lancôme. Fue una de las mejores vestidas del 10º Aniversario de Bambú Producciones. Haz clic en la imagen / Mario Sierra

Ana Santos
ANA SANTOS

Ana Polvorosa (Getafe, Madrid, 1987) podría haber sido una de esas niñas actrices que hemos visto crecer en la televisión pero, un buen día, desaparecen del mapa y no volvemos a saber de ellas hasta una década después en el clásico 'Qué fue de….' Pero Ana ha sabido manejar esa celebridad temprana con talento e inteligencia y hoy combina apariciones en el cine con el protagonismo en 'Las chicas del cable'. En la exitosa serie de Netflix creada por Bambú Producciones, ha roto moldes dando vida a Sara, una chica que a finales de los años 20 desafía las normas al reconocer que se siente un hombre atrapado en un cuerpo de mujer. "Nunca se había tratado este tema en nuestra televisión, sigue siendo un tabú. Por eso me parece necesario que se visualice; de alguna manera, se normaliza. Personalmente me siento muy afortunada de interpretar un personaje así; empatizo con ella y me está haciendo crecer muchísimo a todos los niveles", explica.

Porque si hay algo que Ana tiene en común con Sara es que detesta las injusticias y se rebela contra los estereotipos. "Como espectadora, me gusta que los personajes femeninos tengan tantas cosas que contar como los masculinos y que no se limiten a ser la mujer o la amante de. Que se alejen de los clichés y sean más realistas –apunta–. Tampoco necesariamente fuertes, porque las mujeres también tenemos nuestras debilidades, nos derrumbamos o podemos ser muy malas. Yo me considero una buena persona, pero en determinados momentos tal vez no lo sea tanto. Afortunadamente, en los últimos tiempos las cosas están cambiando en la ficción y veo que cada vez hay más papeles femeninos protagonistas e interesantes. 'Las chicas del cable' es un buen ejemplo de esta evolución".

Me fui de Aída porque necesitaba romper con todo y cambiar de rumbo".

Polvorosa es la pequeña de una familia de cuatro hermanos del extrarradio de Madrid sin ninguna conexión con el mundo de la interpretación. Pero ella era de las que no levantaba un palmo del suelo y ya convertía el mando a distancia en un micrófono para marcarse un playback detrás de otro. " De pequeña me gustaba jugar sola y era muy creativa, pero a mi madre le asustaba mucho la idea de que me metiera tan pronto en este negocio y solo me decía: "Tú a estudiar". Pero poco a poco, y con la ayuda de mis hermanos, la convencimos para que me llevara a hacer castings. Yo le explicaba que podía confiar en mí porque era lo que me gustaba y ella me pidió que lo compaginara con el colegio y, sobre todo, que no perdiera los valores que me había transmitido. Siempre estuvo muy encima de mí", cuenta.

El ejemplo materno

Ambas cumplieron su parte del trato. "Claro que está orgullosa de mí, pero yo todavía más de ella. Mi madre y mi abuela son mis heroínas. Mis padres estaban separados, yo apenas he tenido relación con mi padre y han sido ellas las que nos ha sacado adelante a todos. He crecido rodeada de mujeres con tanta fortaleza que tengo completamente interiorizada la igualdad y todo lo que va en contra de eso me choca muchísimo, no lo comprendo. Por ejemplo, cuando escucho hablar de los micromachismos, esos comentarios hirientes que chirrían, creo que ya me dolían cuando tenía 18 años, ya pensaba que había que cambiar las cosas. Aunque siempre se ha luchado para conseguirlo, parece que ha llegado la gota que colmó el vaso y ha salido todo lo que estamos viviendo. Tenía que pasar de una manera u otra", reflexiona.

La suerte no se hizo esperar mucho para Ana. Tras algunos anuncios y reportajes de moda, en su primera prueba para una serie, Raquel busca su sitio, la eligieron. " Yo tendría unos 11 años y la directora de casting me dijo que tenía luz en la cara y transmitía una energía especial. Así que, cuando me metí en el ascensor con mi madre. rompí a llorar y le dije: "Mamá, lo sé, me van a coger". Ella no me creía, pero un mes después ya estaba rodando", cuenta. "Recuerdo el primer día de grabación. Las cámaras, los focos, los actores ensayando… Me alucinó. Era una cría, pero en ese momento pensé: "Este es mi mundo y quiero quedarme aquí". Cuando tenía que trabajar era una fiesta, me volvía loca", continúa. La parte no tan bonita de la historia es que, como casi todos los actores infantiles, tenía problemas en clase. "Yo tomé la decisión de cambiarme de colegio porque empecé a no encontrarme bien. Ya sabes, eres la diferente, el bicho raro porque sales en la tele... y los niños pueden ser un poco crueles".

Ana Polvorosa lleva abrigo, camisa y minifalda de Miu Miu y pendientes de Swarovski. Maquillaje de Lancome / Mario Sierra

Crecer siendo la Lore

Después vinieron otras series, como 'Javier ya no vive solo' y 'Ana y los 7'. Hasta que llegó ' Aída'. Políticamente incorrecta y ya historia de la televisión, en la serie que protagonizaba Carmen Machi, Ana interpretaba a la Lore, una adolescente choni que le dio tanta popularidad que todavía la llaman así por la calle. " Comencé con 17 años y estuve hasta los 24. Crecí en esa familia, en todos los aspectos. Siempre había estado rodeada de gente más mayor y participado en conversaciones adultas pero en Aída maduré y, además, de cara al público. No creo que sea mejor ni peor sino una forma diferente de hacerlo", explica. La ficción se emitió durante 10 años, pero a los siete la actriz se marchó voluntariamente. "Estaba saturada. Necesitaba romper con todo y cambiar de rumbo", admite.

Y de repente apareció una Ana Polvorosa que no tenía nada que ver con la que conocíamos. Se había mimetizado tanto con su personaje que su delicada belleza pelirroja y sus sofisticados looks sorprendieron a casi todo el mundo. "¡Es que hacía un personaje! Pero me marcó tantísimo que tuve que hacer un duro trabajo, con la ayuda de mi representante y estilistas, para dar la vuelta a mi imagen personal y profesional. De hecho, aunque no tenía trabajo, dije que no a muchos proyectos en los que me ofrecían más de lo mismo. Debía demostrar a todo el mundo y también a mí misma que era una actriz versátil capaz de hacer cosas completamente diferentes. Yo confiaba en mí, aunque reconozco que tuve mis altibajos y mis dudas, pero me costó mucho que los demás lo hicieran. Me da mucha rabia cuando escucho: "Esa actriz siempre hace lo mismo", porque la verdad es que a veces no te queda otra. Cuando quieres vivir de esta profesión, en ocasiones, hay que coger lo que te ofrecen. En mi caso ha sido con Las chicas del cable, con esa imagen tan diferente y en un papel tan complejo, cuando yo me lo he terminado de creer y el publico me ha visto de otra manera".

Ana Polvorosa luce un vestido de Philosophi di Lorenzo Serafini. Maquillaje de Lancome / Mario Sierra

Siempre en busca de la perfección

Ana afirma que en este proceso no se ha sentido presionada por una industria con fama de premiar la belleza. "Para nada. La verdad es que no me afecta porque yo ya soy lo suficientemente exigente conmigo misma. Desde niña, s oy perfeccionista en todo y hasta límites extremos. Por ejemplo, si empiezo a hacer yoga tiene que ser el yoga más intenso y tengo que ser la número uno. Y en el trabajo me ocurre lo mismo, aunque no soy competitiva. Esta actitud me da muchas satisfacciones, pero también me hace sufrir. Ahora estoy más tranquila, me he relajado, pero cuando las cosas no van bien… Mi cuerpo ya me ha dado algún aviso, como diciéndome: "A ver Ana, no seas así"".

Soy muy autoexigente y eso me hace sufrir. Mi cuerpo me ha dado algún aviso".

Pero su prioridad sigue siendo su carrera. Porque aunque adora a los niños –"Ser madre debe ser una aventura maravillosa que me gustaría vivir en el futuro, pero de momento no me lo planteo"– y sueña con recorrer el mundo –"Quiero viajar todo lo que pueda, porque me encanta y me abre la cabeza"–, afirma encontrarse en una fase en la que solo desea "trabajar, trabajar y trabajar", pero escogiendo muy bien los proyectos. " Cuanto más diferentes sean los personajes y los géneros mejor, porque aprenderé mucho más. Pero después del reconocimiento por Las chicas... y la película Pieles, me siento en un momento importante de mi carrera y creo que tengo que ser muy selectiva", apunta.

Entre sus próximos retos está 'La piedad', la nueva película de Eduardo Casanova, el inolvidable Fidel de 'Aída' y su íntimo amigo, que ya la dirigió en su rompedora ópera prima, 'Pieles'. "Cuando ruedas una serie haces piña con todo el equipo, pero cuando termina todo se desvanece. Hay gente capaz de mantener el contacto con mil personas, pero yo no. Mi círculo es muy reducido y Edu es mi hermano, mi confidente... ¡De todo un poco! En unas cosas somos almas gemelas y en otras opuestos, pero nos complementamos muy bien y nos apoyamos en todo. Él es un personaje: divertidísimo, supercreativo y tiene una cabeza privilegiada. Cuando me cuenta las historias que tiene en la cabeza, alucino. Pero si me propone algo, me tiro a la piscina sin pensarlo. Él está como una cabra, pero yo también. Lo que pasa es que yo lo disimulo mejor", confiesa entre risas.

Ana Polvorosa luce chaqueta de Emporio Armani y pendientes de Uterqüe / Mario Sierra

Las chicas son guerreras

"Creo que Sara, mi personaje en 'Las chicas del cable', puede ayudar a muchas personas que, como ella, no se identifican con su sexo. Es un ejemplo de que las series, además de entretener, también puede abordar temas tan interesantes y necesarios en nuestra sociedad como el de la transexualidad", explica la actriz. De hecho, la serie de Netflix producida por Bambú Producciones, fue nominada en Los Ángeles a los premios GLAAD que otorga la comunidad LGTB por cómo refleja a este colectivo.

La serie muestra la vida de varias jóvenes que, a finales de los años 20, tratan de abrirse camino por ellas mismas trabajando en una empresa de telefonía. En su tercera temporada, que se estrena el 7 de septiembre, Ana y sus compañeras –Blanca Suárez, Ana Fernández, Maggie Civantos y Nadia de Santiago– darán la bienvenida a una nueva década "inmersas en situaciones de peligro, de secretos inconfesables y de sentimientos encontrados".

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